Asier García, la batuta de la ‘ÑBA’ sobre ruedas

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Fue uno de los pilares en la conquista de la plata en los Juegos de Río y esta temporada sueña con ganar un título con Bidaideak Bilbao y una medalla en el Mundial con la selección.

Jesús Ortiz / dxtadaptado.com

Todos los balones pasan por sus manos, unos desatascan las jugadas y otros acaban en asistencias o en canastas. Imaginativo e imprevisible sobre la cancha, despliega una gran visión de juego y una capacidad de pase espectacular. Así es Asier García, el director de orquesta tanto de la selección española de baloncesto en silla de ruedas como de su equipo, el Bidaideak Bilbao. Un trabajador infatigable al que le encanta llevar la batuta y tomar decisiones, un jugador con magia.

Comenzó en el basket por casualidad y se ha convertido en uno de los mejores. Fue un pilar importante en la histórica medalla de plata conquistada por la ‘ÑBA’ sobre ruedas en los Juegos Paralímpicos de Río, donde brilló con grandes actuaciones. Aunque, humilde y discreto, rehúye el elogio y en sus triunfos siempre destaca la palabra «equipo». Lo suyo con el baloncesto fue un flechazo y eso que no sabía que existía el deporte adaptado.

En 1994, cuando tenía 13 años, dando un paseo con sus amigos en Getxo le atropelló un tren, que le dejó secuelas en las piernas. «Pasé seis meses ingresado, dos en la UVI. Tras muchas intervenciones, estuve dos años y medio en silla haciendo rehabilitación. Ahora puedo andar aunque me quedó cojera, pero pudo haber sido peor. Me cambió la perspectiva de la vida, el accidente me obligó a hacerme adulto de la noche a la mañana, pero tenía que asumir la responsabilidad», relata.

Una forma de vida

En el colegio practicaba todo tipo de deportes, pero tras lo sucedido pensó que el deporte se había acabado para él. Hasta que la puerta se le abrió con el baloncesto en silla: «Con 19 años un chico que jugaba en el equipo de Bilbao me invitó a probar con ellos. Me enganchó desde el primer día, me sentí muy cómodo, lo veía más divertido que el basket convencional y sabía que este deporte era lo mío. En estos 16 años ha sido una forma de vida, me lo ha dado todo».

Jugó durante cinco temporadas en el extinto C.D. Zuharrak, en 2006 fichó por el FC Barcelona para jugar por primera vez como profesional y después pasó por Toledo y Getafe. En 2012 regresó a Bilbao para enrolarse en el nuevo proyecto del club vasco. «Las ganas y la motivación siguen intactas desde el primer momento que agarré un balón. El día que me falte la ilusión por mejorar, no tendrá sentido seguir jugando. Por ello, cada año me marco pequeños objetivos para no perder la competitividad», explica.

La temporada pasada fue el mejor asistente y apareció en el quinteto ideal de la Liga División de Honor y este curso está liderando a su equipo en un arranque brillante. Bilbao es segundo en la clasificación y venció por primera vez en su historia al todopoderoso CD Ilunion. «En los últimos dos años nos quedamos cerca de llegar a la final en Liga y podemos dar la sorpresa este año», apunta.

En febrero llega la Copa del Rey y en abril disputarán la segunda competición europea más importante, que se celebrará en Bilbao. «Tenemos un buen equipo y está en nuestras manos levantar un trofeo. Somos un club modesto que lleva muchos años en la élite y ya nos toca ganar un título. Lo intentaremos en la Copa y en Europa queremos dar un pasito más. En 2016 perdimos la final de la Challenge Cup y en 2017 fuimos cuarto en la André Verwaguen Cup, competición que jugaremos este año en casa y que nos hace ilusión ganarla», subraya.

Una plata histórica

Con la selección española se colgó dos bronces en los europeos de Israel 2011 y Frankfurt 2013, y la plata de los Juegos de Río. «Lo de Brasil fue mágico, hicimos historia, aunque dolió un poco perder con EE.UU. la final, la cual me costó más de un año verla. El anterior seleccionador, José Manuel Artacho, me dijo que viese todos los partidos como un aficionado y le hice caso, disfruté mucho jugando en Río y luego en casa viendo el gran juego que desplegamos», rememora.

Pero el pasado verano España no ofreció su mejor nivel en el Europeo de Tenerife y se quedó fuera del podio. «Fue un poco decepcionante, ser quintos fue un palo duro que nos costó asimilar», cuenta. Ahora tienen una oportunidad de redimirse con el Mundial de Hamburgo, donde estarán dirigidos por Óscar Trillo, nuevo inquilino del banquillo español. «Con él fuimos cuartos del mundo en Corea en 2014. Nadie apostaba por nosotros, demostramos ser capaces de plantarles cara a cualquier equipo y parte de la plata de Río la empezamos a conseguir en ese campeonato», aclara.

«Somos una selección con buenos jugadores, pero sin compromiso, ganas y trabajo no vamos a ningún sitio. Debemos recuperar nuestro ADN, el defender fuerte para jugar transiciones rápidas. Hay que ser agresivos y disfrutar defendiendo para pelear por las medallas en Alemania», comenta el capitán de la ‘ÑBA’ sobre ruedas, que firmaría ya «una final con EE.UU. si no la perdemos».

Asier se define como «un currante en la pista, trato de que mis compañeros se sientan cómodos cuando dirijo el juego, intento hacerles la vida más fácil y disfruto más dando una asistencia que metiendo una canasta». Asegura que está en los últimos coletazos de su carrera pero aún tiene mucho talento que ofrecer y algún sueño por cumplir: «Me encantaría lograr con Bidaideak Bilbao el primer título de su historia y con la selección, alguna medalla en Europeo o Mundial y un oro en Tokio 2020 sería el colofón perfecto».

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