rusiahoy.com – Nació con glaucoma en ambos ojos, una enfermedad grave. Los médicos lo diagnosticaron demasiado tarde y la operación solo consiguió salvar la vista de un ojo. Desde entonces Oxana ve el mundo de otra manera pero esto no le ha impedido convertirse en una brillante estrella del deporte mundial. A los 22 años la nadadora rusa ha ganado todo lo que se puede ganar, ha batido varios récords y ha conseguido numerosas medallas de oro.
Gafas oscuras, el pelo recogido en un moño, una vistosa blusa a rayas recubre los hombros anchos de la nadadora. Oksana Sávchenko nos recibe a la entrada de la piscina de Ufá “Burevestnik” (Albatros). Su modo de andar y sus movimientos son seguros. Mira alrededor pero no nos advierte en seguida. Le saludamos con la mano, Oksana se quita las gafas y sonríe de forma contenida. La seguimos a la piscina donde se entrena la campeona. En una pequeña sala de deporte de desgastadas paredes verde claras hace gimnasia una chica. Casi no distingue los objetos y por eso su madre no se separa de ella. Es otra de las alumnas del grupo de Ígor Tveriakov, el entrenador de Oksana, que lucha contra las dificultades en su camino hacia el Olimpo.
“Descubrí a Oksana en 2004, en las competiciones infantiles en Chequia, -explica el entrenador. – Aunque entonces solo tenía trece años ya le vi un fuerte deseo de vencer. Tiene unos padres muy sociables, empezamos a hablar y en seguida les dije que sería campeona. Se crio en Kamchatka donde la familia vivía en una residencia. Cuando todavía era bebé empezó a rascarse los ojos y el médico dijo que era conjuntivitis. La niña lloraba y por las noches no dormía. En realidad resultó que se le empezaba a atrofiar el nervio óptico. En un año le hicieron unas cuantas operaciones y consiguieron detener el proceso pero no pudieron salvar un ojo”.
La cantidad de premios que ha ganado Oksana Sávchenko no se cuenta en decenas sino en centenas. Venció más de 60 veces en los campeonatos de Rusia y más de 50 en los campeonatos de Europa y mundiales. En las dos últimas ediciones de los Juegos Paralímpicos volvió a casa con el estatus de deportista de la selección rusa con más títulos.
“Por cierto, después de Pekín tuve la enfermedad de las estrellas, -reconoce Oksana honestamente. – El estadio inicial, que mis amigos e Ígor Tveriakov cortaron de raíz. Llegué al primer campeonato de Europa tras los Paralímpicos considerándome una gran campeona y estaba completamente convencida de que si había ganado los Juegos, ganaría también allí. Al final perdí en todas las salidas. En ese campeonato tuvimos una conversación con mi entrenador. Me explicó que no existen solo las victorias sino que también hay derrotas que hay que aceptar. Y trabajar más. Fue una lección de actitud psicológica para toda la vida. Tras ese campeonato no volví a perder en ninguna salida”.
Ejemplo de esfuerzo y superación
Cuando hablas con Oksana, sin querer te contagias de su energía. En sus palabras no hay el más mínimo indicio de falsedad o fanfarronería. “Mi madre intentó criarme como a una niña sin limitaciones físicas. Tenía que adaptarme a todos, en los estudios tenía que esforzarme dos veces más que los demás, mis compañeros de clase me llamaban con el mote de bizca. Sin embargo, crecí como una persona normal y me trataban como a una igual. Nadaba con los chicos normales ya que entonces no había selección paralímpica”, explica Oksana mientras recuerda tranquilamente su infancia.
Estamos sentados tras una mesa azul de plástico al lado de la piscina de 25 metros, que es la mitad de larga que la de las principales competiciones. Oksana nada a un ritmo medio de una punta a otra. Al principio en ese mismo carril también hay otro nadador entrenándose y hasta que la piscina no se vacía los paralímpicos no tienen la oportunidad de entrenarse individualmente.“Nunca me enfadé con Dios por lo que había pasado conmigo. ¡Soy feliz que al menos puedo ver el mundo con un ojo! Intento no pensar en cómo hubiera podido ser mi vida si hubiera tenido bien la vista. Soy tal como soy. Me cuesta imaginar cómo habría sido todo si no estuviera el deporte. Pero cuando alguno de mis conocidos empieza a quejarse de sus problemas que en realidad no son tan importantes simplemente les digo: “Mirad los Juegos Paralímpicos”.
“Para mantener la forma estas condiciones son suficientes y para conseguir unos buenos resultados hay que salir a entrenar con la selección. Antes de las Olimpiadas hubo siete concentraciones y este año para prepararse para el campeonato del mundo solo tres. Ahora todo el dinero se ha destinado a los deportes de invierno de cara a los Juegos en Sochi. ¡Pero ganaremos igualmente! Un gato cebado no siempre consigue buenos resultados pero uno hambriento y que corre por las calles suele ser más espabilado”, sonríe Tveriakov.
Historias de envidias y sospechas
Tveriakov tiene su propia historia. A menudo acusan a los paralímpicos de Ufá, sus discípulos, de tener buena salud y dicen que no tendrían que participar en los Juegos Paralímpicos. En la prensa local se puede leer una entrevista con los que les acusan.
“Para nosotros una persona con diversidad funcional es alguien sin brazos, sin piernas, pero dentro del movimiento paralímpico internacional hay gente con posibilidades físicas limitadas que están divididos en categorías en las que no compiten entre ellos. Hay unas comisiones especiales que lo controlan todo muy bien, es inútil hacer trampas. Pero a la gente no le gusta el éxito. En seguida digo a los chicos: habéis tenido una ración de fama y la próxima será de porquería. A Oksana, que es la que ha logrado más éxitos, también es a la que envidian más”, en la voz del entrenador resuena indignación, agravio y amargura.
“Fue el año más horrible de mi vida. Tuve escándalos con el entrenador, depresiones, salieron viejos traumas, aparecieron otros nuevos y unas cuantas veces estuve a punto de dejar el deporte. Todavía ahora, cuando cojo las medallas, no entiendo cómo viví todo eso y no me volví loca, -Oksana se ríe contando lo que sufrió antes de los Paralímpicos 2012 pero en seguida su rostro se vuelvo serio. – El día de la prueba de 400 metros se me reventaron los capilares, pero igualmente me lancé con los ojos rojos llenos de sangre. Todavía hay poca gente que piensa que nadamos para que en Rusia se sepa más del movimiento paralímpico. En Londres fue la primera vez que los medios rusos cubrieron bien los Paralímpicos, después de Pekín mucha gente me preguntó que qué era eso”.
Oksana añade que no se enfada por las conversaciones que oye sobre su “charlatanería” pero sí que la ofenden.
Recuerda sus primeros campeonatos paralímpicos de Rusia en que los organizadores no tenían ni dinero para comprar medallas ni premios. Sin embargo, las dificultades financieras no se reflejaban de ninguna forma en el anhelo de ganar.
“Antes para nosotros ya era una suerte cuando nos pagaban los desplazamientos a las competiciones, – explica Sávchenko –Es ahora que empezaron a dar dinero y apartamentos por las victorias. Hay algunos chicos que efectivamente se convierten en paralímpicos solo para empezar a ganar dinero. Pero aunque sea así, eso también es una motivación: ¡aunque sea por dinero poneros a practicar deporte! Los más importante es que ha empezado a cambiar la actitud hacia nosotros y finalmente nos han empezado a considerar deportistas”.
Artículo publicado originalemente en ruso en Russki Reporter.