famma.org – Castillo, a quien le amputaron el brazo y la pierna izquierda cuando era un bebé por negligencia médica, desertó del equipo nacional de Cuba en noviembre pasado y emprendió su viaje hacia Miami donde presentará su solicitud de asilo político.
«Nunca planifiqué desertar, se me ocurrió un día después de batir el récord, al mediodía. Estaba almorzando solo, sentí tanta rabia de todas las cosas que me habían hecho en Cuba que no quería volver», relató en una entrevista.
El deportista, de 25 años, obtuvo medalla de oro en los 50 metros estilo mariposa en México e «implanté el récord de las Américas. Desde hace 10 años que no se rompía, con un tiempo de 33 segundos», además de lograr la plata en los 100 metros libres.
«Tomé esta decisión porque pensé que para mí el deporte iba a ser mucho mejor aquí que allá y para ser más libre de lo que era», dijo el atleta, que llegó a Miami hace 15 días.
Castillo detalló que en Cuba se sentía limitado por no poder asistir a más eventos deportivos internacionales y que le impidieron participar en unas cuatro competiciones, incluida una en Holanda, después de que había esperado «tanto por ir a un mundial».
«Me lo prohibían, no me dejaban salir (…) no sé por qué. Estaba muy preparado para todas esas competencias», se quejó.
Una situación que, según el nadador, experimentan muchos deportistas cubanos y «por eso creo que desertan tanto».
Otro problema que vivió, al igual que otros deportistas cubanos con discapacidad, era que sólo le suministraban la adecuada alimentación cuando competía.
«Es lo que llaman allá el refuerzo priorizado que está reservado para los atletas convencionales, no para los que tienen discapacidad», precisó.
Este atleta cubano tiene discapacidad después de que en un hospital de su país le suministraron un «suero caducado porque estaba deshidratado y eso condujo a amputarme la pierna y el brazo porque me creó casi una gangrena».
Para emprender su arriesgada travesía hacia Estados Unidos, Castillo recurrió a una joven mexicana, voluntaria en la sede de los juegos, quien lo trasladó en un vehículo fuera de la villa panamericana.
«Saqué la mochila con varias cositas de ropa que me sirvieran, y sin papeles porque una vez que llegas al país donde vas (las autoridades cubanas) te los quitan. Las medallas las traigo conmigo», narró Rafael Castillo, cubano nacido en las Tunas, en el oriente de Cuba.
Castillo viajó solo en autobús desde Guadalajara hasta Matamoros y allí cruzó la frontera a través de Brownsville (Texas). Para comprobar su nacionalidad, mostró a las autoridades de Inmigración la credencial que portaba dentro de la villa panamericana y sus medallas.
En territorio estadounidense, contactó con un amigo periodista que a su vez comunicó el caso a un canal de televisión de Miami que le pagó el billete de avión.
El abogado, Wilfredo Allen, dijo que presentará en las próximas semanas la solicitud de asilo político para el deportista, a quien puso en contacto con un entrenador cubano que fue el pionero del programa de natación para personas con discapacidad en Cuba en 1985.
«Al presentarse en la frontera como cubano y pedir asilo político le dieron un «parole», que es un documento de identificación de EE.UU. que le permite vivir y trabajar legalmente aquí», explicó.
Puntualizó que al desertar de un equipo deportivo cubano, el Departamento de Estado de EE.UU. lo considera como una persona que posiblemente sea perseguida si regresa a Cuba. «Eso ayuda en la preparación del asilo político, que espero que sea presentada en las próximas semanas y que la decisión sea positiva», añadió.
El entrenador Yand Martínez dijo que su objetivo en el caso de Castillo «es tratar de llevarlo a la elite de la natación de Estados Unidos.(….). Sería hacerlo notar en el ambiente paraolímpico de EE.UU. Pero antes puede formar parte del engranaje del equipo nacional».
Martínez, creador del programa deportivo para personas con discapacidad en Cuba, desertó también en 1992 en Venezuela durante una misión y en 2002 emigró a Estados Unidos.
