La risueña Ariadna Edo, una lucha constante contra el miedo a competir

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El factor mental marca la diferencia para obtener un buen rendimiento en el deporte. A Ariadna Edo es lo que más le ha costado domar en la piscina. Se le escaparon medallas por no gestionar bien la presión o las emociones, por el miedo a competir. Tras encadenar años de éxitos afloró en ella un desencanto con la natación y pasó un curso sin tocar el agua, pero en 2023 lo retomó y ha podido levantar el vuelo. “Pese a los altibajos, merecía la pena intentar estar en París. Ha costado, pero lo di todo para llegar a mis terceros Juegos Paralímpicos”, recalca.

“Soy joven, pero llevo desde los 17 años compitiendo. En este periodo me he retirado casi dos veces. Durante la pandemia lo pasé mal y llegué a Tokio 2020 con problemas que no supe solucionar en mi interior y que me impedían hacerlo bien. La cagué, tiré cinco años de trabajo a la basura. Venía de ganar una medalla en Río de Janeiro 2016 y no fui capaz ni de meterme en la final en mi prueba, 400 libre S13. Fue la peor experiencia que he vivido como nadadora”, asegura. Decidió parar en 2022 porque no avanzaba, sus marcas se estancaron y el sufrimiento se acumulaba en sus brazadas. Sin embargo, el pasado año regresó a los entrenamientos en el CAR de Madrid con José Luis Vaquero.

“Me pudo el corazón, tengo una adicción por la natación a pesar de que no da tantos frutos para todo lo que inviertes. El camino es duro y cuesta mucho verte recompensada, pero cuando haces un buen tiempo o logras una medalla sientes que todo merece la pena. He dado un salto de calidad esta temporada y, en parte, es gracias al apoyo psicológico, que es vital para un deportista. Soy una persona que se guía por los sentimientos y me cuesta controlarlos a la hora de competir. Aunque en los entrenamientos te salgan marcas fantásticas, no valen para nada si el día D a la hora H no tienes la cabeza centrada”, apunta la castellonense, recién graduada en Psicología.

Ariadna Edo logró el bronce en Río de Janeiro 2016 y es medallista mundial y europea. Foto: CPE

A la natación llegó empujada por sus padres, con tres años, y al principio no le motivaba. De niña era muy activa y compaginaba muchas actividades: patinaje, ballet, baile moderno y tocaba la guitarra y el piano. “La música la dejé porque tenía que aprenderme las partituras de memoria ya que no las veía”, recuerda. A los ocho años en sus ojos empezó a reflejarse el Síndrome de Stargardt, una dolencia genética que afecta a la retina. “En clase no veía la pizarra y tras varias pruebas me detectaron la enfermedad, fue un shock, lloré mucho. De pequeña siempre quise conducir un coche y saber que ya no podría es lo que peor llevé -ríe-. También pasé malos momentos en el colegio porque llevaba unas gafas con filtros amarillos que llamaban la atención y los niños, por ignorancia, son a veces muy crueles y las burlas hacían daño”, explica.

La falta de visión nunca mermó su manera de encarar la vida, siempre risueña y rezumando positivismo. Se centró en la piscina, en un club en Castellón con gente sin discapacidad: “En los inicios me daba pereza ir a entrenar, pero le cogí cariño porque empecé a hacer amigos”. Y en 2014, en una actividad organizada por la ONCE, descubrió la natación adaptada. El Open de Berlín en 2015 sirvió de lanzadera para su carrera, con dos récords de Europa -200 y 800 libre- y una mínima para el Mundial de Glasgow de ese mismo año, en el que ganó su primera presea, un bronce en 400 libre S13. Fue el preámbulo de lo que ocurriría un año más tarde en su debut en unos Juegos Paralímpicos.

Ariadna se emociona cada vez que rememora su gesta en Río de Janeiro 2016. A falta de 50 metros, la alemana Naomi Schnittger le sacaba cuatro segundos, más de cuerpo y medio. La castellonense apretó los dientes, puso el agua en ebullición y por ocho centésimas de diferencia se llevó el bronce, su mayor tesoro. “No tuve claro que la había ganado hasta que me lo dijeron los entrenadores. He visto esa carrera y el momento del podio mil veces, es lo más bonito que he vivido, nadie imaginó que podía conseguirla. La guardo en su caja para que no coja polvo”, dice riendo. No quedó satisfecha con aquella marca, pero con los años ha sabido valorar más ese logro.

La castellonense Ariadna Edo con la medalla de bronce en los Juegos de Río 2016. Foto: CPE

Después añadió varios metales a su palmarés, cuatro bronces en el Mundial de México en 2017 y dos bronces en el Europeo de Dublín en 2018. Fueron los últimos que cosechó en la piscina a nivel internacional. “En mis comienzos lo peté y ahora mismo me está costando mucho hacer mis mejores marcas y acercarme a las medallas. Lo difícil no es llegar, sino mantenerse durante tantos años en la élite. La gente crea ciertas expectativas sobre ti y la presión crece, pero no es tan fácil subir a un podio, no depende solo de los deportistas. Nos enfrentamos a otros rivales e influyen factores externos que no podemos controlar”, lamenta la castellonense, que ha recuperado la sonrisa tras el borrón y cuenta nueva que hizo el pasado curso.

Probó incluso con las aguas abiertas, ganando en Cerdeña (Italia) una plata en la primera Copa del Mundo que se celebraba de esta modalidad. Y en el Europeo de abril en Madeira (Portugal) rozó el podio en 100 libre -cuarta- y en 400 -quinta-. “En 100 mariposa, que es una prueba secundaria para mí, rebajé mi marca personal nueve años después, así que confío en el trabajo que vengo realizando, tengo la esperanza de que los resultados de los entrenos saldrán también en la competición y ojalá sea en París”, agrega.

Se siente orgullosa de todo su recorrido hasta llegar a la capital francesa, en la que disputará sus terceros Juegos Paralímpicos. “Jamás he vendido humo, soy realista y sé que las medallas están muy caras. Pero si no le doy tantas vueltas a la cabeza y supero ese miedo, puedo dar mi mejor versión. El objetivo es entrar en la final del 400 libre S13 y estar preparada por si las rivales fallan. En Río ya di la sorpresa, ¿por qué no se puede repetir? Pase lo que pase, quiero disfrutar al máximo porque en teoría serán mis últimos Juegos, el próximo año priorizaré mi vida laboral ya que la natación no me da para comer. A día de hoy no me veo en Los Ángeles 2028, pero nunca digas nunca. Tampoco me veía para París y aquí estoy”, concluye con una pícara sonrisa.

Ariadna Edo disputará en París sus terceros Juegos Paralímpicos. Foto: CPE

ARIADNA EDO

Ariadna Edo Beltrán (Castellón, 1998). Natación. Bronce en 400 libre S13 en Río de Janeiro 2016. Medallista en mundiales y europeos. En París disputa sus terceros Juegos Paralímpicos.

1.- Defínase con tres adjetivos.

Empática, risueña y trabajadora.

2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?

Siempre llevo mascarilla para el pelo y un cojín para dormir en los viajes.

3.- ¿Tiene algún talento oculto?

Tengo mucha memoria para recordar fechas, soy muy crack en saberme los cumpleaños de toda la gente que me rodea.

4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?

Teletransportarme o controlar la mente de los demás.

5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?

Miedo a competir, cada vez más. Y fobia a los balones de fútbol o de baloncesto, cuando veo uno pienso que me van a dar en la cara -ríe-.

6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?

El chocolate.

7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?

A una playa para tomar el sol.

8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?

Mascarilla para el pelo -ríe-, el móvil y algo de dulce.

9.- ¿En qué animal se reencarnaría?

En un perro.

10.- Una canción y un libro o película.

‘Sarà perché ti amo’, de Ricchi e Poveri. Y película, ‘One Day’.

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