Beatriz Lérida, una brava nadadora, otro talento emergente en el agua

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Cuando Beatriz Lérida pisó por primera vez la piscina del CAR de Madrid, Xavi Torres, leyenda de la natación -16 medallas paralímpicas- y uno de los encargados de moldear a las jóvenes promesas del equipo AXA, no salía de su asombro tras pedirle que saltase desde el poyete para verla en acción. Aquella adolescente se encaramó al borde agarrada del bañador por sus padres. “En las competiciones me tenían que sujetar o me ponían tablas flotantes para saltar desde ellas. Era incapaz de hacerlo desde arriba, sentía miedo, hasta que Xavi me enseñó y ese temor desapareció”, confiesa entre risas. Por aquel entonces ya rezumaba talento, potencial y desparpajo. A sus 19 años acumula motivos para entender el porqué de las ilusiones depositadas en ella. Se ha convertido en una realidad, en una brava nadadora que batalla con las mejores.

En el agua su timidez se evapora para dar paso a la garra y voracidad con la que lanza cada brazada. Disciplinada y tenaz, la castellanomanchega cumplirá un sueño en los próximos días en La Défense Arena: su bautismo en unos Juegos Paralímpicos. “Descubrí la natación adaptada en 2016 siendo una niña y ahora seré una de las protagonistas en el mayor evento al que puede aspirar un deportista, estoy en una nube”, declara. Se enfundó las gafas y el gorro con cuatro años por recomendación médica debido a la escoliosis que padecía por su discapacidad. Nació con una enfermedad congénita llamada agenesia de tibia, que provocó que con 18 meses tuvieran que amputarle la pierna derecha.

“No tenía rodilla, tobillo ni núcleo de crecimiento del fémur. Después de recorrer varios hospitales, la mejor solución para evitar el caso del miembro fantasma era operar. Además, en el pie izquierdo tengo una malformación, me faltan los tres dedos de en medio y los otros dos tienen aspecto de pinza de cangrejo. Para mi familia fue un jarro de agua fría, pero lo afrontaron con optimismo y ofreciéndome las herramientas necesarias para desenvolverme por mí misma desde pequeña. He crecido con ello, con una prótesis, así que nunca ha supuesto un problema en mi día a día, siempre he sido una más en la calle o en el colegio. Por ejemplo, allí teníamos un ascensor y prefería subir con mis amigas por las escaleras. O en Educación Física, jamás me pusieron una adaptación específica para completar ejercicios, hice las cosas como cualquier otro alumno”, explica.

La valdepeñera Beatriz Lérida se lanza a la piscina durante una competición. Foto: CPE

A los siete años ingresó en el Club Natación Valdepeñas y fue pulida por Ovidio Ferrón. Al mes empezó a acudir a campeonatos y confiesa que no le gustó competir la primera vez: “Iba con muletas, apenas conocía a nadie y me puse a llorar. Poco a poco me fui encontrando más cómoda y disfrutando mucho de lo que hacía. Me medía a chicas sin ninguna discapacidad en Castilla-La Mancha y había gente que me observaba con rareza y preguntándose ‘¿Y esta va a nadar aquí?’. Esos comentarios y miradas hacían crecerme, me daba energía y sacaba toda la rabia, no iba a dejar que nadie pensara que no fuera capaz de nadar porque me faltara una pierna”.

Durante unos años vio estancada sus marcas, en parte, por el efecto paralizante que ejercía sobre ella el pánico escénico de la competición. “A veces me sentía sola y los nervios me atenazaban, incluso era incapaz de probar bocado antes de lanzarme al agua, por lo que nadaba sin fuerzas. Nunca se me olvidará mi primera prueba en natación paralímpica, en el Open Rivas. No quise calentar ni nadar y me fui al vestuario llorando. Varias personas del Club Natación Pozuelo, al que ahora pertenezco, se acercaron para hablar conmigo y me tranquilizaron. Desde entonces sentí una liberación”, afirma.

Llegó el cambio para ella con su entrada en el CAR de Madrid, a las órdenes de Darío Carreras y su equipo. “He mejorado en muchos aspectos, en la técnica, posición, volteos o salidas. Nado cualquier estilo, soy velocista y también fondista, tengo capacidad para aguantar pruebas largas. Y mentalmente sé gestionar las competiciones, antes cuando no salían las cosas pillaba un gran berrinche y me comía mucho la cabeza, ahora me quedo con lo positivo y hago borrón y cuenta nueva”, recalca. Tener en su grupo de entrenamientos a compañeros como Carlos Martínez o Teresa Perales supone un extra de motivación para querer llegar lejos. “Me veo reflejada en ella, tiene un palmarés increíble y una filosofía de vida que me encanta. Me ayuda con sus consejos y he tenido la suerte de compartir habitación en concentraciones, para mí es como una madre”, subraya la joven, estudiante de Fisioterapia.

Beatriz Zudaire saluda a Núria Marquès tras lograr la plata en 100 espalda S9 en el Europeo de Madeira 2024. Foto: IPC

“Se está convirtiendo en una nadadora muy completa, es competitiva y ambiciosa, conoce bien a sus rivales y cuando se tira al agua quiere ganar a todas. Su prueba es el 100 espalda S9 y se defiende bien en el 400 libre. Como curiosidad, sigue compitiendo con gente sin discapacidad, aportando puntos importantes al club en la Copa de España”, analiza Carreras. Beatriz no ha parado de derribar barreras y es un ejemplo de inclusión: “Sé que estoy en desventaja porque nado con una pierna en la que tengo medio pie -ríe- y las demás tienen doble impulso, pero como no me gusta quedar última, me exijo más y eso me ayuda a ser mejor después en los campeonatos paralímpicos”.

La valdepeñera, campeona de España infantil y júnior, ya se ha asentado en la élite. En el Mundial en Madeira en 2022 fue quinta en espalda y en el de Manchester en 2023 acabó cuarta, una posición que festejó como una victoria. “Lo había pasado mal en los meses previos por culpa de la tos, me ahogaba al entrenar, así que lo celebré como si hubiese ganado. Confío en que a la tercera sea la vencida y pueda colgarme una medalla, ojalá sea en París”, apunta. Llega a los Juegos Paralímpicos ilusionada y sin complejos, con ganas de demostrar todo lo trabajado en estos meses y de repetir podio, como hizo en el Europeo de abril en Portugal con una plata, su primera medalla internacional.

Antes de viajar a la Ciudad de la Luz, lo primero que echó en la maleta fue la toalla azul del Campeonato de España AXA que le dieron hace más de siete años y que siempre le acompaña. “Está ya pasada y tiene hasta agujeritos que tengo que coser -ríe-, pero no me puede faltar. Al igual que llevar dos gorros siempre puestos para que no se me caigan las gafas”, comenta. En la piscina francesa nadará el 400 libre y el 100 espalda S9, prueba en la que tendrá como principales rivales a la española Núria Marquès, a la brasileña Mariana Ribeiro y a las estadounidenses Christie Raleig-Crossley, Hannah Aspden y Elizabeth Smith.

“Ya con estar entre ellas es un éxito, en mis primeros Juegos lo que busco es vivir la experiencia, Los Ángeles 2028 sí podrían ser más los míos, pero en París no renuncio a nada. Para pelear por medallas habrá que bajar de un minuto 12 segundos y es complicado, ya que, al ser una prueba corta, el mínimo fallo te condena. Pero llego fuerte, el nivel de entrenamientos ha sido el adecuado y aspiro a lo máximo. Quiero disfrutar cada minuto porque ha costado mucho hacer realidad el sueño, he sacrificado mi adolescencia con horas de dedicación y un trabajo duro cada día. Pero lo he hecho porque me apasiona la natación y porque deslizarme por el agua me aporta paz y libertad”, apostilla.

BEATRIZ LÉRIDA

Beatriz Lérida Maldonado (Valdepeñas, 2005). Natación. Plata en 100 espalda S9 en el Europeo de Madeira 2024. Debuta en unos Juegos Paralímpicos.

1.- Defínase con tres adjetivos.

Constante, trabajadora y disciplinada.

2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?

La toalla azul del Campeonato de España AXA que me dieron cuando empecé y que tiene algún agujerito -ríe-.

3.- ¿Tiene algún talento oculto?

De pequeña se me daba bastante bien bailar flamenco, aunque ahora no -ríe-.

4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?

Teletransportarme, soy demasiado vaga para andar.

5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?

A nada en concreto.

6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?

La sopa.

7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?

Me encanta ver el atardecer en algún sitio tranquilo y sin gente.

8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?

Una botella de agua, algo de comida y un libro.

9.- ¿En qué animal se reencarnaría?

En un delfín o en una nutria.

10.- Una canción y un libro o película.

‘She doesn’t mind’, de Sean Paul. Un libro, ‘La promesa de Julia’, de Blue Jeans.

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