Naiara Rodríguez, juventud, gallardía y frescura entre canastas

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En su niñez trazaba con habilidad y armonía cada paso, salto, pirueta o elongación sobre el tapiz. Fluía al ritmo de la música para ejecutar ejercicios entre aros, pelotas y cintas. A Naiara Rodríguez le apasionaba la gimnasia rítmica, competía a nivel escolar con el Club Itzal, donde apuntaba maneras. Pero sus sueños cambiaron de dirección cuando una serie de complicaciones en una operación de escoliosis le provocaron problemas irreversibles que desembocaron en una paraplejia. En plena rehabilitación se cruzó en su camino el baloncesto en silla de ruedas, al que se agarró como si fuese una tabla de salvación. Con gallardía, frescura, optimismo y alegría por bandera, en poco tiempo se ha consolidado en el deporte de la canasta, siendo una promesa en ciernes.

De pequeña sufría dolores de espalda y durante cinco años le acompañó un corsé ortopédico con el fin de enderezar la columna vertebral. No mejoró y con 13 años tuvo que pasar por el quirófano, donde su vida se vio modificada. “Iba para estar solo cinco días y estuve hospitalizada tres meses. Algo salió mal y acabé con una lesión medular. Al principio no se sabía lo que me pasaba, no podía mover nada desde el cuello hacia abajo. Poco a poco fui recuperando movilidad, me quedó insensibilidad en la pierna derecha y la otra no la muevo bien, pero afortunadamente pude esquivar una tetraplejia”, explica la joven alavesa.

Le costó digerir su nueva situación en plena efervescente adolescencia. “Fue difícil, un jarro de agua fría. Me negaba a desplazarme en una silla e intentaba ir al colegio en tacataca. Pero cada vez era más complicado, necesitaba la ayuda de mis compañeros y no me quedó más remedio que sentarme en una”, comenta. Se afanó en su recuperación y, por recomendación médica, eligió la natación en sus comienzos. “Apenas duré un año, me aburría la piscina”, afirma.

Naiara Rodríguez es una de las nuevas joyas del baloncesto español en silla. Foto: IWBF

En ese proceso de rehabilitación acudía al gimnasio del Club Zuzenak, donde descubrió el baloncesto. Agurtzane Egiluz, jugadora contrastada del conjunto vitoriano y de la selección española, iba cada tarde a verla con el propósito de convencerla para que practicase su deporte. “Ella es mi referente, estuvo un año insistiéndome y siempre le decía que no, hasta que un día, en diciembre de 2018, acepté la silla. Era la primera vez que tenía un balón entre mis manos, tuve una sensación agridulce porque estar sentada sobre ruedas me producía rechazo, pero al mismo tiempo volvía a correr y a ser libre, motivos que me convencieron para quedarme”, subraya.

Empezó por diversión y pronto se vio envuelta en la competición. “A las pocas semanas disputé un Campeonato de España escolar y me sentía perdida en la pista, todo era nuevo para mí, no sabía cuándo atacar o defender, llegaba tarde a cada jugada, pero estaba ilusionada”, reconoce. Con trabajo, dedicación e inmersa en un remolino de emoción y felicidad progresó de forma vertiginosa. El primero en pulirla fue Iñaki Ibarreta, paralímpico en Seúl 1988 y en Barcelona 1992, que le dotó de las herramientas y los conocimientos necesarios para dar el salto al primer equipo del Zuzenak a los pocos meses de iniciarse.

Su talento y potencial no pasaron desapercibidos para Abraham Carrión, que la convocó para la selección. Acudía solo a las concentraciones como aprendizaje y para entrar en la dinámica del grupo, y no rompió el cascarón hasta el Europeo de Madrid en 2021, ya con Adrián Yáñez como seleccionador. Naiara firmó el estreno perfecto con un bronce luciendo en el pecho, la primera medalla en la historia del baloncesto en silla femenino. “Debuté en el primer partido del torneo, frente a Turquía. Íbamos ganando con comodidad y el entrenador se dirigió a mí y me dijo que me tocaba jugar. Estaba nerviosísima, pero me salió bien, anoté incluso cinco puntos”, dice riendo.

Naiara Rodríguez en un partido del Preparalímpico de Osaka (Japón). Foto: IWBF

En 2023 compitió en el Mundial de Dubái, quedó cuarta del mundo en Bangkok (Tailandia) con la sub 25 y volvió a conquistar otro bronce en el Europeo de Rotterdam (Holanda), esta vez con Franck Belen en el banquillo de España. “Ha sido llegar y besar el santo. Las chicas me dijeron que esto no era lo normal hasta entonces, que han superado obstáculos y han derramado muchas lágrimas para alcanzar estos éxitos”, añade la alavesa, que estudia la carrera de Matemáticas.

Con la osadía colgada a la espalda y cargada de entusiasmo, Naiara afronta sus primeros Juegos Paralímpicos. “Hasta que no aterrice en París no me lo creeré. Es más que un sueño, hace cinco años ni tan siquiera imaginé con llegar a la selección y ahora formaré parte del mayor evento al que aspira un deportista. Espero aportar mi granito al equipo para conseguir los objetivos. Todavía me falta experiencia, pero Franck confía en mí, me dice que tome responsabilidades, que lleve el balón y ayude a mis compañeras, a las que suelo transmitir seguridad y calma, a pesar de ir a revoluciones altas, nunca me altero”, asevera.

España está encuadrada en el grupo A junto a China, Canadá y Gran Bretaña. “No hay rival débil, estamos las ocho mejores selecciones del mundo y cada partido será una final. La que nos quiera ganar tendrá que sudar y sufrir mucho. Tenemos una plantilla que destaca por su diversidad, cada quinteto saca su mejor versión para defender y ponerles las cosas difíciles al rival. Vamos a por todas, con garra, descaro y valentía, nos da igual a quien tengamos enfrente, no nos rendimos. No somos las favoritas, pero hay que apuntar a lo más alto, al oro, aunque la plata o el bronce sería un gran premio. Soñar es gratis”, remata Naiara Rodríguez, sinónimo de vitalidad, reinvención y lucha.

La jugadora vitoriana debutará en París en unos Juegos Paralímpicos. Foto: Club Zuzenak

NAIARA RODRÍGUEZ

Naiara Rodríguez Resa (Vitoria, 2004). Baloncesto. Bronces europeos en 2021 y 2023. Debuta en unos Juegos Paralímpicos.

1.- Defínase con tres adjetivos.

Paciente, divertida y cariñosa.

2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?

Las zapatillas y los calcetines con algún diseño que utilizo para jugar.

3.- ¿Tiene algún talento oculto?

Tocar el piano.

4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?

Ser invisible.

5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?

Al mar. Me meto, pero si veo cualquier minúsculo pececito, salgo corriendo -ríe-.

6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?

El jamón.

7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?

A la montaña.

8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?

Agua y comida.

9.- ¿En qué animal se reencarnaría?

En un búho.

10.- Una canción y un libro o película.

‘Vagabundo’, de Sebastián Yatra, Beéle y Manuel Turizo. Y una película, ‘6 en la sombra’.

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