María José Barrantes/ dxtadaptado.com Alfabéticamente según el abecedario ruso y con la emoción a flor de piel, cada una de las delegaciones fueron desfilando por el Fisht Stadium. Pronto llegó el turno de España, de la mano del deportista Jon Santacana y Miguel Galindo, que por segunda vez abanderaban a nuestro país.
Uno de los momentos más desconcertantes se produjo cuando el abanderado de Ucrania, el esquiador Mykhaylo Tkachenko, desfiló en soledad y con un semblante serio, sin que ninguno de los 23 deportistas ucranianos que conforman el resto de la delegación le acompañaran.
Tras ellos, bailes tradicionales rusos, emotivas actuaciones, y por supuesto, importantes discursos. El primero en hablar fue el presidente del Comité Paralímpico Internacional (CPI), Philip Craven, quien quiso destacar a la ciudad de Sochi como la primera en eliminar las barreras, instando a acabar no sólo con los obstáculos físicos sino también mentales. A continuación, tomó la palabra el presidente ruso Vladímir Putin para limitarse a declarar abiertos los juegos.
Una ceremonia de inauguración en la que una recreación de un enorme rompehielos, aparecía con la palabra ‘Paz’, con la idea de recuperar la unión entre los pueblos, espíritu propio e inicial del deporte.
Símbolo de los juegos fue un enorme pájaro de fuego que representaba la esperanza. Aunque el verdadero símbolo llegó cuando los deportistas rusos encendieron la llama olímpica del pebetero que daba comienzo a los Juegos Paralímpicos de Invierno de Sochi.
Una fiesta que concluyó con fuegos artificiales y con la iluminación imponente del techo del estadio, a través de miles de luces que dibujaban las palabras ‘Sochi’.