Pablo Jaramillo no siempre pensó en el ciclismo como su gran prioridad, su otra pasión era la tauromaquia. De niño estaba tan obsesionado con el arte de Cúchares que un día cogió unas tijeras y con un mantel rojo que había en casa diseñó su propio capote para imitar las verónicas y chicuelinas de sus ídolos. Hasta que su madre puso el grito en el cielo: “De torero, nada”, recuerda entre risas. Pronto comprendió que su mayor habilidad taurina era montar en bicicleta, con la que a lo largo de casi 20 años se ha convertido en un ‘pistard’ currante, de garra y pundonor, con un buen currículum en el velódromo. A sus 44 años le llega la oportunidad que tanto esperaba, correr en unos Juegos Paralímpicos.
“Es un sueño que llevo mucho tiempo persiguiendo. He ido subiendo escalones poco a poco, primero en pruebas por Andalucía, luego me movía en campeonatos de España y di el salto con la selección en competiciones internacionales, pero hasta en tres ocasiones vi pasar por delante el tren de unos Juegos. Era duro porque sigues pedaleando un ciclo tras otro y no apareces en la lista de convocados”, asegura. Nunca desistió, confió en su potencial y cuando menos lo esperaba, el seleccionador nacional Félix García Casas le otorgó un billete con dirección a la capital nipona. “He sido cabezota y persistente, el que la sigue la consigue”, subraya.
Desde pequeño la bici siempre ha sido “un veneno” para el almeriense, convirtiéndose también en su principal aliada tras sufrir un accidente de tráfico en 2001. “Me choqué contra un árbol y el brazo izquierdo me lo hice polvo. El hombro con la cabeza de húmero afectada, el antebrazo con injerto de piel y los nervios cubital y radial dañados. Tengo la mano en garra, por lo que no puedo cerrarla. Pero tuve suerte de conservar la extremidad, al final el cuerpo es sabio y se adapta, saca oro de dónde sea”, explica.
Tras recuperarse, Jaramillo se adentró en el ciclismo adaptado y confiesa que no se esperaba “el nivel tremendo que había, tuve que exprimirme mucho para estar a la altura del resto”. En 2003 en Valencia ganó un bronce, su primera medalla en un Campeonato de España. Y en 2007 con la elástica española debutó en un Mundial en Burdeos. A partir de ahí acumuló un carro de medallas y un rendimiento notable bajo el anillo. En sus 12 mundiales ha sacado cinco metales: plata en el kilómetro en categoría C5 y bronce por equipos en el Mundial de Manchester 2009; bronces en el kilómetro en Montichiari (Italia) 2011 y Apeldoorn (Holanda) 2015 y una plata en la velocidad en Los Ángeles 2017. A ellos hay que añadir varias preseas más en Copa del Mundo y de Europa.
Esa perseverancia sobre la bicicleta se ha visto recompensada con una plaza para los Juegos Paralímpicos de Tokio. “Lo afronto con responsabilidad porque voy a defender los colores de mi país, pero con la tranquilidad de saber que voy con los deberes hechos y con ganas de disfrutar. Llevo tiempo visualizando este momento y acudo con los pies en el suelo, tranquilo e ilusionado, deseando pisar la pista y que las ruedas echen fuego”, recalca el andaluz.
Esta temporada ha calentado las piernas recorriendo muchos kilómetros en la carretera y afinando en los velódromos de Anadia (Portugal), Galapagar y Palma de Mallorca para la gran cita en la que puede culminar su trayectoria en el óvalo con una medalla paralímpica. El técnico español ha apostado por él para formar el tridente de la velocidad junto a Alfonso Cabello y Ricardo Ten. Un equipo que ya dejó su huella en el último Mundial disputado en Milton (Canadá) el año pasado con un tiempo estratosférico (49:747) en la ronda clasificatoria que les metía en la final, aunque un error en el relevo les costó la descalificación.
“El resultado no quedó en saco roto y ahora tendremos otra opción de demostrar que podemos hacer algo importante. He trabajado duro para que no vuelva a repetirse ese fallo y ayudar a mis compañeros con mi cambio de ritmo. Esto es una apuesta personal de Félix y no quiero defraudarle, voy a vaciarme en la pista. China y Gran Bretaña son las favoritas, lo llevan demostrando muchos años, son países muy potentes a los que será difícil ganarles, pero no es imposible. Tenemos nivel para pelear por una medalla, ojalá pueda ser de oro, pero una plata o un bronce también estaría muy bien”, remata Jaramillo.