Raúl pasó de ayudar en los despachos a cronometrar los partidos en la cancha. Quiere estudiar Trabajo Social y tiene el sueño de llegar a arbitrar en la Asobal
Manu Carriles/grada360.com Raúl González, estudiante de primero de Bachillerato hace valer ese lema de: “Querer es poder”. Pese a estar en una silla de ruedas, desde pequeño le han gustado todos los deportes aunque su debilidad es el balonmano.
Un día, el presidente del Comité Leonés de Árbitros, David Rodríguez Lera, acudió a su colegio para dar una charla sobre el arbitraje en el balonmano. Raúl le preguntó si podía tener la oportunidad de conocer el mundo del balonmano, y en especial, el arbitraje.
David Rodríguez le dio todas las facilidades y Raúl supero con creces las mismas pruebas que sus compañeros. Así, comenzó a ayudar en los despachos del Comité, hasta que hace unos meses le dijeron que su tiempo de «Echar una mano en la oficina» había pasado.
Su gran día
Debutó como ayudante del árbitro, cronometrando un partido, algo que él afirma que no olvidará jamás. Pero uno de sus grandes días aún estaba por llegar porque el pasado fin de semana Raúl arbitró como titular en un partido de alevines en el que se enfrentaban el Marista San José y el San Agustín de León. Él fue uno más en la cancha, los nervios quedaron aparcados y las barreras quedaron derribadas. Hizo un buen arbitraje. Público y jugadores olvidaron que el árbitro iba en silla de ruedas.
Raúl tiene aún muchos sueños por cumplir. Su objetivo es estudiar Trabajo Social y continuar como árbitro de balonmano. Su poderosa fuerza de voluntad podrá guiar las ruedas de su silla hacia un arbitraje en la Asobal, en León, y al Ademar