Ricardo Ten no compite, desafía. A la lógica, a la edad, al cuerpo, al tiempo. Desafía al cronómetro, a los rivales, al recuerdo mismo de lo que puede parecer imposible. A sus 50 años, este valenciano que nació para la resistencia y se hizo leyenda primero en la piscina y luego con cada pedalada, ha vuelto a romper moldes al conquistar el oro en el kilómetro contrarreloj del Mundial de ciclismo en pista paralímpico.
En Río de Janeiro, lo ha hecho en su prueba que menos ha preparado, en la categoría C1, reservada para deportistas con mayor discapacidad física o parálisis cerebral. Ten, que tiene amputados ambos brazos y una pierna, fue tercero en la clasificatoria con un crono de 1:21.079. Pero los campeones no se explican en tiempos de mañana, viven para las finales. Y él tenía reservado un extra de gasolina.
En el velódromo brasileño, todo era tensión y madera pulida. Cuatro vueltas al óvalo. Silencio antes de la salida, casco aerodinámico calado, mirada fija. Se acopló a su bicicleta como quien entra en una armadura. Y voló. Lo hizo sin regalar un gramo de energía. Cada vuelta fue más rápida que la anterior.
Casi seis segundos mejor que en la clasificatoria
Aceleró con una cadencia perfecta. Cuando cruzó la meta, el cronómetro marcaba 1:15.182. Casi seis segundos mejor que su registro matinal. Una velocidad media de 47,88 km/h. Era el tiempo a batir. Aún faltaban sus dos principales rivales: el ruso Ivan Ermakov y el malayo Mohamed Yusof Shaharuddin.
El ruso no pudo mantener el ritmo y terminó en 1:17.657. El malayo parecía tenerlo. Volaba en los primeros compases, líder hasta los últimos 250 metros. Pero se desinfló en el tramo final y detuvo el crono en 1:15.432. Plata para él. Oro para Ricardo Ten.
Es su medalla mundial número 33 entre pista y carretera. Su decimoctavo maillot arcoíris. Nadie tiene más que él en la historia del ciclismo español. Insaciable. Inagotable. Inmortal.
Y no es la última. Ten ya apunta a las otras tres medallas que ambiciona en este campeonato. Este viernes, competirá en el Scratch, una prueba de 60 vueltas (15 kilómetros) que ha elegido foco principal en este ciclo rumbo a los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles 2028.




