Jordi Morales, un ‘Benjamin Button’ en el tenis de mesa

Lleva dos décadas en la élite, ha ganado numerosas medallas y hace tres años conquistó su primer oro mundial individual. Con 35 años afronta sus sextos Juegos Paralímpicos en el mejor momento de su carrera.

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El palista catalán Jordi Morales es una de las referencias mundiales del tenis de mesa. Fuente: RFETM

Cuanto más avanzan las agujas del reloj, más rejuvenece. Jordi Morales es un veterano curtido en mil batallas que, como el buen vino, eleva su nivel con el paso de los años. Con el tenis de mesa parece rejuvenecer al estilo ‘Benjamin Button’, es aún un treintañero -cumple 36 años en noviembre-, pero ya lleva dos décadas golpeando la bola en la élite y continúa ofreciendo un alto rendimiento. Cada temporada se revela contra el tiempo y los problemas de movilidad que le acompañan desde que nació. En 2018 ganó su primer oro mundial individual y en Tokio afrontará sus sextos Juegos Paralímpicos en uno de los momentos más dulces de su carrera.

A los seis años agarró su primera pala en su pueblo, Esparreguera (Barcelona), con ella sentía que sus dificultades para desplazarse se reducían. “Nací con espina bífida congénita, me balanceo en el movimiento por falta de musculatura en las piernas, eso me dificulta saltar, correr o subir escalones. En estático tengo que flexionarlas por falta de equilibrio”, cuenta. Esa dolencia nunca ha sido un tipo de cortapisas para alcanzar cotas altas en la vida y en el deporte.

De pequeño se codeaba con los mejores en Cataluña. “Empecé en la escuela, algunos me decían que si me enviaban una bola en largo no llegaría, pero al final los que corrían de un lado a otros eran ellos. Con el tiempo me he reencontrado con algunos de esos compañeros y me lo suelen recordar”, dice entre risas. La diferencia comenzó a notarla con 13 años, cuando descubrió el tenis de mesa adaptado. La selección española le llevó a un Europeo y ganó el oro por equipos. Y unos meses después, con 14, participó en los Juegos Paralímpicos de Sídney 2000.

“Fue una locura por cómo sucedió todo. Acudí con una invitación que me llegó dos meses antes de los Juegos. Se desmadró todo en mi pueblo y en mi familia. Era un crío, pero lo viví como una gran experiencia”, rememora. En 2004 logró un bronce en Atenas, en Pekín 2008 no pudo subir al podio y en Londres 2012 cosechó una inesperada plata por equipos junto a Álvaro Valera. “Él, de clase 6 y yo de clase 7, nos medíamos a gente de categoría 8, por tanto, con menor discapacidad. No entrábamos en ninguna quiniela y eliminamos a China, que eso poca gente puede decir que lo ha conseguido”, explica.

También acudió a Río de Janeiro 2016, donde cayó en semifinales, una decepción que le costó superar. “No lo asimilé porque iba preparado mejor que nunca, competí muy bien y no fui capaz de sacar medalla. Me vine abajo, no sabía si continuar o no. Me tomé un año de reflexión, incluso renuncié a mi plaza como becado en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat. Hasta que mi cuerpo y mi cabeza me dijeron que podía volver a disfrutar del tenis de mesa”, comenta. A los cinco meses de su regreso se proclamó campeón del mundo individual por primera vez -en sus vitrinas ya tenía dos oros mundiales por equipos-.

Llevaba ocho años sin ganar una presea en solitario y acumulando decepciones en la mochila, pero su espíritu joven y tenaz le decían que nunca era tarde para escribir nuevas hazañas. “La grandeza está en saber superar los obstáculos y esperar la oportunidad. Había vivido situaciones de desquicio y frustración, tuve aptitudes en las que no me reconocía. Pero no arrojé la toalla, fui al Mundial sin estar entre los favoritos y gané porque disfruté como nunca dentro y fuera de la mesa”, recalca Morales, que recibió el premio ITTF Star Awards como mejor jugador de 2018.

En 2019 no pudo refrendar su buen momento tras caer en cuartos de final en el Europeo de Suecia, pero se desquitó con otro memorable oro por equipos con su inseparable socio, Álvaro Valera. “Hacía 10 años que no ganábamos un campeonato continental. Nos conocemos muy bien, tenemos una movilidad muy reducida y jugamos unos dobles espectaculares. Solo con mirarnos ya sabemos qué necesita el otro. En Tokio no vamos a escondernos, somos cabeza de serie y aspiramos a medalla”, añade el barcelonés.

En las dos últimas temporadas la pandemia del coronavirus congeló varias pruebas del circuito internacional y Morales apenas ha participado en competiciones, consiguiendo un oro por equipos y un bronce individual en el Open de República Checa de este año. “Afecta mucho en las sensaciones, el ritmo, la tensión o el nerviosismo, cuando no las tienes te resulta incómodo”, dice.

Pero llega mentalizado y listo para plantar batalla en sus sextos Juegos Paralímpicos. “Hay gente que pretende retirarme ya, pero me queda mucho por dar. A excepción del 2020, en los dos años anteriores viví los mejores momentos de mi carrera, he ofrecido un nivel alto y aunque los rivales han mejorado, me veo con opciones para luchar por las medallas, he demostrado que puedo ganar a cualquiera, así que aspiro a lo máximo. Dependerá de los pequeños detalles que a veces te salen cara y otras, cruz. A Tokio voy con la misma ilusión de los primeros Juegos y con el objetivo de estar en el podio”, apostilla.

TEST TOKIO 2020. Conociendo a Jordi Morales

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