Hace tres años Ricardo Ten regresó de Tokio con un sabor agridulce y de inconformismo porque se le escapó el podio en dos pruebas individuales. Le salió rana su gran apuesta, la persecución 3 kilómetros categoría C1 en la pista. En esa misma modalidad, en los Juegos Paralímpicos de París, ha podido quitarse la espinita tras conquistar el bronce, la primera medalla para la delegación española en la cita magna.
Lo ha conseguido en Saint-Quentin-En-Yvelines, un velódromo muy rápido por sus características, con curvas muy amplias, a 43.8 grados, con la madera recién pulida. Para este ciclo, el valenciano se había centrado en la contrarreloj en carretera, donde apunta al oro, pero la ambición le arde en las entrañas, tiene carácter y fuego en el estómago, cuando una presea se pone a su alcance no hay quien le frene. En la clasificatoria firmó el tercer mejor tiempo de los ciclistas con 3:43.765.
Con los chinos Zhangyu Li (oro y récord del mundo) y Weicong Liang (plata) inalcanzables, la lucha de Ten estaba en el bronce frente al alemán Pierre Senska. El español es una bendición para el ciclismo, no negocia un esfuerzo, es un tipo voraz que todo lo quiere. Arrancó con brío, con una cadencia poderosa, mirada decidida y determinación, aceleró sin especular. Exhibió coraje y gran entereza mental para volar sobre la pista. Dominó la carrera desde el principio, aumentando su distancia en cada vuelta y a falta de un kilómetro llegó el zarpazo definitivo para descolgar a su rival, sacándole más de cinco segundos, y cruzar la meta en 3:45.152. El bronce tenía destino, el cuello de un Ricardo Ten que no se cansa de sumar éxitos.
Indomable e insaciable, es el español con más maillots arcoíris de la historia (14 oros mundiales). En París ha logrado la medalla que le faltaba en su palmarés, su primera presea individual como ciclista en unos Juegos. La que añadirá a una vitrina en la que ya cuenta con seis metales paralímpicos como nadador: plata y bronce en Atlanta 1996, dos oros en Sídney 2000, un oro en Pekín 2008 y un bronce en Londres 2012. Acentúa de esta manera su privilegiada posición entre los medallistas en varios deportes. Un grande entre los grandes sobre la bicicleta, en la que echó los dientes y con la cual derribó el primer muro nada más abandonar el hospital cuando a los ocho años sufrió la amputación de los brazos y de la pierna izquierda tras un accidente con un cable de alta tensión.
A aquel niño lo que más me preocupaba era si volvería a montar en bici. Su padre y su hermano le adaptaron de un modo rudimentario y casero su ‘GAC Motoretta-2’ amarilla para poder agarrar el manillar y frenar. Esa porfía, batiéndose de nuevo en un duelo con los pedales le otorgó su primer maillot: el de la superación. Aunque fue en la piscina donde forjó su leyenda durante dos décadas, tras Río de Janeiro 2016 dio un giro de tuerca a su carrera deportiva, colgó el bañador y emprendió una nueva aventura con el ciclismo. Recién cumplidos los 49 años, su espectacular rendimiento avalan aquella decisión. En París todavía le quedan dos opciones más de medalla, la velocidad por equipos en la pista y la contrarreloj en la carretera.
<p>The post Una persecución de bronce en el velódromo para Ricardo Ten first appeared on Paralímpicos Paris 2024.</p>