Alberto Suárez, un devorador de kilómetros a ciegas

El atleta ovetense, que tiene un 10% de visión, acude a Tokio a por su tercer metal en los Juegos Paralímpicos tras el oro de Londres 2012 y la plata de Río de Janeiro 2016.

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El maratoniano Alberto Suárez durante una competición. Fuente: CPE

De pequeño detestaba correr. Ese fue uno de los motivos por los que eligió enfundarse los guantes para defender la portería de un equipo de fútbol sala en Asturias. Alberto Suárez disfrutaba del balón y también de la bicicleta en Riosa, un pueblo de la comarca minera. Hasta que a los 27 años le diagnosticaron una degeneración macular con distrofia de conos. Su vida cambió de golpe, pero encaró al futuro con optimismo y encontró en el atletismo un refugio para superar el varapalo. En una década lo ha ganado todo, incluido un oro en Londres 2012 y una plata en Río de Janeiro 2016 como maratoniano. A sus 43 años buscará en Tokio su tercer metal en los Juegos Paralímpicos.

“Pasó todo muy rápido y apenas pude asimilarlo. Era tornero fresador y comencé a darme cuenta de que ya no manejaba con precisión las máquinas y herramientas. Pensé que era miopía, pero la enfermedad era más grave, solo tengo un 10% de visión en cada ojo. Dejé de conducir, también el trabajo y mi pasión como portero de fútbol porque encajaba goles que antes no me hacían. Pasé a depender de otras personas en mi día a día, fue duro adaptarse a la nueva situación”, relata el ovetense.

Lo que más le ayudó a no derrumbarse fue el calzarse las zapatillas para correr junto a un grupo de amigos. “Me lo pasaba bien y mantenía la mente limpia de cualquier problema”, confiesa. Se afilió a la ONCE, descubrió el atletismo adaptado y en su primer campeonato interautonómico en Logroño en 2009 ya vertió su talento. Hizo la mínima para ir al Europeo de Rodas (Grecia), donde ganó un bronce en los 10.000 metros. Pronto evolucionó y sin querer llegó a la distancia de Filípides, a los 42,195 kilómetros, empujado por Eleuterio Antón, un histórico del maratón español.

“En 2010 recibí una invitación para ir a una prueba en Japón junto a Manuel Garnica y cuando cogimos el avión, tras hacer escala en Frankfurt nos pilló la erupción del volcán -Eyjafjallajökull- en Islandia que paralizó el espacio aéreo en Europa. Volví a casa y cuatro meses después debuté en el maratón del Valle Nalón (Asturias), lo completé en dos horas y 24 minutos, que suponía récord del mundo en mi categoría, aunque no fue homologado. Me llevaron al Mundial de Nueva Zelanda en 2011 y gané el oro batiendo otra vez el récord”, recuerda.

Desde entonces no ha parado de devorar preseas y kilómetros a ciegas tanto en pruebas de 5.000 y 10.000 metros como en maratón, modalidad en la que ha conquistado dos oros y dos platas mundiales. Cimentado en la perseverancia y el tesón se ha convertido en una de las grandes referencias sobre el asfalto. Para el fondista asturiano, “la constancia y el trabajo psicológico son esenciales para dedicarse a esto. Lo más duro es la preparación, tiene muchos meses detrás, con entrenamientos bajo el frío o el calor y con dolores físicos, por ello la parte mental es clave”.

El riosano ya sabe lo que es subir al podio en los Juegos Paralímpicos, se estrenó a lo grande en Londres 2012 con un metal dorado y en Río de Janeiro se llevó una plata pese a sufrir un año difícil por las lesiones. Se dice que no hay dos sin tres y Suárez perseguirá en Tokio su tercera medalla. A la cita de Japón llega tras una ardua preparación, con un volumen alto de carga, alternando tiradas largas y series más rápidas, con 180 kilómetros semanales, masajes, descansos y tomando mucho carbohidrato “para que la gasolina aguante toda la prueba”. La última vez que se puso el dorsal en maratón fue el pasado diciembre en Valencia, donde refrendó su plaza para la cita nipona.

“Me siento fuerte y listo para competir, he tenido que levantarme cada día muy temprano para desayunar y entrenar con el objetivo de activar el cuerpo a esas horas ya que la maratón empezará a las 6.30 horas para evitar el calor y la humedad. Me he aclimatado bien, pero será complicado, espero que no me haga daño el agua o los geles que tome en el avituallamiento porque esos pequeños detalles determinarán si estás o no en el podio”, apunta el ovetense, que medita disputar también los 5.000 metros para “entrar en competición con la idea de rendir el día de la maratón”.

En la larga distancia tendrá que lidiar en la categoría T12 (deportistas con deficiencia visual) con el vigente campeón del mundo y paralímpico, el marroquí El Amin Chentouf, con el español Gustavo Nieves, con el japonés Tadashi Horikoshi y quizás con el australiano Jaryd Clifford, que en abril batió el récord del mundo. “Es una incógnita y si está será otro rival duro, es un chico con una calidad brutal. Aunque no me gusta mirar el listado del ranking, me he preparado fijándome solo en mis tiempos. Lo afronto con mucha ilusión, he tenido continuidad y estoy en buenas condiciones físicas para pelear por una medalla más. Voy cumpliendo años y la gente joven viene apretando, pero si estoy bien en la carrera y tengo una pizca de suerte, estaré luchando por el oro”, añade el maratoniano al que no le gustaba correr.

TEST TOKIO 2020. Conociendo a Alberto Suárez

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