Vientos de igualdad

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La infanta Elena, en Sanxenxo, durante la presentación del Centro de Vela Adaptado. // Gustavo Santosfarodevigo.es – Hace unos días la infanta Elena acudió a Sanxenxo para amadrinar el Centro Nacional de Vela Adaptada, una iniciativa que tiene como objetivo permitir a personas con discapacidad practicar este deporte náutico. Esto es posible gracias a una escuela en la que se imparte formación teórica y práctica y en la que la navegación se realiza a bordo de barcos especialmente preparados para los discapacitados. Esas embarcaciones se fabricaron en un astillero ubicado en el polígono de Castiñeiras de Bueu y del que en los últimos años salieron unos 70 barcos de estas características.

El Centro Nacional de Vela Adaptada de Sanxenxo amadrinado el jueves por la infanta Elena cuenta con cinco embarcaciones diseñadas para que las personas con discapacidad puedan disfrutar de este deporte. Esos barcos fueron diseñados por el arquitecto gallego y los encargados de convertirlo en realidad fueron los responsables del astillero Inaxpo, ubicado en el polígono de Castiñeiras. Y como casi todas las grandes ideas surgió una mezcla entre necesidad y casualidad. «A principios del año 2004 ya veíamos venir la crisis y decidimos buscar otras alternativas. Conocimos a Javier y empezamos a trabajar en un tipo de barco-escuela, pero en principio totalmente convencional», explica Diego Sanluís, socio junto a su hermano Alberto de Inaxpo.

El primero en probar esa embarcación fue el Club Náutico de Beluso, que compró la primera unidad cuando aún era un proyecto y prácticamente «a ciegas». «Nosotros sabíamos que había demanda porque los barcos-escuela que existían se habían quedado anticuados, nadie se atrevía a modernizarlos y lo poco que venía nuevo procedía de Francia con unos costes muy caros», cuenta Sanluis. El diseño básico está fabricado en poliéster, con cinco metros de eslora, dos de manga y una orza de aluminio sin lastre. La iniciativa funcionó y fue poco después cuando llegó la vuelta de tuerca definitiva. «Tenemos un socio comercial en Barcelona, Manuel Martos, y durante una visita al Náutico de Palma de Mallorca le plantearon la posibilidad de hacer un barco adaptado al ver las condiciones penosas en las que navegaban las personas con discapacidad y sus carencias», explica Diego Sanluís.

Así, sobre la base de la embarcación ya existente comenzaron a trabajar en la adaptación. El primer paso fue introducir una orza con un lastre de 200 kilos para impedir que el barco volcase. A continuación se instaló en la zona de popa una silla en la que el navegante dispone de un mando tipo «joystick»-como el de los videojuegos- y con el que controla de manera mecánica la caña del timón. Para manejar ese dispositivo solo necesita una mano, con lo que la otra la tiene libre para manejar la escota con la que regula la vela mayor. Por su parte, el tripulante que va en la proa dispone de otras dos escotas para manejar las velas de su parte.

«Todo este proceso se fue optimizando con las observaciones y sugerencias de los propios usuarios hasta que dimos con el barco que a ellos les gustaba y con el que se sentían cómodos», señalan desde Inaxpo. Esas pruebas se concentraron en el Náutico de Palma, cuyo club colabora con la Fundación Handisport, una entidad que promueve la integración de los discapacitados en la sociedad.

Inaxpo ha fabricado desde el verano de 2005 unos 70 barcos-escuela, una cifra que quizás en otra época «no sería gran cosa, pero en los tiempos actuales es la leche», admite Sanluís. Las unidades adaptadas a personas con discapacidad se concentran precisamente en Mallorca, Valencia y Sanxenxo. El náutico gallego tenía inicialmente dos de los modelos convencionales y cuando surgió la oportunidad de poner en marcha el Centro Adaptado de Vela no se lo pensaron y volvieron a ponerse en contacto con Inaxpo. «Nos conocían y cuando comenzaron las negociaciones con la Fundación Mapfre tenían claro que el barco iba a ser el nuestro», dicen desde el astillero. En total se encargaron cinco, que ya están entregados y en el agua.

El proyecto de Sanxenxo es una iniciativa compartida entre el Náutico, la Confederación Galega de Persoas con Discapacidade (Cogami) y la Fundación Mapfre. El «amadrinamiento» de la Infanta Elena fue el broche de oro y para el astillero buenense resulta «satisfactorio que tu trabajo sea reconocido. La mayor parte de nuestros clientes cuando compran el primer barco ya se plantean adquirir a continuación el segundo, lo que significa que realmente les gusta».

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