Su tiara incluye alhajas doradas en mundiales y en europeos, pero le falta un metal para que su colección sea perfecta: el oro paralímpico. Sarai Gascón, una de las damas de la natación, es la gloria hecha carne, huesos y agua. La constancia, entrega y ambición que envuelve a esta versátil nadadora le han granjeado un excelso palmarés en las dos décadas que lleva dejando su estela en la piscina. Imbuida de carácter, hambre y perseverancia, la catalana, de 31 años, se presenta en París para competir en sus quintos Juegos. “El oro es mi gran sueño por cumplir”, recalca. No tiene límites ni los conoce.
Con las primeras luces del alba Sarai se aísla en sí misma sobre el poyete y proyecta en su cabeza el trabajo a ejecutar en las instalaciones del CAR de Sant Cugat (Barcelona). En el último año, su despertador sonaba cada día a las seis de la mañana para compaginar sus entrenamientos con el cargo que ha ejercido hasta julio como concejala de deportes en el Ayuntamiento de Terrassa. En el camino final hacia París dejó su acta para centrarse en el desafío que le espera en La Défense Arena. “Ha sido un año muy duro y a la vez gratificante, ya que te das cuenta de que somos capaces de hacer todo aquello que nos proponemos. Por la exigencia laboral tuve que bajar un poco el ritmo, pero en estos meses he estado a tope con la preparación, con nueve sesiones de agua y cuatro de gimnasio a la semana”, explica.
La política ha sido una etapa breve, ella tiene claro que su futuro pasa por las aulas “aportando a los alumnos conocimientos y valores” como profesora de Educación Infantil, una profesión que le apasiona desde pequeña, siguiendo los pasos de su madre. En la sangre lleva el espíritu deportivo, nació en Terrassa, considerada la ciudad más olímpica del mundo. Y lo hizo en 1992, unos meses después de los mágicos Juegos de Barcelona. En la escuela practicó patinaje, pero el flechazo llegó con la natación. Con tres años ya nadaba. Había madera en aquella niña y a partir de los nueve los entrenamientos dejaron de ser solo mera diversión. Iba a la piscina antes de acudir al colegio y volvía de nuevo tras las clases.
“Gracias a mis padres he llegado a ser la deportista que hoy soy. Ellos fueron los que me animaron a empezar y me apoyaron incondicionalmente, hacían grandes esfuerzos. Nos teníamos que levantar a las 5:15 de la mañana cada día. Se lo debo todo a mi familia por estar a mi lado”, comenta. La falta del antebrazo izquierdo jamás supuso un obstáculo para llegar a cotas altas. “Tener una discapacidad nunca ha sido una barrera para mí. Me siento muy orgullosa porque ha habido personas que me han menospreciado por ello y con mi legado han tenido que cambiar de opinión”, asevera.
En su primer Campeonato de España subió al podio siendo infantil y en 2006, con 14 años, derribó la puerta a lo grande tras proclamarse campeona del mundo en 100 metros braza en Durban (Sudáfrica). “El oro fue muy especial. Ahí aprendí a no rendirme hasta el final de una prueba. En el primer 50 no era de las favoritas y pensé que era imposible alcanzarlas, pero poco a poco fui mejorando hasta que toqué la pared primera”, relata. Aquello fue su advenimiento en la élite. En 2008 materializó otro sueño al debutar en unos Juegos, conquistando una plata en 100 braza en el ‘Cubo de Agua’ de Pekín. Después continuó engullendo medallas paralímpicas: plata y bronce en Londres 2012, tres platas en Río de Janeiro 2016, y plata y bronce en Tokio 2020.
Lo complejo no era llegar a la cima, como ella hizo de forma precoz, sino mantenerse en lo más alto durante tantos años y con resultados brillantes. “De aquella Sarai que comenzaba conservo la ilusión y la pasión. Después de 22 años compitiendo es difícil tener la misma motivación. La clave está en la exigencia, en la disciplina y en la constancia, no me conformo con ganar medallas, siempre quiero mejorar mis marcas y aprender de los errores para avanzar. El deporte, como la vida, tiene muchas idas y venidas, momentos buenos y malos, pero lo importante es no rendirte nunca”, subraya.
Recién entrada en la treintena es una de las veteranas de la selección española, rezuma talento, potencial y determinación. En su categoría, S9, van apareciendo rivales cada vez más jóvenes y fuertes, pero la egarense sabe adaptarse a los nuevos escenarios y saca ese plus competitivo que solo las elegidas poseen para plantar batalla a cualquiera. “Me gustan los retos y cuanto más difícil me lo ponen, más me motiva ya que la recompensa es más grande. En los días previos o a la hora de competir pocas veces tengo buenas sensaciones, pero cuando me tiro a la piscina doy mi mejor versión. Gracias a mis resultados deportivos he podido alargar mi carrera como nadadora y estoy disfrutando del camino que me queda. Luchar por medallas en unos Juegos es una pasada y a veces no nos damos cuenta de ello”, expresa.
Viene de firmar un gran año, con cinco metales en el Mundial de Manchester de 2023 y seis medallas en el Europeo de Madeira el pasado mes de abril. Unos resultados forjados en el CAR de Sant Cugat con el grupo dirigido por Jaume Marcé, entre el que se encuentra el valenciano José Antonio Marí, con quien contrajo matrimonio el 7 de julio. “Es una pieza clave en mi vida, nos retroalimentamos, compartimos entrenamientos y competiciones. La luna de miel la haremos después de los Juegos, nos tuvimos que concentrar en altura en Sierra Nevada para preparar París”, dice riendo. Le gustaría formar una familia, ser madre, aunque su foco ahora está puesto en la capital francesa.
La cita la afronta “con otra mentalidad, pero con las mismas ganas de luchar al máximo y de vivir esta experiencia inolvidable con mis compañeros. Nunca me habría imaginado que participaría en cinco Juegos Paralímpicos”. La barcelonesa confía en ampliar un currículo en el que luce ocho preseas paralímpicas (seis platas y dos bronces), 17 medallas mundiales y 42 europeas. Su padre, Emilio Gascón, presume de todas ellas en la pared de casa. Le tiene reservado un hueco a la más anhelada, al oro en unos Juegos, el sueño que le falta por cumplir. “Es la que me queda, pero es un objetivo muy difícil, es la vez que más complicado lo tengo, también es normal porque me voy haciendo mayor -ríe-, pero voy a dar guerra”, asegura.
Se centrará en los 100 libre S9, prueba en la que es la vigente campeona continental, y en los 200 estilos SM9. “En la primera han salido varias nadadoras que están delante mía por tiempos y será duro pelear por las medallas, pero ahí estaré. En estilos voy tercera en el ranking y nunca antes la había preparado”, añade. También tiene opciones de subir al podio en el relevo 4×100 estilos. Junto a Tasy Dmytriv, Íñigo Llopis y José Antonio Marí ganó una plata (2022) y un oro (2023) en los últimos mundiales. “Es la prueba más bonita porque la comparto con otros compañeros y con mi pareja. Tenemos que ir a por todas y si nos podemos volver con medalla, mucho mejor. En el deporte no hay nada imposible, así que vamos a por ella”, finaliza Sarai Gascón, una guerrera acuática.
SARAI GASCÓN
Sarai Gascón Moreno (Terrassa, 1992). Natación. Tiene ocho medallas paralímpicas: plata en Pekín 2008, plata y bronce en Londres 2012, tres platas en Río de Janeiro 2016, plata y bronce en Tokio 2020. Ha ganado 27 medallas en mundiales y 42 en europeos. En París disputa sus quintos Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Empática, ambiciosa y valiente.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
El chocolate.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Se me da bien hacerme las uñas de gel.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Teletransportarme.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
A nada.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
Al chocolate.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
Al municipio de Creixell (Tarragona).
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
A mi familia.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un pájaro.
10.- Una canción y un libro o película.
‘Sometimes’, de Enzo Siffredi. Y una película, ‘Titanic’.