La sorpresa de la cuarta jornada en el Mundial de París llegó desde el circulo de lanzamiento con Álvaro del Amo, quien rompió los pronósticos para colarse en el podio en peso categoría F11. El madrileño, que no estaba entre los principales favoritos a las medallas, dio un golpe sobre la mesa tras firmar un brillante concurso para llevarse el bronce.
En la previa del campeonato comentaba que se veía más fuerte con el disco porque lo había entrenado más, pero ha demostrado su enorme nivel también con la bola de acero. El atleta del Club Majadahonda, de 33 años, comenzó con 11.68 metros para situarse en el cuarto puesto. Esperó su momento y en el segundo intento ya se puso tercero con 12.41 metros, y aunque el croata Miljenko Vucic hizo 12.58, en el tercer lanzamiento volvía a meterse en posiciones de podio con 12.65.
En el cuarto alcanzaba los 12.81 metros, que suponen mejor marca personal, para distanciarse aún más de sus perseguidores en esa lucha por el bronce. Ni el indio Monu Ghangas ni el azerbaiyano Maharram Gasimov ni el croata Vucic fueron capaces de mejorar el registro del español en los últimos tiros. Del Amo tampoco superó su marca (10.69 y nulo), pero poco importaba ya, la presea era suya y también el billete directo para los Juegos Paralímpicos de París 2024. El iraní Mahdi Olad fue oro con 13.79 y el brasileño Alessandro Da Silva plata con 13.43.
“Estoy súper contento de haber conseguido el bronce. Estuvo muy reñida la competición y peleando la medalla desde el primer tiro hasta el último con el croata. Ha sido emocionante, estoy feliz de haber conseguido algo tan grande”, ha apuntado. Empieza a recoger los frutos a su constancia y trabajo silencioso hasta abrirse un hueco en la élite mundial del lanzamiento para atletas ciegos. Y todavía le queda una opción más de medalla ya que el sábado disputará la final de disco, modalidad en la que se siente más fuerte y en la que ya ganó un bronce en el Europeo de Polonia de 2021 y un diploma paralímpico en Tokio.
De niño ya mostraba buenas dotes para este deporte cuando siempre quedaba entre los mejores en las Olimpiadas Escolares de Madrid. “Se me daba bien lo de tirar, pero en la adolescencia me decanté más por el fútbol y aparqué el atletismo”, comentaba el madrileño, que nació con retinosis pigmentaria, enfermedad de carácter generativo que se agudizó a partir de los 18 años: “Solo veo luces y sombras”.
En 2014, cuando comenzó a trabajar en la venta del cupón de la ONCE, volvió a reencontrarse con el lanzamiento tras conocer a Alfonso Fidalgo, atleta que dejó una estela imborrable con cinco oros y una plata en tres participaciones en Juegos Paralímpicos (Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000), así como con varios títulos de campeón del mundo y de Europa. El leonés le animó a unirse a sus entrenamientos y enseguida se dio cuenta de que su futuro estaba en la jaula y en el círculo. En poco tiempo ha experimentado una gran progresión hasta convertirse en medallista mundial.
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