Potencia y sangre fría, ambición sin límites y fortaleza mental, fiabilidad y seguridad. Son los elementos que caracterizan a Kim López, una bestia de brazos hercúleos que ha vuelto a conquistar un oro a ‘bombazos’ en los Juegos Paralímpicos. En Río de Janeiro 2016 alcanzó la gloria en lanzamiento de peso F12 y ahora en Tokio ha subido un peldaño aún mayor porque no solo se ha llevado la presea dorada, sino que lo ha hecho a lo grande, tras destrozar el récord del mundo que él mismo poseía.
Es el único deportista ciego o con deficiencia visual de la historia que ha superado la barrera de los 17 metros. En junio en el Europeo de Bydgoszcz (Polonia) hizo 17.02 y en el Estadio Nacional de la capital japonesa ha elevado esa plusmarca hasta 17.04 metros. Su máximo rival, el ucraniano Roman Danyliuk, no podía hacer otra cosa que rendirse ante la tiranía del lanzador de enormes músculos tatuados y barba negra azabache. Es el mejor arrojador de la bola de acero -7,260 kilos- de todos los tiempos en categoría F12.
Solo se vio por debajo de Danyliuk tras los dos primeros lanzamientos, ya que hizo nulo y luego 16.51, a dos centímetros del primer puesto. Fue mejorando sus tiros progresivamente, en el tercero consiguió 16.81, una distancia a la que ya nadie pudo llegar más que él. Luego bajó a 16.78 y en el quinto intento agarró la bola, tan ligera en sus manos, la colocó bajo su barbilla y tras un movimiento rotatorio la hizo volar en un arco perfecto hasta que cayó en 17.04 metros, dos centímetros más allá de la cinta que marcaba el récord del mundo que ya tenía.
Con una rotura del ligamento cruzado de la rodilla
Una medalla muy especial en su fastuosa carrera deportiva, en la que sobresalen los dos oros paralímpicos, así como numerosos metales mundiales y europeos. Un éxito que tiene más valor ya que el titán valenciano lleva desde hace dos años y medio con una rotura del ligamento cruzado de la rodilla izquierda. Prefirió un tratamiento conservador y esquivar el quirófano, a pesar de que en cada sesión de entrenamiento y competición acababa con el cuerpo dolorido. Pero como decía Muhammad Ali: ‘El dolor es pasajero y la gloria eterna’.
“Ha sido una prueba un poco difícil al principio, es el ciclo más duro que he hecho, el que más me he preparado. Hemos tenido una temporada larga, no hemos parado y ha habido problemas externos, tuve una lesión muy fuerte y he luchado mucho para estar aquí. Estaba mejor de lo que se ha visto ahí fuera. No estaba saliendo bien al comienzo, pero me he metido en la prueba, me he concentrado y sosegado. Estoy para lanzar mucho más lejos así que espero llegar a París 2024 dando más”, ha recalcado Kim López.
El de Silla (Valencia) empezó de pequeño en la natación, pero se aburría en la piscina y aterrizó en el atletismo por afán competitivo. “Estaba en un centro internado en Alicante y fue por un pique con un compañero. Me dijo que me ganaba nadando y le vencí. Y luego me retó en lanzamiento de disco y volví a ganarle. Me gustó mucho y desde entonces no lo he dejado”, relata en una entrevista con este medio.
Sin embargo, tuvo un periodo de vaivenes, dejó de estudiar y pasaba muchas horas en la calle, creció en un entorno de delincuencia. “Era muy callejero, un chico de barrio, pero me di cuenta de que tenía que pelear para alejarme de ese lado oscuro”, comenta. El deporte se postuló como la única salida, dejó su ciudad y accedió a la residencia Blume de Madrid, donde empezó a forjar su leyenda.
Su piel es un lienzo de tatuajes que recorre cada vivencia que le ha marcado en su travesía. En el dedo índice de su mano derecha aparece una bala con la H de ‘hermanos’ que “representa a mi gente, siempre que me necesiten ahí estaré”. También lleva un tiburón, unas rosas, una geisha, un dragón, una luna en la espalda que simboliza a su madre y dos pistolas que representan a sus hermanos, Rubén y Kevin, “mis armas de defensa”. Ahora se tatuará algo relacionado con Tokio, la ciudad en la que ha confirmado que es el ‘rey’ del lanzamiento de peso.