Michelle Alonso: «Me marcho con la cabeza alta, lo he ganado todo. Que me quiten lo bailao»

La nadadora canaria, triple campeona paralímpica, anunció su retirada de la alta competición a sus 28 años por una tendinitis supraespinosa y una bursitis en el hombro derecho que le impiden entrenar y realizar acciones cotidianas.

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“El dolor es insoportable, no puedo levantar el brazo, peinarme o coger una botella de agua. De seguir así tendría que pasar por el quirófano y no quiero porque me da miedo. Así que lo dejo, ha sido una decisión difícil, pero me marcho con la cabeza alta y por la puerta grande porque lo he ganado todo. Ahora que me quiten lo bailao”. Al teléfono, Michelle Alonso aclara los motivos de su temprana retirada a los 28 años. Con la voz entrecortada, asegura haberse quitado un peso de encima. Deja la natación en la cima, con tres oros paralímpicos consecutivos y siendo la reina mundial de los 100 metros braza en categoría SB14.

Todo empezó a finales de 2021, poco después de lograr su tercera presea dorada en unos Juegos y de batir el récord del mundo en Tokio con un registro de 1:12.02. Un dolor intenso apareció en su hombro derecho y desde entonces le acompaña, impidiéndole entrenar en el agua y privándole de realizar tareas cotidianas. “Al principio pensé que se trataba de una sobrecarga, pero iba cada vez a más y me dijeron que era una tendinitis del supraespinoso, junto a una bursitis. Cuando cojo cualquier cosa me duele por el peso. Ya ni me deja dormir y es frustrante”, explica.

A pesar de la lesión, la canaria llegó al Mundial del pasado verano en Madeira (Portugal) para conquistar un nuevo título y mantener su reinado. “Estuve entrenando con un solo brazo y el otro inmovilizado, tomaba montones de inflamatorios y me tuvieron que infiltrar, no sabía cómo iba a responder, y encima con la alergia que desarrollé al cloro. Fue un subidón cuando toqué la pared en primera posición. Ha sido la mejor despedida posible, siendo campeona del mundo”, recalca.

No hubo mejoría, acudió a varios médicos porque el hombro continuaba martirizándola. Hasta que ha dicho basta. Solo ella conoce el grado de dolor que está soportando. “Un doctor me dijo que iba para largo y tenía que corregir mi forma de nadar, algo que me iba a costar el doble aprenderlo por mi discapacidad intelectual. Y otro me comentó que, si seguía a este nivel en la piscina, de uno a dos años tendría que pasar por el quirófano y no quiero. Nadie me asegura que operándome vaya a desaparecer el dolor”, comenta.

Michelle Alonso con la medalla de oro en los 100 braza SB14 en los Juegos Paralímpicos de Tokio. Foto: CPE

La ‘Sirenita’, que fue abanderada del equipo español junto al ciclista Ricardo Ten en la ceremonia inaugural de Tokio 2020, confiesa que le ha costado mucho tomar la decisión. “Ha sido muy difícil. Un día me levanté llorando del dolor que tenía, hablé con mi madre y nos pusimos a escribir una carta para enviarla a mi club, el Midayu Tenerife, a mi entrenador José Luis Guadalupe, al Comité Paralímpico Español y a la FEDDI (Federación Española de Deportes para Personas con Discapacidad Intelectual). He ganado todo lo que me propuse, tres oros paralímpicos y 13 medallas entre mundiales y europeos. Incluso competí en un Campeonato de España absoluto. He demostrado que con esfuerzo, trabajo y sacrificio se puede llegar lejos”, subraya.

Es un adiós a la élite, pero no a la piscina, su hábitat natural desde niña. Se enfundó las gafas y el gorro con siete años por recomendación médica debido a problemas de espalda. Atesoraba cualidades, pero no se integró en su primer club porque no supieron tratarla bien: “Tenía problemas de comunicación y no aceptaban cómo era, me sentía muy sola y lo pasé mal porque las chicas se reían de mí. Tenía un bloqueo mental y no avanzaba, así que decidí marcharme”. Con 14 años pensó en dejar el bañador, pero en 2009 apareció José Luis Guadalupe, su mentor, su álter ego, la persona que supo pulir sus virtudes. Ambas piezas encajaron en el puzle.

“Guada ha sido más que un entrenador, es parte de mi familia, un amigo, el que me animaba en momentos de bajón y el que ha sabido sacar lo mejor de mí como nadadora. Le estoy muy agradecida por todo lo que hizo por mí en todos estos años”, dice, emocionada. “Ha sido un aprendizaje para mí estar con ella y es una gran experiencia la que me llevo como entrenador. Ha tenido una dedicación plena en todos estos años, además de su fisionomía y aptitudes innatas a nivel biomecánico que tiene para la braza, han hecho que sea un caso único en la natación paralímpica para personas con discapacidad intelectual. Lo ha logrado todo y no tiene más metas. A pesar de que le quedan dos años para París, que serían muy exigentes y requerirían una dedicación plena, ella tiene una edad y supongo que lo que quiere es hacer más cosas”, añade el técnico.

Con él tocó el cielo en los tres últimos Juegos Paralímpicos. “A los de Londres 2012 fui muy joven, no sabía lo que significaban, aquello me pareció como un parque de atracciones; en los de Río de Janeiro 2016 ya me di cuenta de la magnitud de este evento; y los de Tokio 2020 fueron los más especiales. Soy una fanática del país y de la cultura japonesa, fui la abanderada y gané el oro e hice récord del mundo, algo que no me esperaba”, relata.

Aunque ahora mismo solo se centra en la rehabilitación para desprenderse del dolor, no cierra del todo la puerta a un posible regreso. “Ahora mismo no hay posibilidades, estar en París 2024 es casi imposible porque tendría que empezar de cero y no sé si llegaría a hacer la marca mínima. Seguiré acudiendo a campeonatos de España, aunque lo importante es mi salud, solo quiero recuperarme bien y volver a disfrutar libre y sin molestias en el agua”, apostilla con su sonrisa perenne Michelle Alonso.

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