El valenciano lleva un año cargado de éxitos en su nueva disciplina y en unos días buscará repetir podio en el Mundial de ciclismo en carretera.
Jesús Ortiz / dxtadaptado.com
Más de 20 años pasó Ricardo Ten en la piscina, en la que logró seis medallas en Juegos Paralímpicos y 29 entre europeos y mundiales. De Río de Janeiro 2016 se marchó sin recompensa y decidió colgar el bañador. Necesitaba reinventarse y con el ciclismo recuperó la ilusión por la competición. Su estreno no pudo ser mejor: varias preseas en Copa del Mundo, una plata en el Mundial de carretera y un oro y un bronce en el campeonato del mundo en pista.
«Sabía que tenía opciones de estar a un buen nivel, pero jamás pensé estar tan pronto entre los mejores. La bici ha sido para mí un complemento para preparar las temporadas, aunque nunca me había planteado competir. El primer sorprendido por cómo estoy rodando soy yo, estoy disfrutando como un niño con esta nueva etapa deportiva», asegura.
Sobre las dos ruedas superó el primer obstáculo en su vida tras salir del hospital después del accidente que sufrió con ocho años, cuando un cable de alta tensión que rozó le llevó a la amputación de los brazos y una pierna. El ciclismo también le ayudó a ponerse a punto para la natación: «Me di cuenta del potencial que tenía realizando triatlones en pretemporada, veía que el mejor parcial lo hacía con la bici».
Tras los Juegos Paralímpicos de Río notó que su carrera como nadador se estaba apagando, la motivación y la ambición no eran la misma, así que decidió tomarse un año para probar nuevas disciplinas. «Con el ciclismo he recuperado la ilusión y la pasión por del deporte de élite. Me queda aún mucho por aprender, aún no sé dosificar y gestionar los esfuerzos, tengo que ir al límite pero manteniendo el ritmo», confiesa.
Aunque se siente más a gusto en el velódromo ya que su cuerpo está acostumbrado a pruebas intensas pero breves, ya ha demostrado que también sabe rendir sobre el asfalto. En unos días afrontará un nuevo reto, el Mundial de ciclismo en carretera en Maniago (Italia), donde confía en repetir medalla en clase C1 como ya hiciera el año pasado en Sudáfrica.
«Llego muy bien, con muchas ganas y sin ningún tipo de presión. Tengo muy claro que mi objetivo es la pista, así que a este Mundial voy a disfrutar, a darlo todo y a seguir mejorando en la contrarreloj, que es donde flojeo más. La ruta se me da bien, trataré de aguantar en el pelotón y esperar un tirón fuerte de los ciclistas de las clases C2 y C3 para que algunos de mis rivales no sigan el ritmo y así intentar pelear por el oro con el campeón del mundo, el alemán Pierre Senska», recalca.
El ciclista del equipo Hyundai Koryo Car, entrenado por Eloy Izquierdo, ya mira de reojo a Tokio 2020, que serían sus sextos Juegos Paralímpicos. «Antes los veía como un sueño y aunque aún faltan dos años y pueden pasar muchas cosas, soy consciente de que con los resultados que estoy haciendo, sobre todo, en la pista, los veo más cerca. Voy a tener que trabajar mucho, pero mi objetivo principal es estar en Japón», apostilla el valenciano.