Lionel Morales, tenacidad entre brazadas, pedaladas y zancadas

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Apenas llevaba unos meses practicando triatlón y la emoción flameaba tras sus ojos ante su debut en un Campeonato de España. Era en Águilas (Murcia), en 2014, y lideraba la prueba con bastante ventaja sobre sus adversarios hasta que a falta de 400 metros de la línea de meta notó una oleada de angustia que le subía por el cuerpo. Se desvaneció debido a un golpe de calor y pasó ocho días en coma inducido. “Empecé por la puerta grande -ríe-. Los médicos me dijeron que sobreviví porque soy muy deportista”, asevera Lionel Morales. Esa fue su carta de presentación en una modalidad en la que ha esculpido un gran palmarés en una década a base de tenacidad, trabajo y determinación.

Aquella era la segunda vez en la que su vida transitó sobre el abismo. En 1997, con 24 años, le amputaron la pierna izquierda por debajo de la rodilla tras sufrir un accidente de tráfico. “Estaba cogiendo una curva, un chico me adelantó y se cayó, con la mala suerte de que su moto volvió a la carretera y golpeó a la mía. Salí disparado hacia debajo del quitamiedos y ahí perdí la pierna. Estuve a punto de perder las dos”, cuenta. Tras dos meses hospitalizado, le costó digerir su nueva situación, pero se sobrepuso gracias a su fortaleza mental y positivismo con el que siempre había encarado cada desafío.

“El mundo se me vino encima, fue muy duro asimilarlo, al principio lo ves todo muy oscuro, sin encontrar una salida. En esa época no había tanta información sobre prótesis o deporte adaptado como existe hoy día y me vi muy solo. Al final, la vida te pone obstáculos y no te queda otra que coger carrerilla y saltarlos”, asevera. Morales, que nació en Caracas (Venezuela) pero a los cinco años se instaló con su familia en el pueblo costero de Punta Mujeres (Lanzarote), inició su rehabilitación en el mar, junto a las rocas de un espigón volcánico haciendo submarinismo.

El triatleta lanzaroteño en el segmento de ciclismo durante la Copa del Mundo de Vigo. Foto: Fetri

De niño pasaba las horas entre la calle y el agua, surfeando olas en ‘El Espino’ o realizando pesca submarina. Con 18 años, justo antes de cumplir el servicio militar, abrazó con sus puños el boxeo y se proclamó subcampeón de España junior en peso pluma. “Tenía madera de boxeador, pero mi intención nunca fue la de competir. Hice cinco combates y solo perdí con Faustino Reyes, que poco después ganó la plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Al terminar la ‘mili’, la Escuela de ‘Palenke’, donde entrenaba, había cerrado y dejé los guantes”, relata. Después del accidente, el canario incorporó la natación en su rutina diaria y se atrevió en 2012 a hacer las travesías a nado de Punta Mujeres y El Río. Los resultados fueron tan buenos que se apuntó al club NadaMás para perfeccionar su técnica.

“Me prestaron una bicicleta y como ya tenía prótesis de correr, sin darme cuenta estaba haciendo mi primer triatlón. Fue el Tri 122 de Lanzarote en 2013, con unas distancias más largas. Javier Mérida, también amputado y que ya tenía un buen palmarés, fue el que me convenció. Me dijo, tú te pegas a mí y corremos juntos. Pero no me esperó, eso sí, en la dura subida a Tabayesco le cogí y acabé ganándole”, dice entre risas. Ya nada iba a frenar su ímpetu y voluntad de hierro. Su primer podio internacional fue en Detroit en 2015 con un bronce. Y poco después se clasificó para los Juegos de Río de Janeiro 2016, en el estreno del triatlón en una cita paralímpica.

“Llevaba un año y de repente me vi en el evento más grande al que puede ir un deportista. Estaba en una nube. Fue una experiencia inolvidable, no llegué en las mejores condiciones porque una lesión me tuvo dos meses sin correr, pero crucé la línea de meta, acabé séptimo y con un diploma”, recalca. A partir de ahí su ascensión ha sido imparable: ha logrado una veintena de medallas internacionales, ha ganado varias Series Mundiales y Copas del Mundo, y ha sido dos veces subcampeón del mundo en PTS2 (deportistas con discapacidad física severa que compiten de pie).

Una categoría que se quedó fuera del programa de Tokio 2020. “Fue un varapalo, pero no me rendí, aguanté, a pesar de que a veces no me sentí valorado ni apoyado. Soy muy disciplinado y competitivo, con la constancia como clave para llegar a los objetivos. Detrás hay mucho trabajo, entrenos en solitario, en los que en ocasiones no puedes con tu alma, pero sigues adelante por tus sueños. He tenido que beberme muchas lágrimas, aunque la recompensa siempre llega”, apunta Morales.

Lionel Morales en París, en la Copa del Mundo del pasado año. Allí disputará sus segundos Juegos este verano.

A sus 51 años llega a sus segundos Juegos Paralímpicos. Para él la edad no es más que un número en su DNI: “He dado con la tecla en la forma de entrenar, en la alimentación, en el descanso. Algunos me preguntan cuándo me voy a retirar, pero pasan los años y me encuentro mejor físicamente, más fuerte que nunca, muy ilusionado. París 2024 lo afronto con una mentalidad distinta a la de Río de Janeiro, donde era un novato. El objetivo es subir al podio”. Esta temporada ha conseguido dos platas, una en la Copa del Mundo de Vigo y otra en las Series Mundiales de Devonport, competición en la que en junio ganó un bronce en Swansea.

El año pasado ya compitió en la ciudad francesa en una Copa del Mundo, aunque no guarda buenos recuerdos. “Tenía Covid-19, fiebre y lo pasé fatal, fue una tortura. El recorrido es precioso, pero el circuito de la bicicleta y de la carrera a pie no me benefician porque hay adoquines. La bici va traqueteando, mientras que, corriendo, los amputados tenemos el riesgo de meter la prótesis en un adoquín y caernos. La natación en el Sena -a la espera de que no haya contaminación para que el agua sea apta para el baño- si me va bien porque hay bastante corriente y soy un nadador acostumbrado a nadar con olas en el mar, tengo fuerza”, comenta.

Sus principales rivales serán el francés Jules Ribstein, el estadounidense Mohamed Lahna, el holandés Maurits Morsink y el belga Wim De Paepe. “Quedé cuarto en el último Mundial en Pontevedra y quiero quitarme la espinita. En mi cabeza tengo fijado luchar por las medallas. Soy bastante ambicioso y me he dedicado en cuerpo y alma al triatlón, me he preparado para ganar. El oro está complicado, pero estoy a un nivel alto para pelear por la plata o el bronce, sería un sueño más cumplido”, sentencia Lionel Morales.

El triatleta canario es uno de los candidatos en París 2024 a las medallas en categoría PTS2.

LIONEL MORALES

Lionel Morales González (Lanzarote, 1973). Triatlón. Cuenta con una veintena de medallas internacionales y ha sido dos veces subcampeón del mundo. Disputa en París sus segundos Juegos Paralímpicos.

1.- Defínase con tres adjetivos.

Cabezota, perseverante y ambicioso.

2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?

Las banderas de Canarias y de Lanzarote.

3.- ¿Tiene algún talento oculto?

Se me da bien surfear.

4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?

Erradicar el cáncer.

5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?

A las cucarachas.

6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?

Un buen trozo de carne -ríe-.

7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?

Al Chupadero, una zona de Punta Mujeres (Lanzarote) donde rompen las olas del mar en las rocas.

8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?

A mi familia.

9.- ¿En qué animal se reencarnaría?

En un león.

10.- Una canción y un libro o película.

‘Mi héroe’, de Antonio Orozco. Y una película, ‘Hombres de honor’.

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