Un año después de la devastadora Dana que azotó la Comunitat Valenciana, la esperanza vuelve a florecer gracias a un gesto colectivo de solidaridad. La organización Plena inclusión, junto con la Fundación Mira’m y la red de asociaciones locales, ha culminado la entrega de 100.000 euros en ayudas directas a familias de personas con discapacidad intelectual que vieron sus hogares y rutinas destrozadas por la riada.
La iniciativa, nacida apenas unos días después del desastre, simboliza mucho más que una aportación económica: representa un puente hacia la reconstrucción emocional, social y comunitaria de quienes viven con una vulnerabilidad añadida. Esta campaña no solo ha permitido cubrir necesidades básicas, sino que ha reafirmado la fuerza de la cooperación ciudadana en momentos de crisis.
Un impulso real para reconstruir vidas
Las ayudas, financiadas a través de aportaciones de ciudadanos, empresas y entidades solidarias de toda España, se han destinado a cubrir desde el apoyo psicológico y jurídico hasta la sustitución de material terapéutico y elementos del hogar perdidos con la inundación. También se han financiado programas de ocio inclusivo, movilidad y conciliación familiar, contribuyendo a recuperar no solo bienes materiales, sino también la estabilidad y autonomía de las familias.
La red de Plena inclusión en la Comunitat Valenciana ha gestionado cada caso siguiendo criterios de transparencia y necesidad prioritaria, garantizando que cada euro recaudado llegara donde más se necesitaba. Detrás de la campaña han participado más de 400 voluntarios y profesionales, una muestra tangible del compromiso social que sigue latiendo en la región.
Más que ayudas, una lección de resiliencia
La Dana dejó tras de sí un enorme impacto material, pero también una profunda huella emocional. En muchos hogares con personas con discapacidad intelectual, la catástrofe significó perder terapias, apoyos y rutinas esenciales para su bienestar. Gracias a esta campaña solidaria, numerosas familias han podido recuperar espacios de autonomía, atención y esperanza.
Plena inclusión destaca que este tipo de respuestas colectivas son esenciales ante emergencias futuras. No solo aportan recursos, sino que fomentan una cultura de apoyo mutuo y resiliencia comunitaria, demostrando que la inclusión también se construye en los momentos más difíciles.




