La vitalidad de Sindy Ramos, una ‘guerrera’ desde la cuna

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Un torrente de emociones envuelve estos días a Sindy Ramos, guiada por una sonrisa afable y una alegría desbordante. A sus 23 años cumplirá el sueño que lleva forjando desde niña: disputar unos Juegos Paralímpicos. En París será una de las 12 ‘guerreras’ de la selección española de baloncesto en silla de ruedas. La madrileña, una jugadora de gran proyección, es una joven rebosante de vitalidad y de facciones curtidas a base de luchar desde la cuna. Nació con agenesia tibial, una malformación congénita, que no ha supuesto ninguna barrera para alcanzar todo lo que se ha propuesto en el deporte y en su día a día.

Apenas vivió año y medio en Yuscarán, una ciudad minera ubicada a las faldas del cerro Montserrat, en Honduras. Ramón Martínez, misionero granadino con tres décadas a sus espaldas atendiendo a enfermos y a personas con discapacidad en el país centroamericano, la llevó a España para que recibiese un tratamiento adecuado que le permitiese mirar el futuro con optimismo. A los tres años pasó por quirófano en el Hospital Universitario Gregorio Marañón y fue amputada de ambas piernas por encima de las rodillas. “Mis padres biológicos decidieron darme en adopción a unos amigos suyos porque sabían que por mi discapacidad iba a tener una buena calidad de vida, ya que allí no iban a poder coger una silla de ruedas ni pagar unas prótesis”, explica.

Instalada en Madrid con su familia de acogida, aquella niña pizpireta de piel trigueña creció abrazada al deporte. La falta de extremidades inferiores no le impidió jugar al baloncesto, fútbol o voleibol. “Me apuntaba a cualquier actividad, nunca me sentí diferente al resto por no tener piernas. En casa no me encerraron en una burbuja ni me sobreprotegieron, al contrario, normalizaron la situación, me enseñaron a ser independiente, aprendí a levantarme sola tras cada caída, ese es el mejor ejemplo de integración”, recalca.

Sindy Ramos durante el Mundial sub 25 de Tailandia el pasado año. Foto: IWBF

Cuando descubrió el deporte adaptado, su inquietud y curiosidad por aprender le llevó a probar tiro con arco, balonmano o esquí, pero se enamoró del baloncesto en silla. “Fue un flechazo. Tenía 11 años y a mi colegio vinieron integrantes de la escuela del CD Ilunion, uno de los equipos más laureados de Europa, para hablarnos de esta modalidad. En cuanto llegué a casa le pedí a mi padre que me apuntase y él, como es un fanático del baloncesto, no dudó. Dejé la natación, en la que llevaba 10 años y comencé mi aventura entre las canastas”, asegura.

Sindy experimentó una rápida progresión, se formó en la cantera de Ilunion, jugó en Alcorcón, luego en Leganés en Primera y desde hace varios años milita en el Getafe BSR, con el que jugó el pasado curso en División de Honor y logró la Copa de España. “Nunca me había sentado en una silla para jugar y manejarla con el balón en las manos fue lo más complicado en los inicios. Era muy pequeña y no tenía fuerzas para lanzar, pero siempre me sentí arropada por mis compañeros”, relata. En su aprendizaje también influyeron las horas que pasaba cada año en el Campus Internacional ABAFE-SR, teniendo como monitoras a Sonia Ruiz, Vicky Pérez o Vicky Vilariño, referentes a las que escuchaba con arrobo.

“Me empapé de cada consejo y lección. Me enseñaron a no rendirme, a esforzarme y a trabajar cada día para llegar lejos”, comenta. Hoy comparte vestuario con ellas en la selección española. “Es un lujo formar parte de esta familia, estar rodeada de las mejores es increíble. Mi primera convocatoria fue en 2015, pero no volví a una concentración hasta 2022, cuando me llamó Adrián Yáñez. En ese periodo confié en mí, sabía que algún día iba a tener la oportunidad de vestir la camiseta de España”, agrega. La recompensa a su dedicación le llegó en 2023, cuando el seleccionador Franck Belen la reclutó para disputar el Mundial de Dubái y el Europeo de Rotterdam, donde se colgó el bronce.

Sindy Ramos se prepara para lanzar a canasta en un partido con España. Foto: IWBF

Un recuerdo grabado a fuego en su memoria fue su primera canasta, ante Turquía en ese campeonato continental, y el partido por el tercer puesto con Alemania: “Llegamos a la prórroga, que se nos hizo eterna, con el corazón en un puño. Nunca había estado en un podio, fue muy emocionante, ganar una medalla con la selección es lo máximo”. Unos meses después desempeñó un papel importante en el cuarto puesto que alcanzó la sub 25 en el Mundial de Tailandia. “Fue un año inolvidable, ahora voy a vivir otro sueño, unos Juegos Paralímpicos”, subraya.

Llega a París con el ánimo por las nubes, sumergida en una dulce ilusión y con un juego que ha ido evolucionando. En la cancha aflora su osadía, determinación, entrega innata, lucha sin cuartel y solidaridad defensiva. “Cada vez tengo más seguridad gracias a la confianza que me brindan mis compañeras y el cuerpo técnico. Antes tenía pánico a lanzar a canasta, pero he mejorado mucho en el tiro y he ganado en fortaleza física, en velocidad y en movimientos. En la selección no solo bloqueo a las rivales más grandes, ahora Franck me pide que apoye la subida del balón y que ayude con lanzamientos exteriores. Soy consciente de que no tengo un rol protagonista, pero lo daré todo en cada minuto que esté en la pista y también desde el banquillo”, dice.

España está encuadrada en el grupo A junto a China, Canadá y Gran Bretaña. “Es el mayor reto al que me he enfrentado, quiero disfrutar cada momento, la ceremonia inaugural, la villa paralímpica, la convivencia con otros deportistas y competir en un pabellón lleno. Nos medimos a las mejores selecciones, pero podemos plantar cara a cualquiera, solo tenemos que creérnoslo. El equipo está muy unido y nunca nos rendimos, da igual el rival que tengamos delante, saldremos a morderles. Las que fueron a Tokio 2020 tienen una espinita clavada, el objetivo es mejorar aquella octava posición. Pero no nos ponemos techo, somos soñadoras y podemos dar alguna campanada. El oro y la plata son palabras mayores, pero hay potencial para luchar por el bronce”, sentencia la madrileña.

La madrileña Sindy Ramos entre varias jugadoras chinas en un partido del Mundial sub 25. Foto: IWBF

SINDY RAMOS

Paola Sindy Ramos Martínez (Honduras, 2000). Baloncesto. Bronce europeo en 2023. Debuta en unos Juegos Paralímpicos.

1.- Defínase con tres adjetivos.

Disciplinada, adaptable y optimista.

2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?

Una jirafa de peluche que me dio mi hermano -ríe-.

3.- ¿Tiene algún talento oculto?

Desde pequeña se me dan muy bien las manualidades de ‘Origami’, la papiroflexia -ríe-.

4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?

Volar.

5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?

A nada. O al menos creo que aún no he descubierto ningún miedo -ríe-.

6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?

La ensalada.

7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?

A la playa.

8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?

A mi perrita.

9.- ¿En qué animal se reencarnaría?

En un lobo.

10.- Una canción y un libro o película.

‘Believer’, de Imagine Dragons. Y película, cualquiera de ‘Harry Potter’.

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