Sara Aller, abanderada del afán de superación, la alegría y la fortaleza

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La vida no es una línea recta ni un camino despejado, a veces toma bifurcaciones que no están previstas. Sara Aller era una joven enérgica y con muchos planes de futuro por ejecutar, cuando su rumbo dio un giro brusco en un accidente de tráfico que le causó una grave lesión medular. La leonesa se rebeló ante el destino con resiliencia y abrigando la esperanza. Halló una oportunidad en la boccia, modalidad deportiva que le iluminó como un faro en mitad de la tormenta. Apenas lleva tres años lanzando bolas de cuero azules y rojas, y en París saboreará su debut en unos Juegos Paralímpicos. La ilusión crepita de nuevo con fuerza en sus pupilas, en unos ojos con sed de aventuras y mirada estratega.

“Aún no me lo creo, no era el objetivo porque recién estoy empezando, soy todavía novel, pero la recompensa ha llegado antes de tiempo, voy a cumplir un sueño y a disfrutar cada momento”, recalca. Nacida en Benavides de Órbigo (León), desde pequeña practicó fútbol y balonmano. También realizaba carreras de atletismo en su pueblo. “Tengo una hermana gemela, Ana, y ella era más de jugar con muñecas. Mis tías trataron de que hiciera lo mismo que el resto de niñas, pero lo mío era el deporte”, afirma. Su felicidad se vio erosionada una tarde de agosto de 2014. Junto a cuatro amigas se dirigía a un circuito de karts de un municipio cercano, pero el coche en el que viajaban se salió de la vía y acabó dando varias vueltas de campana.

“El vehículo quedó destrozado, iba de copiloto y fui la más afectada. Por suerte no hubo que lamentar víctimas. Me dejó una tetraplejia a nivel C5. Fue un varapalo, pero ese mismo día celebré que estaba viva”, dice con firmeza y vigor. Su vida corrió riesgo y en los meses posteriores la incertidumbre y la angustia se habían apoderado de ella, pero salió adelante a base de voluntad y redaños. “La operación se complicó y tuve una parada cardiorrespiratoria. Una vez desinflamada la médula recuperé algo de movilidad en las extremidades superiores, aunque las manos no las muevo, los brazos solo parcialmente y no tengo bíceps”, cuenta.

Sara Aller conversa con el seleccionador Fran Padilla durante un torneo en Croacia. Foto: World Boccia

Empezó de cero en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, en el que estuvo nueve meses ingresada. “Al principio veía el futuro muy negro. Pasé momentos duros, como el fallecimiento de un bebé que estaba en la habitación de al lado, me acuerdo de él cada día, aquello me enseñó que hay que vivir a tope, también por los que ya no están. Tampoco tenía derecho a quejarme, había gente en peores condiciones”, subraya. Ese optimismo y carácter combativo para sobreponerse a la adversidad la había heredado de su padre, que enviudó 15 días después del nacimiento de sus hijas. “Ha sido mucho peso el que ha tenido que cargar tras la muerte de mi madre. Él, Ana, mi hermano Felipe y el resto de mi familia son el pilar que me sostiene. En casa siempre hemos sido muy positivos, así que después del accidente no contemplaba rendirme. He aprendido a base de hostias”, asegura con una sonrisa.

En el hospital de Toledo probó el tenis de mesa como parte de su rehabilitación, incluso compartió peloteo con el rey Felipe VI en una visita que realizó al centro. Pero no le terminó seduciendo la pala. Tuvo que esperar hasta las navidades de 2020 para descubrir el deporte que le devolvió la motivación. Aunque reconoce que inicialmente no le convencía, en Valladolid empezó a tejer lazos fuertes con la boccia. “Desde Lanzadera Deportiva Inclusport contactaron conmigo, me dijeron que la selección española estaba interesada en mí y pensé que era una broma -ríe-. Lo veía una locura y creía que no iba a gustarme, pero prefería probarlo antes que arrepentirme”, cuenta.

Se presentó en la ciudad pucelana junto a su padre y fue clave la figura del seleccionador español, Fran Padilla, al que escuchaba con arrobo mientras le explicaba en qué consistía el deporte del que se enamoraría. “La invitamos porque creíamos que tenía potencial. Le mostramos la boccia desde el alto rendimiento, porque no es muy llamativa, pero la gente se termina enganchando. Es una deportista que ha sufrido un proceso para el que no estaba preparada y lo asumió con naturalidad, con la poca experiencia que tiene, es la nueva abanderada en categoría BC4 femenina (discapacidad física severa). Ha trabajado mucho, tiene un margen de mejora brutal y estoy seguro de que en los siguientes años dará que hablar”, sostiene el técnico.

Sara se entregó con feroz entusiasmo a este deporte: “Me habló de que era una mezcla de estrategia, con ajedrez, petanca y a mí me conquistó. Pero luego llegó el momento de coger las bolas y fue imposible, tenía mis manos cerradas y los dedos agarrotados, y se me caían al suelo. Tirar la toalla nunca ha sido una opción para mí, así que peleé para que mis manos consiguieran abrirse. En mi habitación, mientras leía, veía la televisión o escuchaba música, agarraba las bolas y usaba férulas todas las noches durante meses. Y lo conseguí. Me abrió las puertas de un mundo desconocido, me dio la posibilidad de viajar y de conocer a gente maravillosa”.

Sara Aller con su compañero Vasile Agache tras ganar una medalla por parejas BC4. Foto: FEDDF

Pese a su bisoñez, se estrenó a nivel internacional en el Europeo de Sevilla de 2021. Y lo hizo ante la bicampeona paralímpica, la eslovaca Michaela Balcova. “Vaya bienvenida. Cuando me dijeron que me enfrentaba a ella me asusté, pero rápido perdí los nervios y disfruté, aunque me dio una paliza -ríe-. He aprendido mucho de ella, ahora tenemos una relación estrecha, es una amiga”, agrega. Su corta pero intensa carrera está en la rampa de lanzamiento, y la define el trabajo y la edificación piedra a piedra. “Me queda mucho por aprender. Estoy trabajando más en la precisión, me cuesta porque no tengo sensibilidad en las manos, pero lo suplo con mi fortaleza mental”, apunta.

“Es capaz de soportar la presión y dar un rendimiento óptimo en situaciones límite. Ha llevado un proceso súper rápido y ha sabido afrontarlo con mucho trabajo y personalidad. Tiene carácter en el campo y su fuerte es la resolución táctica. Tiene una línea de pensamiento avanzada y es creativa para encontrar la mejor solución a cada jugada. Sara es una persona muy empática, siempre se preocupa de que todo el equipo esté bien. Es pura alegría y sabe sacar lo mejor de cada compañero o técnico que está cerca de ella”, añade Fran Padilla.

En tres años se ha colgado tres medallas: bronce en el World Challenger de Zagreb (Croacia) en 2022, plata en la Copa del Mundo de Póvoa de Varzim (Portugal) en 2023 y bronce en el Torneo Clasificatorio para París disputado en Coimbra el pasado mes de marzo. En territorio luso descorchó su alegría y la repartió con Vasile Agache, su compañero en BC4, con el que se entiende con una mirada, con un simple ademán. “Rompí a llorar cuando logramos la plaza para los Juegos Paralímpicos. ¡Si hace poco más de tres años no podía ni agarrar una bola, es increíble! Quiero disfrutar de la fiesta del deporte, compartir momentos con otros deportistas en la villa y en la ceremonia inaugural, que será espectacular. Y me hace mucha ilusión porque en las gradas estará mi familia y mis amigas, que siempre me han apoyado”, comenta.

Para la española es un éxito estar entre las mejores, confía en ganar algún partido en París y pasar a las rondas eliminatorias. Y aspira a hacer algo grande en la prueba por parejas. “En individual estoy todavía verde, pero puedo dar guerra. Con Vasile cambian los objetivos, nos enfrentaremos a algunas potencias, pero somos capaces de vencer a cualquiera. Y eso que, a diferencia de nuestros rivales, apenas hemos podido entrenar juntos porque él vive en Girona y yo en León. Estamos fuertes y no veo descabellado obtener una medalla. Soñar es gratis y, como siempre, lo hago con llegar a lo más alto”, apostilla Sara Aller, una ‘bochera’ que rezuma coraje, vitalidad, actitud y entereza.

SARA ALLER

Sara Aller Mayo (León, 1995). Boccia. Bronce en el Challenger Internacional de Zagreb (Croacia) en 2022, plata en la Copa del Mundo de Povoa do Varzim (Portugal) en 2023 y bronce en el Torneo Clasificatorio para los Juegos en Coimbra (Portugal). En París debutará en unos Juegos Paralímpicos.

1.- Defínase con tres adjetivos.

Empática, alegre y resiliente.

2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?

Un caramelo de menta que me dio mi abuelo, que falleció en 2020 y no pudo verme en mis inicios en la boccia. Es mi amuleto.

3.- ¿Tiene algún talento oculto?

Me dicen que saco lo mejor de cada persona.

4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?

Teletransportarme.

5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?

Cuando empecé en la boccia tenía agorafobia, pero ya lo he superado. Ahora no tengo miedos.

6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?

La pasta.

7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?

A un sendero de mi pueblo que lleva al río Órbigo, mi lugar de desconexión.

8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?

Un libro, un mechero y a alguna persona.

9.- ¿En qué animal se reencarnaría?

En un perro.

10.- Una canción y un libro o película.

‘Haz de luz’, de Rayden. Libro ‘Días sin ti’, de Elvira Sastre. Y película, ‘Lo imposible’.

 

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