La satisfacción y el orgullo le bailan en los ojos a Damián Ramos. Desde niño había perseguido con ahínco el sueño de participar en unos Juegos Olímpicos como canoísta. El tren se le escapó en Londres 2012 y decidió cambiar la pala por los raids de aventura en la montaña. Hace justo una década, en una de esas pruebas de extrema resistencia sufrió una grave caída desde 30 metros de altura. Ese día volvió a nacer, dos veces. Se rompió tibia y peroné, y el tobillo le quedó inerte. Lo peor fue lidiar con el cargo de conciencia ya que fallecieron tres guardias civiles que acudieron a su rescate. A ellos y a Enrique Ferrero, el sargento que le salvó la vida, les profesa una eterna gratitud porque le brindaron una segunda oportunidad. Con el ciclismo volvió a resurgir de sus cenizas y ahora en París cumplirá aquel anhelo que cultivó desde la adolescencia, aunque esta vez, lo hará en unos Juegos Paralímpicos y entre pedales.
Cuando ocurrió el accidente, el deportista de La Coruña llevaba poco más de un año retirado del piragüismo. Había acudido a mundiales y a europeos, siendo campeón de España en varias ocasiones. “Compartí muchas horas de embalse con David Cal, Teresa Portela o Tono Campos. Me quedé a las puertas de Londres por muy poco y decidí probar otras modalidades. El destino ha querido que diez años después pueda quitarme esa espinita clavada”, recalca. El 24 de agosto de 2014 su rumbo dio un giro brusco. Participaba en el III Raid Picos de Europa, un evento de exigencia máxima que combinaba canoa, bicicleta, natación, rápel y carrera de montaña.
De madrugada, bajo el cielo nocturno salpicado con estrellas y la luz argéntea de la luna, se desencadenó el incidente. Ramos estaba corriendo cuando una roca bajo sus pies se desprendió y él cayó por un barranco hasta frenar en una estrecha repisa. Resistió la noche con una fractura abierta de tobillo. “Sobrevivir fue un milagro. Perdía mucha sangre y, por suerte, tenía a mi compañero Javier Pérez a mi lado, que me hizo un torniquete. También le debo mucho a Alberto Taboada, que iba con nosotros y bajó rápido al pueblo más cercano a pedir ayuda”, relata. A la mañana siguiente el helicóptero del Grupo de Rescate Especial de Intervención de Montaña (GREIM) acudió en su auxilio, pero el infortunio se cebó con algunos de sus integrantes.
Cuando estaba a punto de entrar en la aeronave, una de las aspas rozó con la pared de la ladera y el aparato acabó precipitándose, terminando con la vida de los tres ocupantes. “El guardia que sobrevivió había bajado para ayudarme a subir y tiró fuerte de mí en el último momento, impidiendo que saltase al interior. A partir de ahí digo que tengo dos cumpleaños y dos madres: una biológica, Soledad, y la otra es Quique, una persona increíble con la que estaré siempre en deuda, al igual que con los tres héroes que dieron su vida por mí”, recuerda aquel episodio que lleva grabado a fuego en su memoria.
El coruñés estuvo dos años sin caminar por sus propios medios, tenía el tobillo desgarrado y tras someterse a cinco operaciones le colocaron una prótesis, aunque quedó inmovilizado. Las secuelas físicas le hicieron menos daño que los comentarios que recibió a través de las redes sociales. Ese sentimiento de culpa hizo que la tristeza le llegase en oleadas, le martirizaban los pensamientos que tanto le atribulaban. “Lo pasé muy mal, me sentía responsable. Mi visión cambió cuando los propios guardias civiles me dijeron que ellos están para salvarnos sin mirar las consecuencias que puedan producirse. Poco le agradecemos lo que hacen por nosotros”, explica.
Aquellas palabras de los agentes de la Benemérita serían el mejor psicólogo para desactivar la angustia que se había enrocado en su ánimo. Y el ciclismo le permitió encontrar nuevos horizontes que sirvieran para cicatrizar. “Era mi válvula de escape, al principio formaba parte de mi proceso de rehabilitación, pero poco a poco me exigía más, los dolores desaparecieron y llegué a la competición”, comenta. Encaró el nuevo desafío con avidez y en 2021 debutó con victoria en la ruta de la Copa de España que se celebraba en Viveiro (Lugo). Ese mismo año, en Cadalso de los Vidrios (Madrid), estaba a punto de ganar el Campeonato de España, pero a tres kilómetros de la meta se cayó y se fracturó el escafoides de la mano. Ahí le echó el ojo el seleccionador nacional, Félix García Casas.
“Vio que tenía potencial y empezó a contar conmigo después de acudir a la Copa del Mundo de Ostende (Bélgica) en 2022. Todo ha ido muy rápido para mí, he tenido que aprender a marchas forzadas y a base de palos”, dice riendo. Comenzó a brillar a nivel internacional, colándose entre los mejores ciclistas en categoría C4. En 2023 fue cuarto y quinto en el Mundial de Glasgow (Escocia) y ganó el oro en ruta y el bronce en la contrarreloj en el Europeo de Rotterdam (Países Bajos). “Era la recompensa a todo el trabajo y a las penurias que he pasado. Vestir el maillot de campeón es un privilegio, un momento imborrable. Ese día supe que podía llegar lejos y cumplir ese sueño que tenía de niño, ir a unos Juegos”, agrega.
Ramos ha dado otro salto de calidad este año al liderar el ranking de la Copa del Mundo con dos oros y dos bronces en Adelaida (Australia) y en Ostende (Bélgica). Y también ofreció un gran rendimiento en la pista, con un quinto puesto en la persecución en el Mundial de Río de Janeiro. “En Glasgow me quedé a diez segundos de las medallas y este año a cinco, el progreso es evidente. Hay margen de mejora y hemos trabajado intensamente para elevar el nivel en esta modalidad, en la que tengo poca experiencia. Mi primera vez en un velódromo fue en Asturias en 2022, en cemento, y se saldó con la clavícula y con tres costillas rotas -ríe-. A un amigo se le olvidó decirme que la bici de pista no tiene frenos y salí por los aires, fue un desastre. Soy un novato, pero ya estoy peleando con los mejores”, subraya.
Al gallego, que se considera más contrarrelojista, le han ayudado sus conocimientos. Como buen ingeniero aprovecha cada avance de la tecnología aplicada al deporte. “Trato de estar a la vanguardia de cualquier invento para emplearlo en la bicicleta, me empapo bien sobre estudios aerodinámicos o resistencia a la rodadura, profundizo en fórmulas para limar cada décima porque te pueden meter en las medallas”, añade. Aspira a ellas en París, donde vivirá su debut en unos Juegos Paralímpicos: “Estoy nervioso e ilusionado, es el premio a tantos años de entrenos y sufrimiento, esto le da sentido a lo que hago”.
Se ve con opciones de luchar por las preseas tanto en la carretera como en el velódromo de Saint-Quentin-en-Yvelines. “La pista se me da bien pese a que llevo solo dos cursos, intentaré colarme en la final en persecución, se puede soñar con un resultado importante. En la ruta también lo daré todo, aunque la contrarreloj es mi punto fuerte. Soy prudente, pero este año he dado un plus, he mejorado y soy ambicioso, sé que puedo estar en la disputa por las medallas”, confiesa Ramos, cuyos ojos desprenden pasión y gratitud en cada pedalada: “En mi cabeza está la gente que estuvo en los malos momentos, como mis padres, mi familia, mi entrenador José Manuel Cardesín, los amigos… Y por supuesto, los tres guardias civiles que fallecieron y Quique, mi salvador, ellos me permitieron tener una segunda vida”.
DAMIÁN RAMOS
Damián Ramos Sánchez (A Coruña, 1986). Ciclismo. Campeón de Europa. Medallista en Copa del Mundo. Debuta en unos Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Constante, positivo y ambicioso.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
Un colgante con la figura de un canoísta, me acompaña desde 2010.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Aunque todavía no lo he desarrollado, pero creo que podría tener talento para competir en campeonatos de agility con perros, tengo un ‘border colli’ y es otra de mis pasiones. En un futuro me gustaría dedicarme a ello.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Comer sin engordar -ríe-.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
Miedo a lo incontrolable, a lo que no depende de uno mismo.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
Los espaguetis a la boloñesa de mi madre.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A la playa dando un paseo con mi perro.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
Buena compañía.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un ‘border colli’, es el Ferrari de los perros.
10.- Una canción y un libro o película.
Cualquier canción del grupo ‘The Offspring’. Y una película, ‘Interstellar’.