Irene Villa: la magia del sudor

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Este relato no va a empezar con la niña Irene que se despierta en un hospital, a principios de los 90, sin piernas.

La medallista Irene Villa juega con su hijo. | Sevenelmundo.es – Tampoco comenzará con esa Irene famosa por ser el recuerdo vivo de la barbarie, sino que va a arrancar con Irene Villa, la medallista en esquí alpino adaptado. Y lo es por cabezonería. Un día, como favor y por poner rostro a una promoción de este deporte para la Fundación También, que promueve el desarrollo de deporte en personas discapacitadas física o psíquicamente, lo probó. Su intención: «Recoger e irme a casa». Pero su ego se lo impidió. «Me caí tantas veces que dije: ‘¡No se me va a resistir!'». Logró superarse, una vez más, y ahora dedica el tiempo que le sobra de ser madre y esposa a competir.

Para las personas que han visto cómo la vida (o personas) les ponen barreras físicas el deporte es una fuente de vida, «un motor diario», como apunta Irene Villa. «Es básico para la fortaleza y autonomía ya en los pequeños para que cada uno consiga su parcela de independencia», ha manifestado la, digámoslo de nuevo, medallista española durante su intervención en los cursos ‘Deporte solidario’ de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

«No hay excusa para no sobreponerse», y si bien hay que interiorizar unos principios (el primero y fundamental, quererse a uno mismo) el deporte es el salvoconducto para olvidar las limitaciones.

Irene quizá sea el rostro más popular, y su relevancia y su sempiterna sonrisa, ésa que ella misma dice «es la mejor arma», ‘arrastran’ a otros a una escapada del día a día de rehabilitación y obstáculos. Entonces, en ese momento, aparece la magia.

«Los psicólogos a veces hablan de liberar monoaminas con el chocolate o psicofármacos para mejorar el estado anímico… A todo eso le gana el deporte mil veces», se expresa Irene Villa clara y sin zigzaguear como en la nieve.

Una magia que a veces también es médica, como el caso de una chica del equipo de esquí de Villa, que logra hacer cosas que los médicos le habían dicho que era imposible. Gracias, como recuerda, a la disposición de organismos como la Fundación Incorpora pero gracias y sobre todo, a su propio empeño.

La actividad física adaptada permite a estas personas llegar a sitios difícilmente imaginables. Y quien sabe si a algo más, como fue el caso de la propia Villa, que además de retos y sensaciones perdidas también encontró a su marido en una convención deportiva.

Magia y solidaridad son aspectos que quizá los deportistas habituales no destacan, pero que para los adaptados son las dos cualidades sin las que, probablemente, no estarían donde están, sino que habrían aceptado una vida de limitaciones.

Deporte como conquista

El reto mueve a estos discapacitados. Llegar más allá y, tras conseguirlo, ir un poco más lejos. «El deporte es mejorar tus capacidades», es el llamamiento de Irene. Porque los discapacitados llegan con el mensaje de que en las situaciones adversas la gente saca lo mejor de sí muy interiorizado, por lo que el salto al deporte es, mentalmente hablando, sencillo.

«Decir ‘no puedo’ es la única barrera», reconoce la madrileña. Incluso va más allá, como suele hacer ella en la vida, y afirma que «el ejercicio físico es paz, control, equilibrio y autoestima».

Cuatro valores para infinitas posibilidades, como las que también muestra la nadadora paralímpica Teresa Perales, la atleta paralímpica española con más medallas. Aunque al cuello le luzcan 22, son más las preseas que guarda en el haber de la superación.

Por enfermedad, atentado o cualquier vicisitud uno puede ver su vida cambiada, que no truncada en la acepción de quitar a alguien ilusiones o esperanzas. Y si esto sucede, siempre quedará el refugio del deporte, un motor que hace que las barreras desaparezcan o, para los pesimistas, se difuminen entre gotas de sudor.

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