ideal.es – En la maleta un par de mudas, no hace falta más. Y en la mochila, además de toda la documentación necesaria para salir fuera, todas esas ganas acumuladas que tiene uno cuando se va de viaje. Pero, ¿qué pasaría si cuando se llega a tan deseado destino no podemos visitar monumentos, desplazarnos por el sitio en transporte público o movernos por la habitación del hotel con facilidad? Seguro que nunca se han hecho esa pregunta porque no se habrán encontrado con tantos problemas. Sin embargo, para miles de personas en la provincia y fuera de ella, el viajar y hacer turismo se convierte en una aventura, en ocasiones, bastante arriesgada. La principal causa de ello es que la mayoría de las ciudades no están adaptadas a las necesidades de este colectivo. Escalones demasiados elevados para pasarlos con una silla de ruedas, empedrado, baños de hoteles y restaurantes sin acondicionar o monumentos a los que no pueden entrar, son obstáculos a los que tienen que enfrentarse cada vez que deciden poner rumbo a un determinado lugar.
Veinte años viajando dan para mucho. Y si no que se lo pregunten a Alfonso Huertas, que a sus 49 años y en silla de ruedas desde su infancia, ha recorrido media Europa y España entera. Francia, Inglaterra, Italia, Berlín, Bruselas e, incluso, Nueva York han sido destinos que a los que no se ha resistido. «Me encanta viajar. Para mí salir fuera de casa ya es viajar. Desde que hice mi primer viaje en los 80 a Moscú, ha habido una evolución significativa a la hora de hablar de accesibilidad en el turismo. De hecho, este concepto no se ha hecho realidad hasta hace unos años». De este modo, asegura que el 50% de las zonas urbanas se pueden visitar sin dificultad, pero solo el 30% de las áreas rurales. «Han sido numerosas las ocasiones en las que me he tenido que quedar fuera porque no podía entrar a un sito para verlo. Siempre he viajado acompañado, ya que nunca sabes con lo que te puedes encontrar. Sí me ha pasado que en la página web de algún establecimiento ponía que estaba acondicionado y cuando llegaba me encontraba con todo lo contrario», cuenta Alfonso a la vez que señala que en su maleta siempre lleva, como elementos indispensables, los arreglos de su silla de ruedas y la ayuda técnica móvil para ducharse.
Problemas más comunes
Por su parte, Pilar Martínez, también en silla de ruedas desde pequeña, recalca que echan en falta puntos de información de accesibilidad cuando llegan a un destino. «Pasas un rato bastante desagradable cuando llegas al sitio y compruebas que no hay nada de lo que ponía en la página web. Hay que cargar la maleta, aparte de con todo lo que nunca puedes dejarte en casa y, con un poco de paciencia, enfrentarte a este tipo de situaciones que llegan a amargarte si no te lo tomas con filosofía. En mi caso particular, ha habido veces que no me he podido duchar porque el baño no estaba adaptado, por eso, entre mi equipaje nunca falta un bote de jabón sin agua. Por si las moscas», comenta Pilar entre risas.
Tanto uno como la otra, coinciden en que los principales problemas con los que se ha encontrado son en el transporte público, instalaciones de hoteles y restaurantes o visitas a los edificios más emblemáticos y museos del lugar. «A parte del coche propio, el medio de transporte más accesible es el avión y el tren que, en los últimos tres años, ha experimentado un enorme desarrollo, puesto que puedes viajar por toda España solo si quieres. Hay un servicio de ayuda al viajero con discapacidad. Y en el caso del avión, AENA obliga a que los aeropuertos tengan personal para atendernos. El 30% de la población española necesita accesibilidad en el turismo, incluyendo en esa cifra no solo a discapacitados, sino también a mayores», aclaran ambos.
El acceso y movilidad en los baños de locales y alojamientos también pueden llegar a convertirse en una odisea. «El cuarto de baño puede ser un infierno si no cumple con las medidas que requerimos; muchas veces la silla de ruedas no entra o no permite realizar maniobras para colocarnos, por ejemplo, al lado de la bañera. Es preciso que hosteleros y restauradores entiendan que, a medida que la accesibilidad aumenta lo hace, de igual modo, nuestra capacidad para viajar. Somos una parte importante del turismo y parece que muy pocos se dan cuenta y saben explotarlo», explica Alonso a la vez que insiste en que aunque se ha avanzado bastante en este ámbito de la accesibilidad, «aún queda mucho por hacer, sobre todo, en lo que se refiere al patrimonio histórico, cultural y natural. Las rutas por senderos y lo que tiene que ver con el contacto directo con la naturaleza es todavía un aspecto que está en desarrollo», continua el hombre.
Las experiencias de estos dos aventureros les hacen compartir opinión y afirman que, en estos momentos, Nueva York puede considerarse como la panacea a la tan ‘ansiada accesibilidad’. «¿Sabes lo que supone para nosotros que un edificio como el Empire State tenga escalones con menos de medio centímetro? Se sube y baja sin ningún tipo de problema. Pero, además, cualquier otro inmueble público o privado está adaptado. Sin olvidarse de autobuses, taxis, metro, museos y, en definitiva, todo lo que tiene que ver con el consumo de turismo accesible», manifiestan ambos viajeros, que coincidieron en la misma excursión.
Granada, poco accesible
Y en España, ¿qué ciudad sería la más acondicionada para este colectivo? Por las experiencias de Alfonso y Pilar, San Sebastián es una de las urbes con más acceso para personas con movilidad reducida. Granada todavía está a la cola en esto de la accesibilidad en el turismo, tal y como señala el presidente de la Federación Granadina de Discapacitados (Fegradi), Martín Ortega. «Pese a ello, se está avanzando poco a poco. Hace falta más voluntad política para adaptar la ciudad a lo que dicta la legislación en cuanto a accesibilidad, sobre todo, de cara al turismo. El transporte público debería ser más efectivo, ya que nos llegan demasiadas quejas sobre autobuses con rampas que no funcionan. Solo el 5% de los taxis está adaptado, es muy complicado moverte por Granada en este medio», declara Martín mientras sostiene que en cuanto a los edificios a visitar en la capital, se está trabajando sobre un proyecto de viabilidad para hacer que La Alhambra sea más accesible. «Los Palacios Nazaríes o la Capilla Real son de difícil acceso, así como las calles del barrio del Albaicín. El adoquinado de sus calles es poco transitable cuando se va en silla de ruedas. Sabemos que la situación económica actual es muy compleja, pero muchas veces no es cuestión de dinero. Lo que pedimos es que las obras que se hagan se aprovechen y se adapten a la legislación vigente, ya que en la provincia hay entre 56.000 y 60.000 personas con discapacidad, de los que el 53% tienen discapacidad física y el 23% intelectual», aclara el presidente de Fegradi. Por otra parte, las playas son también centro de quejas. «El problema con las playas está en las pasarelas. Su mantenimiento es imprescindible y, en ocasiones, no se cuidan. Tampoco suelen llegar a primera línea de playa. No obstante, algunos ayuntamientos han puesto sillas anfibias para trasladar a la persona hasta el agua», comenta Martín esperanzado en que, para 2019, la normativa que obliga a que todos los lugares en España sean accesibles, esté vigente.
Así, no es de extrañar que las asociaciones en defensa de este colectivo trabajen para conseguir que esas necesidades se cubran. Según el último estudio realizado por la Asociación de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de Jaén (Fejidif), «España es uno de los primeros destinos turísticos a nivel mundial. Sin embargo, diferentes indicadores muestran que el nivel de competitividad de España está cayendo en ciertos sectores y que el de rentabilidad del turismo de sol y playa, que representa el 75% de la demanda turística, también está disminuyendo. De hecho, dada la falta general de accesibilidad en los establecimientos turísticos, deben seleccionar los alojamientos sobre la base de los requisitos relacionados con su discapacidad, no sólo de la ubicación del hotel y el precio de la habitación. Por tanto la información sobre la accesibilidad desempeña un papel clave para los usuarios con discapacidad en la elección de sus vacaciones y alojamiento».
Es por eso que, demandan la actuación tanto de administraciones como de particulares para que la accesibilidad sea un hecho porque como dijese Lao Tse: «Un viaje de mil millas comienza con el primer paso».