El atleta balear persigue la mínima para el Mundial tras 21 meses sin competir por una lesión en el cuádriceps que le obligó a pasar por el quirófano.
Jesús Ortiz / dxtadaptado.com
Joan Munar vuelve a sentirse atleta. El velocista español recupera la sensación de competir, algo que no experimentaba desde el 22 de julio de 2017 en el Mundial de Londres, cuando logró una plata en los 200 metros y un bronce en los 100 metros lisos en la categoría T12 (deficientes visuales). Desde entonces, una lesión de rodilla y la rotura del tendón del cuádriceps de la pierna derecha le mantuvo en el dique seco durante 21 meses.
Ahora el deportista mallorquín ha regresado al tartán con brío, ilusión y ambición en busca de la marca mínima para el campeonato del mundo de noviembre en Dubai, en el que espera subir al podio y lograr así el billete directo para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. Con perseverancia y esfuerzo ha superado el arduo camino y de nuevo disfruta sobre la pista.
«La recuperación ha sido bastante larga, con más tiempo de lo esperado. La zona afectada fue la ingle y esa parte es el motor principal de un velocista. Tuve que pasar por el quirófano y estuve cuatro meses sin poder trotar. Hice mucho trabajo aeróbico en el gimnasio con la handbike, ejercicios para fortalecer el músculo y andar. Hasta principios de este año no empecé a entrenar con normalidad, pero partiendo desde cero, lo había perdido todo», explica.
Aunque tuvo altibajos, en ningún momento perdió la fe, siempre mantuvo el optimismo para seguir soñando. «Pasé todo el verano en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat, psicológicamente fue un poco duro porque estuve muy solo y hubo días que los pasé mal. Los entrenamientos nada tenían que ver con el atletismo, pero trabajaba cada día con la idea de empezar en la pista lo antes posible», relata.
La lesión le llegó en un momento dulce de su carrera, tras lograr dos medallas en el Mundial. «Lo peor fue ver que estaba bien, en mis mejores marcas personales y comencé a tener molestias, primero en la rodilla, pero pensaba que iba a aguantar el dolor, hasta que el cuerpo dijo basta. Estaba en una línea buena y de repente todo el trabajo se fue al garete. Lo bueno es que fue en un año en el que solo había un Europeo y quedaban dos para Tokio 2020, así que había margen para reaccionar», asegura.
El atleta de Calviá, entrenado por Álex Codina, tuvo su primera competición en abril en Mallorca, en mayo consiguió dos triunfos en el Meeting Internacional de L’Hospitalet y también destacó en Basauri, aunque no pudo firmar la mínima para el Mundial, fijada en 11.20 segundos en los 100 metros.
«Estoy corriendo en esa marca, pero cuando hay viento a favor de 2 m/s queda invalidada. No me acompaña la suerte, aunque sé que llegará. Estoy contento de volver a estar como antes de la operación, ha costado un año, ya estoy compitiendo sin dolor y aun sé que puedo mejorar bastante», añade el balear, que hace nueve años cambió las botas de fútbol por las zapatillas para correr obligado por la retinosis que sufría de nacimiento. Su enfermedad degenerativa le produce una disminución lenta pero progresiva de la agudeza visual que afecta al campo periférico, tiene una visión túnel, por los lados no ve nada y por el centro un poco.
Munar necesita tiempo para alcanzar el pico óptimo de forma y poder pelear así por las medallas en los 100 metros en el Mundial, única prueba en la que participará ya que el 200 lo han quitado del programa paralímpico en su categoría. Tampoco estará en los 400 metros ya que «me cuesta seguir las líneas y no quiero correr con un guía. Mientras vea un poco, seguiré corriendo solo y por eso me centro en los 100».
Su objetivo, participar en sus terceros Juegos Paralímpicos: «Hay que hacer la mínima que está en 10.99 segundos, un reto ya que nadie en España ha bajado de los 11 segundos, o subir al podio en el Mundial. Ya pienso en Tokio y en lograr una medalla, no sé si el oro, pero mi intención es llegar a la final y llevarme al menos el bronce».
