En la jaula o en el círculo de lanzamiento, armado con la bola de acero o con el disco, Álvaro del Amo, un hercúleo y jabato atleta, de barba rebelde y con antifaz que cubre unos ojos que solo distinguen luces y sombras, estira el brazo una y otra vez hasta el infinito para cazar medallas. A sus 34 años, el madrileño está en plena madurez, se ha consagrado en la élite en categoría F11 para deportistas ciegos a base de trabajo, lucha, paciencia y tenacidad. Los resultados ya afloran, como los dos bronces mundialistas logrados el pasado verano en París. Ahora vuelve a la capital francesa para afrontar un desafío mayor, alcanzar las preseas en unos Juegos Paralímpicos.
Hace un año se doctoró en el Estadio Charléty al colarse en el podio en sus dos disciplinas, lanzamiento de peso y de disco. Aún sin digerir la gesta lograda y con el cuerpo más serenado tras la oleada de emoción, encendió su móvil y una de las primeras llamadas que realizó fue a Alfonso Fidalgo, atleta que dejó una estela indeleble con cinco oros y una plata en tres citas paralímpicas (Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000), así como varios títulos de campeón del mundo y de Europa: “Le di las gracias por haberme reenganchado a este deporte y él me respondió que la constancia ha sido mía, que solo me volvió a mostrar el camino”.
El leonés fue quien le animó en 2014 a unirse a sus entrenamientos y enseguida se dio cuenta de que su futuro estaba ahí, entre esos artefactos. El círculo y la jaula se convirtieron en su nuevo hábitat y al lado de su referente aprendió y creció. “Es un ejemplo a seguir, siempre me ha dado buenos consejos para progresar, le estoy muy agradecido y ojalá algún día pueda tener la mitad de su palmarés. Tanto él como David Casinos -cinco medallas paralímpicas y siete veces campeón del mundo-, el otro histórico del lanzamiento para ciegos, son dos leyendas que me han puesto el listón muy alto y en mi categoría los países se han profesionalizado, hay gente con mucho nivel, pero estoy preparado para dar guerra”, recalca.
De pequeño ya mostraba buenas dotes para esta disciplina cuando siempre quedaba entre los mejores en las Olimpiadas Escolares de Madrid. “Se me daba bien lo de lanzar, pero en la adolescencia me decanté por el fútbol y aparqué el atletismo”, asegura Del Amo, que nació con retinosis pigmentaria, enfermedad de carácter degenerativo que se agudizó a partir de los 18 años. “Llevo desde 2018 tomándomelo más en serio, antes lo practicaba por fuerza bruta, no me dedicaba a ello como lo hago ahora, con una preparación de seis días a la semana. Cada año voy a más y todavía tengo margen de mejora, sé que puedo seguir creciendo”, subraya.
Se estrenó internacionalmente en el Mundial de Dubái 2019 con un séptimo puesto y en 2021 agarró su primera medalla, un bronce en el Europeo de Polonia. Unos meses después se llevó un diploma paralímpico en Tokio. “Tengo una espinita clavada ya que no saqué los resultados previstos. En disco sentí frustración porque estaba cuarto del ranking y quedé séptimo. Y en peso, ese día diluvió y el círculo parecía una mini piscina, y no supe gestionarlo porque no había entrenado nunca con lluvia. Ya no me vuelve a pasar más ya que en estos últimos años casi todas las competiciones las hice bajo agua, me voy acostumbrando”, dice riendo.
Durante un tiempo se vio estancado en las marcas porque sentía miedo escénico cuando le tocaba competir al sentirse observado. “Me temblaban las piernas, los nervios podían conmigo, me bloqueaba, pero por suerte rompí esa barrera mental y me di cuenta de que valía para este deporte”, confiesa. Lo demostró en el Mundial de París de 2023 colgándose en el cuello dos bronces. “La medalla en peso fue una sorpresa porque el croata -Miljenko Vucic- me había ganado en un Grand Prix ese año, pero le superé con 12.81 metros. En disco no me esperaba un rendimiento tan bueno, fui cuarto durante todo el concurso hasta que el austriaco -Bil Marinkovic- me superó en el quinto intento. En el último entré en la jaula sonriendo, sabía que le iba a adelantar y así lo hice con 37.60 metros. Estos resultados me han dado seguridad y confianza, es un impulso para el desafío que llega ahora”, relata.
En su eclosión mucho ha tenido que ver Jorge Gras, un entrenador que ha sabido exprimir su potencial. “A un mes de ir a Tokio me puse en sus manos y el cambio fue enorme, pasé de ir en una Vespino a una moto de 1.000 cilindradas. Ha sido clave encontrar a alguien que sabe lo que siento en la pista, he mejorado bastante en fuerza y en técnica, y he aprendido a no abandonar la competición si el primer lanzamiento sale mal, ahora controlo esas emociones y compito hasta el final”, explica Del Amo, que trabaja como vendedor del cupón de la ONCE.
Está en su mejor momento y se ve capaz de superar los 13 metros en peso y los 40 en disco, marcas que le situarían en la pole para luchar por las medallas en el Stade de France. Es consciente de que tendrá que lidiar con una ardua empresa al medirse a atletas de una dilatada experiencia y un alto nivel, pero no se arruga ante nadie. “Los favoritos son el brasileño Alessandro Da Silva y el iraní Mahdi Olad, también habrá que tener en cuenta a otros como el croata Vucic, el austriaco Marinkovic o el indio Monu Ghangas. En el Mundial ya di un golpe sobre la mesa y espero dar otro en los Juegos”, añade.
Llega a París sin límite en sus aspiraciones y con extra de motivación porque estará acompañado por familiares y compañeros de entrenamientos. “En Tokio, por la pandemia, no disfrutamos de la fiesta del deporte. Estoy con ganas de vivir la experiencia, de pasear por la villa o salir a la calle y ver a tantas nacionalidades y culturas diferentes. En cuanto a la competición, en disco estoy un puntito mejor y puedo luchar por el bronce. Sin embargo, en lanzamiento de peso he tenido una evolución y puedo pelear por la plata e incluso el oro. No será fácil, pero soy ambicioso, en mi cabeza está subir al podio, tengo muchas opciones de morder chapa en ambas disciplinas”, cierra Álvaro del Amo.
ÁLVARO DEL AMO
Álvaro del Amo Cano (Madrid, 1990). Atletismo. Medallista de bronce en lanzamiento de peso y de disco F11 en el Mundial de 2023. En París disputa sus Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Luchador, alegre y perezoso.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
El altavoz de música siempre me acompaña.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Se me da bien tocar la batería, aunque la tengo algo abandonada. Ahora estoy con la guitarra, la música me encanta.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Teletransportarme o ser invisible.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
A los escorpiones.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
El jamón serrano.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A las playas de Brasil, donde ya he veraneado tres veces.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
Una mujer y algo útil como mecheros -ríe-.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un lagarto, para estar en una roca tomando el sol -ríe-.
10.- Una canción y un libro o película.
No tengo una canción favorita porque me gusta todo tipo de música, como punk, rock, flamenco, funky, samba o música indígena. Una película, ‘Los odiosos ocho’, y un libro, ‘Guía del autoestopista galáctico’, de Douglas Adams.