El atleta

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El atleta sudafricano a la izquierda de la imagen. Eurosport

Ezequiel Fernández Moores / lanacion.com.ar – Alarmados por el detector de metales, los agentes de seguridad de Schiphol, el aeropuerto de Amsterdam, frenaron en 2006 a Oscar Pistorius. Encontraron sustancias de explosivos en sus piernas. Sus padres decidieron amputárselas por debajo de las rodillas cuando tenía 11 meses porque Oscar había nacido sin peronés. Los guardias, entonces, le dijeron que querían revisar sus prótesis. Lo esposaron y lo metieron dentro de una celda. Todo comenzó a solucionarse cuando Pistorius recordó que horas antes había estado disparando al blanco con un amigo. Los guardias lo habían confundido con un terrorista. Aún hoy se confunden muchos. Les cuesta definir a Oscar Pistorius como lo que eligió ser: un atleta.

Hay una escena formidable en la Web. Sucedió el 19 de julio pasado en la pista de Lignano, Italia, en un torneo llamado Sport Solidaridad. La carrera, en rigor, fue igual que otras desde que Pistorius fue autorizado a competir con atletas convencionales. Último en los primeros 150 metros. Arrollador en los 100 finales. El tiempo de 45s07 para los 400m lo convirtió en el primer atleta sin piernas clasificado para un Mundial. Al zimbabuense Talkmore Nyongani, uno de los mejores velocistas africanos, no le importó su derrota. Comparte la emoción del público por el triunfo de Pistorius. Un bellísimo gesto deportivo. Abre sus brazos enormes para abrazar al sudafricano. Es tan efusivo que lo tira al piso. Las cuchillas en forma de J que ayudaron a Pistorius a ganar desnudan cierta fragilidad para mantenerlo de pie. Pesan algo más de 2 kilos y cuestan unos 35.000 dólares. La fábrica islandesa Ossur les puso el nombre de Cheetah (guepardo). El animal terrestre más rápido del planeta corre a unos 110 kilómetros por hora, casi tres veces más veloz que Usain Bolt. A diferencia del león, que desperdicia energías, el guepardo se lanza como un muelle. «Es evidente que las prótesis le han dado una ventaja a Pistorius», dice el comentarista de la TV italiana. No todos los rivales son como Nyongani. Algunos dicen que las prótesis deberían llamarse «Cheater» (Tramposo). Sí, ironizó Carlos Arribas hace unos días en El País, es mejor tener fibra de carbono en las piernas en lugar de carne y huesos. Tornillos en lugar de tobillos.

Pistorius representa un símbolo del deporte como ejemplo de superación y de esfuerzo. Pero también el debate sobre si las piernas humanas compiten en igualdad de condiciones contra las cuchillas de fibra de carbono. «Ambas partes tienen razón», me dice Martín Scharples, quien ha llegado a cruzar la meta en alguna carrera con la prótesis en la mano, destrozada. «Si miramos el reglamento, Pistorius no debería correr porque tiene elementos que impulsan. Pero es un atleta extraordinario y compite con convencionales porque quiere demostrar la integración.» Coincide Carlos «Beto» Rodríguez, nueve veces campeón de la San Silvestre en su silla de ruedas: «Es supervalorable que Oscar le muestre al mundo convencional lo que puede hacer un deportista paralímpico, pero es cierto que cuando a los 200 metros los demás sienten fatiga muscular Oscar hace prevalecer el elemento mecánico». Así lo estableció, en rigor, la propia Federación Internacional de Atletismo (IAAF). El médico alemán Gert-Peter Bruggermann lo comparó con seis corredores convencionales, usó cámaras de infrarrojos y de video de alta velocidad y plataformas de fuerza. Analizó el almacenamiento y retorno de la energía elástica, cambios de longitud y frecuencia de zancadas, consumo de oxígeno y producción de ácido láctico. Las prótesis -concluyó Bruggermann- le dan a Pistorius una ventaja de un 25 por ciento. Su discapacidad, más aún, le permite correr con ventaja también en Paralímpicos ante rivales que tienen una sola pierna amputada. La IAAF le prohibió correr contra atletas convencionales. «Página infame para el deporte, la ética y la humanidad», editorializó al día siguiente Candido Cannavó, director de La Gazzetta dello Sport.

La determinación y los logros de Pistorius, me dice desde Estados Unidos César Torres, filósofo del deporte, nos obligan a reflexionar sobre algunas cuestiones fundamentales del deporte que se dan frecuentemente por supuestas. «Las nociones de discapacidad, normalidad y justicia.» Y llevan al deporte de elite, naturalmente discriminatorio, a pensar en «escenarios deportivos más inclusivos, igualitarios y técnicamente sobresalientes». Pistorius, se sabe, fue finalmente autorizado a correr en el Mundial que se celebra estos días en Daegu. El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) consideró «insuficientes» las pruebas de la IAAF. «Analizó las ventajas, pero no las desventajas.» Porque las prótesis pueden favorecer la aerodinámica, impulsar y agrandar las zancadas. Pero hacen más lenta la salida y más inestables las curvas. «Oscar -dijo el británico Martyn Rooney, rival suyo- hace cosas que yo jamás podría hacer y yo hago otras que él tampoco podrá nunca.» «No se trata de si hay menos producción de ácido láctico o menor consumo de oxígeno. El problema -dijo el ex atleta paralímpico Daniele Bonacini- es cultural, la aceptación de lo diverso.» «Una farsa», replica el científico sudafricano Ross Tucker. Y dice que hasta uno de los médicos que analizaron a Pistorius, Peter Weyand, acepta que las prótesis dan al atleta una ventaja de 10 segundos. Según Tucker, «se está abriendo una caja de Pandora. Nike, Adidas y Mizuno harán zapatillas que permitan impulsar como las Cheetah». ¿Acaso la NBA no prohibió el año pasado las zapatillas Concept1 que permitían aumentar el salto hasta 9 centímetros?, recordaron algunos. Otros dijeron que la natación prohibió los bañadores «mágicos» de poliuretano. Recuerdan que el etíope Abebe Bikila ganó corriendo descalzo en los Juegos de Roma 60 y temen que el sudafricano de las prótesis sea el primer campeón biónico en Londres 2012. Citan justamente el final de Blade Runner , uno de los apodos de Pistorius. Cuando el replicante Roy Batty (Rutger Hauer) agoniza tras salvar a Rick Deckard (Harrison Ford) en el año 2019 en Los Angeles, y dice: «Yo he visto cosas que vosotros no creeríais».

«Cuesta aceptar que nos pueda ganar alguien que consideramos inferior», dice Aimee Mullins. Ex atleta paralímpica y jefa de la delegación de Estados Unidos para los Juegos de Londres 2012, Mullins, amputada en sus dos piernas al año de vida, modelo y actriz, desarrolló las prótesis Cheetah mucho antes que Pistorius. El caso del sudafricano es tema de fuerte debate en Londres. Tanni Grey-Thompson, célebre atleta paralímpica británica, teme que sus Juegos pierdan sentido si la gente cree que todos pueden ser como Pistorius. Los Olímpicos, afirma, conceden fama y dinero. «Me gustaría que los medios cubrieran a verdaderos atletas corajudos que no son inspiradores por su discapacidad, sino con su discapacidad», escribe en un foro una nadadora paralímpica de Estados Unidos. La nadadora sudafricana Natalie Du Toit, amputada en una pierna, ya compitió y fue finalista en Pekín 2008 con atletas convencionales y busca su tiempo para Londres 2012. Lo hace sin prótesis alguna. La estadounidense Marla Ruyan, legalmente ciega, corrió sin guía en Juegos Panamericanos y Olímpicos. La primera atleta parapléjica autorizada a competir en Juegos Olímpicos fue la neozelandesa Neroli Fairhall, fallecida en 2006. Había ganado el oro en tiro con arco en los Juegos Paralímpicos de Moscú 80 y fue autorizada a competir en los Olímpicos de Los Angeles 84, en medio de algunas polémicas por su silla de ruedas. Terminó en el puesto 35°. Un periodista le preguntó si tenía ventaja por tirar en posición de sentada. «No sé -respondió Fairhall-, nunca he tirado en posición de pie.»

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