Vicky Alonso y Vicky Pérez forman un tándem brillante que ha ayudado a la selección de basket en silla de ruedas a lograr su mejor posición en un Mundial.
Jesús Ortiz / dxtadaptado.com
Las ‘Vickys’, una Alonso y la otra Pérez. Son la versión de ‘Zipi y Zape’ en el baloncesto femenino español en silla de ruedas. Cuando se divierten en la cancha, lo hace también el equipo, como ha pasado en Hamburgo, donde una selección rebelde y guerrera ha firmado una gesta con un séptimo puesto en su primer Mundial tras 24 años de ausencia. Un logro en el que mucho ha tenido que ver esta pareja de pívots físicamente potente, trabajadora y con gran capacidad de entrega.
Las rivales sufrieron sus andanzas en el campeonato, donde promediaron más de 13 puntos y 8 rebotes por partido. Se entienden a la perfección en la pista y forman un tándem explosivo e ilusionante cuando combinan el talento, la alegría y el desparpajo que atesoran. «Hay una gran complicidad y conexión entre nosotras. Mientras yo aporto un trabajo más físico, ella es seguridad en la pista, tiene una gran visión de juego, una calidad de tiro increíble y le diferencia la envergadura que posee», asegura Vicky Alonso.
«Somos distintas en la forma de jugar, eso hace que nos complementemos muy bien. Ella es un ejemplo, un ídolo a seguir, el espejo donde me miro. Es una jugadora extraordinaria, el resultado del tesón y del esfuerzo», añade Vicky Pérez. La aportación de ambas, tanto en defensa como en ataque, ha sido fundamental para el combinado que dirige Abraham Carrión, capaz de jugarle de tú a tú a potencias mundiales.
«Ya era un premio estar allí, logramos ante Brasil la primera victoria de la historia para España en un Mundial. Nos tocó el grupo de la muerte y nos metimos entre las ocho mejores tras ganar a Australia. Quizás nos queda un sabor agridulce porque tuvimos en nuestras manos ante EE.UU. el pase para luchar por el quinto y el sexto puesto», dice Alonso. «Íbamos a Hamburgo a ciegas y hemos demostrado que podemos plantarle cara a cualquier selección a pesar de tener menos recursos que el resto. Eso quiere decir que hay diamantes en este grupo, solo hay que seguir puliéndolos», añade Pérez.
La clave, el rodaje con sus equipos
Para ambas, la clave del salto de calidad radica en el rodaje que han tenido con sus clubes esta temporada. «Este año hemos disputado muchos minutos en Liga con nuestros equipos y eso nos ha permitido llegar a la selección con mayor experiencia. Una de los momentos importantes fue el torneo amistoso de Lyon, donde ganamos a Canadá, pentacampeona del mundo, algo que nos marcó, nos hizo creer en nosotras», recalca Alonso. La viguesa, que ha superado las 100 internacionalidades, recuerda que el camino para alcanzar este nivel ha sido complicado.
«Llevo en el equipo 15 años, estuve en la reunión de Dos Hermanas (Sevilla) en 2002 donde la selección, tras unos años de inactividad, volvió a cobrar vida. He visto caer a muchas jugadoras que no han podido conseguir este sueño y hemos tenido que superar muchos obstáculos, como el económico o la falta de oportunidades a las mujeres en nuestros equipos, que son mixtos. Hasta hace poco nos concentrábamos cuatro días antes de ir a un Europeo, ha habido pequeños cambios pero aún falta un empujón más», sostiene.
La gallega, que a los nueve años le amputaron la pierna derecha a causa de un tumor, llegó al baloncesto de rebote, cuando su profesor en la autoescuela -Diego Núñez, ex entrenador del Amfiv de Vigo- le animó a probar. «Desde entonces, nunca me he separado del balón», confiesa. Este año afrontará su segunda temporada en Ferrol con el Abeconsa Basketmi, con el objetivo de ascender a División de Honor.
Canterana de Estudiantes
Vicky Pérez sigue los pasos de su compañera, su flechazo con el basket se dio cuando era niña y jugaba en categorías inferiores de Estudiantes, pero una lesión le cambió la vida. «Me rompí el ligamento cruzado anterior y en quirófano cogí una bacteria que se comió todo por dentro y me tuvieron que poner una prótesis de rodilla», cuenta. En la carrera de Terapia Ocupacional descubrió el baloncesto en silla, que le ha dado la oportunidad de ser profesional. «La adaptación fue dura, todos los días me salían moratones al intentar levantarme porque siempre estaba en el suelo», bromea.
Primero jugó en Getafe, donde Lucía Soria fue su cicerone en este deporte, y luego en el CD Ilunion, con el que ha ganado numerosos títulos compartiendo equipo con su pareja, Alejandro Zarzuela, uno de los pilares de la selección masculina. «Me exige siempre y tenerlo al lado me hace crecer. No hay mejor maestro que él, es un deportista nato y aprendo mucho con él», subraya. Este año cambiará de aires, ya que jugará en Primera División con Las Rozas, dirigido por Abraham Carrión: «Lo afronto con ilusión porque voy a tener un papel más protagonista, voy a disfrutar de más minutos».
El siguiente episodio con España toca dibujarlo en el Europeo de 2019, que reparte cuatro billetes para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. «El Mundial nos ha hecho cambiar la mentalidad, ahora hay que ir con ambición para recortar diferencias con equipos que están por encima nuestra, como Gran Bretaña o Alemania. Vamos a luchar por estar en Japón», apunta Alonso. «Desde Barcelona 92 el equipo femenino no disputa unos Juegos, así que el gran reto es competir en el Europeo y pelear por hacernos con una plaza para Tokio. Soñamos en grande», apostilla Pérez. La doble ‘V’ quiere continuar con sus travesuras en la cancha.