Hace 48 horas se quedó con un sabor agridulce porque vio como el oro se le escapaba por una sola milésima en los 100 metros T13. Con la plata al cuello y una cierta impotencia por el detalle ínfimo que le privó de subir a lo más del podio, Adi Iglesias hizo borrón y cuenta nueva. En su cabeza solo tenía pensamientos para la prueba de los 200 metros. Ya dio un aviso a navegantes en las semifinales, siendo la más rápida, y en la final confirmó su hegemonía con un triunfo incontestable. La velocista española ha podido desquitarse tras conquistar la presea de oro en el Mundial de París.
Concentrada como una guerrera antes de la batalla, en la calle 4 deslizaba una leve sonrisa y afilaba sus garras demandando su presa. Con hambre de éxito, quería demostrar una vez más todo el potencial que atesoran sus piernas. Tras una salida explosiva, sus amplias y rápidas zancadas la pusieron en cabeza y tras el paso por la curva aceleró aún más para alejarse de sus rivales hasta cruzar la línea de meta. Cuando se supo campeona estalló en una sonrisa blanca bajo sus trenzas doradas.
La gacela de Lugo paró el crono en 24.86 segundos -ella tiene el récord del mundo en 24.10-. Con una carrera inalcanzable para sus rivales, Adi abrocha una brillante actuación en el estadio Charléty. Le acompañaron en el podio la canadiense Bianca Borgella (25.00) y la estadounidense Erin Kerkhoff (25.58). Un oro y una plata en las pruebas de velocidad para la española. Lástima que el 200 no forme parte del programa paralímpico. En París 2024, además de volver a luchar por ser campeona en 100 metros T13, también correrá los 400, al igual que hizo en Tokio 2020 con una plata.
A sus 24 años, su progresión va a más cada temporada. Llegó a España en 2010 en busca de una vida mejor. Nació en Bamako (Malí) y creció sin apenas salir de su barrio por miedo a ser secuestrada y torturada, ya que su albinismo se considera una condición genética perseguida en algunos países africanos. Tras pasar por un centro de menores conoció a Lina Iglesias, su madre adoptiva y la persona que hizo todo lo posible en Lugo para que Adi cumpliera su sueño: convertirse en atleta.
Cuando era niña quedó embelesada al ver por televisión una carrera de atletismo. Sus primeros pasos los dio en el club Lucus Caixa Rural, donde Adolfo Vila supo pulir su talento. Después de ganar un oro y una plata en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, se trasladó al CAR de Madrid, donde compagina el deporte y los estudios de Educación Infantil. Campeona de Europa en 100 y en 400 metros en 2021, y doble subcampeona mundial en Dubái 2019, la gallega añade ahora dos preseas más a un palmarés que tratará de engordar el año próximo en el Mundial de Kobe y, sobre todo, en los Juegos de París.
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