‘Monsieur’ Yassine Ouhdadi retiene su trono paralímpico en 5.000 metros

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    Con sonrisa tímida, pero mirada feroz y ávida de éxitos, Yassine Ouhdadi se presentó en la pista teñida de violeta del Stade de France. Demandaba su alimento, el oro paralímpico, el que ya había ganado en Tokio 2020, el mismo metal que devoró en los dos últimos mundiales (París 2023 y Kobe 2024). Los rivales, una manada de depredadores, no se lo iban a poner fácil. Aunque no pudieron evitar que el atleta español, con una fe sostenida por el trabajo concienzudo en la altura de Font Romeu y en el CAR de Sant Cugat, dirigido por Benito Ojeda, conservara su corona en los 5.000 metros T13 -discapacidad visual-.

    De fe musulmana, nada más salir al estadio se encomendó a Dios y se arrodilló para besar el tartán. La carrera fue controlada, sin grandes cambios de ritmo ni tirones. Esbelto como un junco, con pisada ligera, como si no quisiera hacer ruido, pero cogiendo velocidad y progresando con su elástica zancada. El tarraconense alcanzó la cima gracias a su explosivo final, ese momento en el que su corazón repiquetea e inyecta las revoluciones necesarias para que sus piernas incontenibles se deslicen hacia el oro soñado. La segunda presea dorada en unos Juegos para un excelente atleta y competidor puro.

    Con los ocho deportistas apiñados en el grupo, Yassine salió con confianza, afrontó la prueba con inteligencia, inalterable a cualquier movimiento, corría pegado a la cuerda. Ni muy delante ni demasiado atrás. Calma tensa en las primeras vueltas. A falta de dos vueltas el australiano Jaryd Clifford lanzó un ataque, al que respondió el español, siendo su sombra, sin inquietarse, reservando gasolina. Los dos dejaron atrás al grupo. La tormenta se acercaba, se escuchaba el rumor de los truenos en París y al poco de sonar la campana se lanzó a por su rival, los dientes apretados, las piernas ligeras y velocísimas, descargó todo el potencial que acumula.

    Tensó cada músculo de su cuerpo y a 400 metros asestó el hachazo, como un relámpago. Agitó las aguas, aceleró y zancada tras zancada fue dejando atrás a sus perseguidores. El ácido láctico parecía no invadirle, majestuoso, sin descomponer la figura, con las energías intactas, voló lanzado e incontenible. En la recta final, desatado, se deslizaba por la pista lavanda del Stade de France hacia la meta, hacia ese oro soñado. El corazón le botaba de alegría en la mañana parisina, brazos al cielo y otra vez campeón paralímpico.

    Yassine Ouhdadi es el rey de los 5.000 metros T13. Primer oro para el atletismo español en los Juegos. Tuvo el honor de ser también el primero en coger la cadena y tañer la campana que solo los campeones pueden hacer sonar, y que se trasladará a la Catedral de Notre Dame como parte de su renovación en curso después de que fuera casi destruida por un incendio en 2019.

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