Un mar sin barreras

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Varios regatistas y miembros de equipos, ayer en la sede de la Escuela Municipal de Vela de la Villa del Río. P.M.

PACO MURILLO/diariodeibiza.es – «Cuando navego me dejo la discapacidad en el pantalán». Con esta afirmación tan elocuente explica Miguel Ángel Gómez, Miki, lo que es para él la vela adaptada. Se mueve en una silla de ruedas y probablemente a diario se encuentra con barreras arquitectónicas al desplazarse por las calles de cualquier ciudad. Sin embargo, en el mar no encuentra limitaciones. Él es uno de los miembros del equipo paralímpico de vela, de la clase 2.4mR, que competirá este fin de semana en la Copa de España de la especialidad que se disputará en Santa Eulària.

El trasiego en los días previos es continuo. Miembros de los conjuntos participantes y de la organización trabajaban ayer para tenerlo todo listo para mañana: puesta a punto de embarcaciones, traslado de remolques, estudio de los partes meteorológicos. Nada se puede dejar a la improvisación en una cita como esta.

La vela adaptada no tiene la repercusión de otras citas como las competiciones internacionales de vela ligera, grandes regatas de cruceros o pruebas mundialmente conocidas como la America´s Cup y el circuito Audi MedCup, pero sus practicantes se sienten tan regatistas como los otros: «Cuando me meto en el barco estoy en igualdad de condiciones con el que le pueda faltar una pierna, uno que no tenga discapacidad u otro que tenga 70 años», explica Gómez, que defenderá el título copero.

Para el integrante del equipo olímpico de la clase 2.4mR navegar le da «una sensación de libertad muy grande». «El primer día duele dejar la silla de ruedas, que son tus piernas, pero en el momento que te acostumbras a estar sin ella, ves que no tienes dependencia y no te sientes discapacitado, la sensación de libertad es inmensa», señala.

Las condiciones en el mar son las mismas para todos: «Te peleas contigo mismo tengas o no discapacidad. Los problemas en el mar son iguales para mí que para cualquier deportista individual».

Emilio Fernández, otro de los regatistas que se ha desplazado a Ibiza, tiene una amputación del primer tercio de la pierna izquierda, pero nunca quiso dejar su gran pasión: «Siempre he navegado y la única diferencia es que ahora tengo más tiempo que antes para dedicarme de forma más continua», asegura.

Reconoce que el barco en los que navegan, los 2.4mR, «están muy bien pensados porque se igualan todas las discapacidades». Incluso, «ha habido Mundiales open en los que minusválidos han quedado por delante de gente sin ningún tipo de handicap», remarca.

Varias clases de embarcaciones
En la vela discapacitada paralímpica las embarcaciones son de tres clases: 2.4mR, Skud 18 y Sónar. En la Copa de España que se celebrará en la Villa del Río solo competirán las primeras, embarcaciones de cuatro metros de eslora, diseñadas por Peter Norlin, «basadas en los 12 metros con los que se hacía antiguamente la Copa América», comenta Fernández.

Requieren de una gran técnica para gobernarlas y son muy seguras –es casi imposible que vuelquen–. Un 2.4mR tiene capacidad para una sola persona y se maneja con un control manual o de pedales, en función de la discapacidad. Además, estos barcos disponen de una consola central desde la que se realizan los ajustes del velamen.

Por otra parte, la clase Skud 18 son barcos dobles y mixtos –para grandes discapacidades– y los Sónar tienen tripulaciones triples.
Las otras embarcaciones que se usan en vela adaptada son las Access 303, Gos y Gamba. Estas últimas no son las que se utilizan en los Juegos Paralímpicos.

Alfredo Buqueras: «Esta gente tiene un gran pundonor para tirar para adelante»
Alfredo Buqueras, seleccionador español del equipo paralímpico de vela, explicó que para poder participar en cualquier competición de vela adaptada los regatistas deben acreditar «un mínimo del 33% de discapacidad legal» y los barcos «se adaptan a las necesidades de cada uno de ellos». «Hay gente que tiene pies y no tiene brazos, con lo cual los timones se le acoplan a unos pedales; a los que no les funcionan las piernas manejan el barco con la mano; otros tienen parcialmente un pie y una mano y se les pone un timón y un pedal». También aseguró que «trabajar con discapacitados es muy reconfortante». Antes de llegar a la vela adaptada estuvo con regatistas sin problemas físicos, pero reconoce que ahora está más satisfecho: «Tienen un gran pundonor para tirar para adelante», terminó diciendo el seleccionador nacional.

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