Vicky Pérez, el desafío de ser madre sin renunciar al baloncesto

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Desde su debut en 2013 no se había perdido ningún campeonato internacional con la selección española de baloncesto en silla de ruedas. Vicky Pérez, referente y pieza clave en el crecimiento de este deporte, es de las que nunca ha saltado del barco, pero el pasado año se vio obligada a dejar al equipo en plenas batallas. Estaba embarazada. Eso sí, tenía una premisa clara: ser madre sin renunciar a las canastas. Hace diez meses nacieron Lara y Alba, sus mejores medallas. Guerrera e imparable, la maternidad no la frenó, al contrario, ha regresado a las pistas con más hambre e ilusión. Aportó sus puntos, lucha, astucia, talento y pundonor en el torneo clasificatorio de Osaka (Japón) en abril y ahora disfrutará en París de sus segundos Juegos Paralímpicos.

Ha sido un camino abrupto y lleno de obstáculos el que ha tenido que recorrer hasta alcanzar su objetivo. Agotadoras jornadas, con una intensa preparación deportiva no exenta de biberones, pañales, noches en vela y un desgaste físico considerable por la lactancia. “Mis días son una locura, aunque los estoy disfrutando mucho, verlas crecer es mágico. Tenía muchas ganas de ser mamá, lo había pospuesto en varias ocasiones y, a pesar de que estaba preparándome para el Mundial y el Europeo de 2023, llegó en el momento perfecto. Lo que no me esperaba es que fuesen dos”, dice riendo. Las posibilidades eran altas ya que su marido, Alejandro Zarzuela, también jugador de basket en silla, es gemelo.

“Vaya con la genética, hasta para esto nos gusta competir -ríe-. No nos dio tiempo a asimilar que seríamos padres cuando nos comunicaron que venían dos. El cambio es brutal, pero organizándonos y haciendo encaje de bolillos, se puede llegar a todo”, explica. Aunque su club, el Amiab Albacete, y la Federación Española de Deportes de Personas con Discapacidad Física le han puesto todas las facilidades para compaginar deporte y vida familiar, para ella la conciliación “no existe. Cada persona tiene unas necesidades y, en mi caso, no he tenido referentes, hay desinformación, el postparto se me ha hecho muy duro. Las rutinas varían, todo gira en torno a las niñas, pero por suerte contamos con la ayuda de los abuelos, de hermanos y de amigos. Sin la familia sería inviable”.

Vicky Pérez es una de las españolas más laureadas con nueve ligas, seis Copas del Rey y cuatro Champions. Foto: IWBF

La vuelta a las canchas fue hostil, su parto había sido por cesárea y los dos últimos meses del embarazo los pasó tumbada en una cama. No ha sido una tarea sencilla, pero poco a poco fue poniendo en forma su cuerpo. “Mi incorporación era una incógnita, estaba perdida a nivel de entrenamientos, íbamos a oscuras, sin seguridad, probando en función de cómo me encontraba. En los primeros días me sentaba en la silla y al tirar no llegaba ni a canasta, acababa cada sesión jadeando, casi con el oxígeno puesto”, bromea. Y en abril se enfundó la elástica de España para ayudar al equipo a obtener la clasificación paralímpica: “Me siento fuerte, también soy más perra vieja y tiro de la experiencia. Es increíble la capacidad de aguante, antes llegaba a casa y descansaba, ahora no, toca ejercer de madre. A veces me siento culpable por separarme de mis hijas, pero el baloncesto me hace feliz y el día de mañana les haré ver a ellas que para cumplir sueños hay que trabajar y sacrificarse”.

Eso es algo que Vicky lleva haciendo desde su adolescencia, cuando una lesión a los 16 años desvió su rumbo. Desde niña siempre tuvo claro que quería ser jugadora profesional. Con ocho años comenzó a botar el balón en el Club Olímpico 64 y después estuvo tres temporadas en la prolífica cantera de Estudiantes, hasta que tuvo que dejarlo al romperse el ligamento cruzado anterior de la rodilla. El problema se agravó en quirófano al coger una bacteria. “Se comió todo por dentro y me tuvieron que poner una prótesis de rodilla. De un día para otro tienes que asumir que no puedes caminar sin ayuda. Traté de continuar, pero los dolores no me dejaron, la pierna se inflamaba, no funcionaba. Al final tuve que procesarlo, no podía correr ni saltar, pero sabía que tenía que haber un deporte que se ajustase a mí”, cuenta.

Mientras estudiaba la carrera de Terapia Ocupacional descubrió el baloncesto en silla de ruedas, que le ofreció una nueva oportunidad de seguir vinculada a su pasión y cumplir ese sueño de la infancia. Empezó en el extinto CD Peraleda, del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Allí recuperó la ilusión, volvió a sentirse deportista. Aunque en sus inicios asegura que perseguía las sombras de sus compañeros, tuvo una progresión meteórica, convirtiéndose en una pívot físicamente potente, dominante en la pintura y anotadora. Fichó por el Getafe BSR, luego creció en las filas del CD Ilunion y en 2020 recaló en el Amiab Albacete. En su palmarés cuenta con nueve ligas, seis Copas del Rey y cuatro Champions.

Logros que ha podido compartir con su marido, Alejandro Zarzuela. “Mi vida deportiva ha ido ligada a él, no me arrepiento por haber seguido su estela. Le admiro, es de los mejores jugadores del mundo, un maestro que me ha ayudado a crecer”, apunta. La madrileña, que se estrenó con la selección en el Europeo de Frankfurt (Alemania) en 2013, ha vivido las penurias del baloncesto femenino español y la azarosa travesía hasta llegar a la cima. “Costó dinero, porque nos pagábamos las concentraciones y los viajes, horas de trabajo y muchas lágrimas. Ahora nosotras estamos arriba, con las potencias, pero este triunfo representa a todas esas generaciones que se dejaron la piel por este deporte. Es una responsabilidad cuidar todo lo que hemos hecho con tanta dedicación, no vamos a permitir bajar el nivel, queremos luchar para subir más escalones”, recalca.

Vicky Pérez lanza a canasta durante un partido del Preparalímpico de Osaka (Japón). Foto: IWBF

España, que siempre se quedaba a las puertas de las grandes citas, rompió una sequía de 29 años sin acudir a unos Juegos Paralímpicos. Lo hizo en Tokio 2020, aunque el momento soñado les dejó una sensación amarga. “Después de ir como aficionada a Londres 2012 y a Río de Janeiro 2016, ver las gradas vacías en Japón por la pandemia de la Covid-19 fue una pena. Solo ganamos un partido y pecamos de novatas, mentalmente no íbamos fuertes para afrontarlo, veníamos de estar 15 días encerradas en un Centro de Alto Rendimiento, sin contacto con nadie, y eso nos mermó a la hora de competir. En París queremos quitarnos ese mal sabor para que esta vez sea un capítulo dulce”, comenta.

La selección llega espoleada tras los dos bronces europeos conquistados en Madrid en 2021 y en Rotterdam en 2023. Vicky sí pudo disfrutar del primero en la pista. El segundo le pilló en el tramo final de su embarazo. “Ganar esa medalla supuso dar un salto al peldaño donde están las potencias europeas, por fin dejamos de perder partidos con resultados abultados ante alemanas o británicas. Y el siguiente bronce, que lo viví en casa con mucho sufrimiento, confirma nuestro crecimiento, estamos en el camino adecuado”, agrega. Pese a las dificultades con las que ha tenido que lidiar a causa de su maternidad, la pívot tenía claro que iba a reemprender su viaje sobre el parqué. Su principal motivación era llegar a París 2024.

“Nos merecemos unos Juegos en todo su esplendor. Es un desafío mayúsculo porque en mi mochila van dos peques con nombre y apellidos -ríe- y sin la familia no sería posible, hará un esfuerzo tremendo. Pintaba complicado, Álex me decía que, si uno de los dos debía sacrificarse y quedarse en casa con las niñas, ese sería él. Afortunadamente, todos viviremos juntos esta cita tan especial”, subraya. El Comité Paralímpico Español les ha proporcionado a sus hijas y a los familiares que estarán al cuidado de ellas unos pases diarios a la villa de 9.00 a 21.00 horas, para facilitar la convivencia.

Resuelto ese nudo gordiano que le atormentaba, Vicky está centrada en la competición, sabe que puede sumar con sus puntos, fortaleza mental y con ese rol protagonista del que nunca rehúye. España se medirá en la fase de grupos a China, Canadá y Gran Bretaña. “A excepción de Holanda, que está en la estratosfera -ríe-, tenemos armas suficientes para plantarle batalla y ganar a cualquier rival. Las jugadoras han tomado responsabilidades en sus clubes, llegan más rodadas y es nuestro momento, podemos hacer algo grande. Soñar es gratis, así que pensamos en estar en el podio. La edad se empieza a notar y la puerta de salida se me está abriendo, pero aún creo que puedo competir al máximo nivel. Estoy en los años finales de mi carrera y antes de cruzarla quiero irme con alguna medalla, sería el broche perfecto”, apostilla Vicky Pérez.

En París coincidirá con su marido Álex Zarzuela, jugador del equipo masculino, y con sus hijas Lara y Alba. Foto: IWBF

VICKY PÉREZ

Vicky Pérez Gutiérrez (Madrid, 1988). Baloncesto. Bronce europeo en Madrid 2021. En su palmarés cuenta con nueve ligas, seis Copas del Rey y cuatro Champions. En París disputa sus segundos Juegos Paralímpicos.

1.- Defínase con tres adjetivos.

Cabezota, experimentada y sabia.

2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?

Unos calcetines de mis hijas.

3.- ¿Tiene algún talento oculto?

Contar chistes -ríe-.

4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?

Teletransportarme.

5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?

Miedo a quedarme sola.

6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?

La mayonesa.

7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?

Donde mejor desconecto es en casa.

8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?

A mis hijas y a mi marido.

9.- ¿En qué animal se reencarnaría?

En un escarabajo pelotero -ríe-.

10.- Una canción y un libro o película.

‘Corazón de mimbre’, de Marea. En cuanto a libro o película, no tengo ninguno fijo que me guste más, va variando según lea o vea.

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