Pedalean al unísono sobre el oval de madera y despliegan su destreza, sincronización y talento en cada repecho y curva de la carretera. Adolfo Bellido y Eloy Teruel apenas unieron sus destinos hace ocho meses, tiempo suficiente para crear un tándem ganador que exuda mucha química. A contracorriente, con constancia, trabajo y confianza han superado piedras en el camino hasta llegar a los Juegos Paralímpicos de Tokio, donde plantarán batalla en el velódromo y en el asfalto del circuito Fuji Speedway. Van con ambición desmedida, quieren medalla.
A finales de 2020 Bellido decidió dar un giro radical a su destino y prescindió de Noel Martín, guía con el que había coleccionado muchos éxitos en la carretera, como un subcampeonato del mundo en 2019. “Deportivamente nos iba bien, ambos tenemos casta y somos competitivos, pero no le sacamos el 100% de nuestro potencial porque no había afinidad a nivel personal, chocábamos bastante a la hora de tomar decisiones. Sé que la apuesta era arriesgada porque estábamos a las puertas de los Juegos, pero era cambiar de piloto o abandonar porque no estaba a gusto, ya no disfrutaba”, explica.
El sevillano, que padece el síndrome de Stargardt, una dolencia que provoca la degeneración de la retina, se enganchó al ciclismo en 2011 tras visitar la tienda de bicicletas de un amigo en Dos Hermanas. “Me compré una con la idea de salir y perder unos kilos. Desde pequeño la bici ha sido mi medio de transporte y siempre me ha gustado. Empecé a hacer rutas de mountain bike y luego descubrí la modalidad de tándem”, relata. Unos años antes había dejado su huella en el atletismo, siendo campeón de España en lanzamiento de peso y de disco y medalla de plata en el Europeo de Dublín en el 2000.
“Estaba seleccionado para ir a los Juegos de Sídney, pero tuve una lesión en el pecho y dejé el deporte. El ciclismo me volvió a ilusionar y en unos días en Tokio podré quitarme esa espinita clavada”, asevera. Lo hará junto a Eloy Teruel, la pieza que le faltaba en el engranaje, los ojos que ahora dirigen sus sueños sobre las dos ruedas. El murciano, uno de los ‘pistards’ españoles más laureados -dos platas y un bronce en mundiales, así como una plata y un bronce en europeos-, descubrió la modalidad en tándem en un momento complicado en su carrera, cuando había dejado de contar para el seleccionador nacional de ciclismo en pista absoluto.
“Begoña Luis, responsable del Equipo Cofidis Promesas, me dijo que necesitaban un piloto para Octavio Gilabert y cómo no tenía nada que perder, decidí afrontar el reto. Debutamos en el Mundial de 2019 e hicimos alguna prueba más, pero lo dejamos. Y en las pasadas Navidades le mandé un mensaje de felicitación a Adolfo, al que ya conocía de concentraciones con la selección, y me dijo que quería cambiar de aires y que si estaba dispuesto a guiarle. Yo tenía un acuerdo con el Valverde Team para dirigir distintas categorías inferiores del equipo, pero vi una gran oportunidad para repetir en unos Juegos y no me lo pensé, probamos y nos dimos cuenta de que había una gran conexión”, rememora.
Una conexión desde el primer día
Adolfo describe a su compañero como “un deportista top que cuida hasta el más mínimo detalle, lo tiene todo controlado, es extrovertido y trabajador al máximo. Gracias a él estoy disfrutando otra vez del ciclismo porque llegué a pensar en abandonar. Congeniamos desde el primer día y nos entendemos a la perfección, tenemos una forma de pedalear parecida, sabe leer las carreras y me hace sentir libre y protagonista, su hambre me lo transmite y hace que me crezca”. Por su parte, Teruel asegura que el andaluz le contagia “sus ganas de superarse, la fuerza y el motor que tiene para afrontar cada reto. Es una persona con mucho amor propio y coraje, mentalmente es fuerte y cuando se fija un objetivo va a por él. Estamos convencidos de que haremos grandes cosas juntos”.
En poco tiempo han formado uno de los tándems más potentes del pelotón internacional, aunque se les ha resistido la medalla en las dos únicas competiciones que han disputado. En la Copa del Mundo de Ostende abandonaron por una avería y en el Mundial de Cascais (Portugal) firmaron un cuarto puesto tanto en la crono como en la ruta, poco premio para la valentía mostrada en el autódromo portugués. El siguiente reto está en los Juegos Paralímpicos, en los que figuran como una de las mejores bazas con las que cuenta el seleccionador nacional Félix García Casas.
“En la pista, pese a los buenos test que hicimos este verano, vamos un poco a ciegas, somos una incógnita porque no hemos podido medirnos a nuestros rivales. Pero según los tiempos y haciendo cuentas de la lechera, podríamos estar luchando por el oro, luego el velódromo nos pondrá en nuestro sitio. Y en la carretera funcionamos muy bien, es dónde Adolfo se desenvuelve mejor, en la contrarreloj sabe sacar su mayor rendimiento. Somos ambiciosos y queremos medalla”, apunta el murciano.
“En pista estamos a un gran nivel, hicimos un tiempazo (4:16.707) en persecución en Galapagar (Madrid), que es de cemento, y ratificamos las buenas sensaciones este verano en Mallorca. Es una prueba corta e intensa que se nos da bien, estamos preparados para luchar con los rivales más duros. Y en carretera estamos entre los mejores del mundo, podemos dar guerra en la contrarreloj y en la ruta. Si no hay accidentes o averías, por rendimiento podemos estar en el podio. Vamos a ir a morder y a por medalla, hemos invertido mucho sacrificio y trabajo, así que a Tokio de vacaciones no vamos. En poco tiempo hemos demostrado ser un tándem fluido, profesional y milimétrico que sabe sufrir y llevar al límite al cuerpo. Somos optimistas, olemos las medallas y queremos colgarnos alguna”, apostilla Adolfo.