Sonia Ruiz, resistencia, compromiso y pasión al servicio del baloncesto

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Cuando Sonia Ruiz empezaba a botar el balón, su deporte andaba tan escondido que no contaba con referentes. En el resurgir de la selección española en 2002 apenas eran nueve mujeres con licencia, por lo que tuvieron que repescar a jugadoras que ya habían dejado las canchas por el ostracismo al que fueron sometidas. La murciana, que ha experimentado muchos sinsabores, penurias y obstáculos, resistió con rebeldía y constancia. Bajo su espíritu indomable, carácter competitivo y pases precisos, toda la transformación del baloncesto femenino en silla de ruedas. Ahora lleva unos años cosechando éxitos. Es talento y clase sobre una pista, pero también compromiso, esfuerzo y pasión.

Su relevancia no solo se mide por las medallas y el palmarés, sino por creer y defender el basket en una etapa hostil. A sus 43 años, la ‘Señora’, como la llaman sus compañeras, disfrutará de los últimos episodios con la elástica roja, que ha vestido en más de 150 partidos. “Llevan 15 años retirándome. Es cierto que lo iba a hacer tras Tokio 2020, pero lo alargué porque me veía con posibilidades de hacerlo en París, rodeada de mi familia, el mejor escenario posible para decir ‘Colorín colorado, este cuento se ha acabado’. He trabajado mucho por este deporte y merezco retirarme en unos Juegos Paralímpicos. No digo adiós por mi estado físico, ya que no me duele ninguna articulación, sino porque es difícil compaginarlo con el trabajo -es diputada en la Asamblea Regional de Murcia-. Aunque el año que viene hay Europeo, igual llego”, bromea.

Su flechazo por el deporte de la canasta llegó poco después del accidente de moto que le provocó una lesión medular con 19 años. Antes de perder la movilidad de las piernas había practicado voleibol, fútbol sala, natación y atletismo: “Me apuntaba a cualquier actividad, era una niña muy hiperactiva, una deportista de cuna”. Se le vino el mundo encima cuando tuvo que pasar tres meses sin moverse de una cama, por ello sintió una liberación cuando pudo sentarse por primera vez en una silla para desplazarse. “Fue un alivio, no un castigo, solo quería salir de aquella habitación. La discapacidad la afronté con entereza, no tuve tiempo para lamentaciones y con los años me ha dado más cosas de las que me quitó”, reflexiona.

La murciana Sonia Ruiz durante el Preparalímpico de Osaka (Japón).

Entre ellas, el amor por el baloncesto, al cual conoció durante su estancia en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. “Un día bajé al pabellón y olí a goma quemada. Vi a un grupo de personas moviéndose en sillas súper raras y me enganchó, era lo que necesitaba para sentirme otra vez yo”, narra. A partir de entonces su vida orbitó en torno al balón anaranjado. Se marchó a Cádiz a estudiar Lengua de Signos porque allí había un equipo, el Safemi San Fernando, que contaba con Abraham Carrión como entrenador. De ahí dio el salto al ONCE Andalucía, el club más laureado de la época, convirtiéndose en la primera española en ganar la Liga y la Copa del Rey. También fue pionera al jugar en el extranjero, concretamente en Australia.

Pasó por otros equipos como Fuhnpaiin-Peraleda, Fundación Grupo Norte o Elche hasta que echó raíces en casa, en el UCAM Murcia BSR, al que ha ayudado a asentarse en la División de Honor, con cuatro mujeres en su plantilla, y quedando este año campeón de la Euroliga 3. “Me da vértigo cuando repaso mi currículum y veo todo lo que he vivido y lo que he luchado por la igualdad de la mujer en este deporte, me siento una afortunada. En mis inicios, desde la grada me gritaban que me fuese a casa a fregar, comentarios que me hicieron apretar los dientes y demostrar que podía partirme la cara enfrentándome a hombres. Antes, para que contasen con nosotras y disponer de minutos, debíamos rozar la excelencia y hacer más que ellos. Eso forjó nuestro carácter e hizo que el nivel aumentase”, asegura.

El rol de la mujer ha cambiado con los años y, aunque el número crece cada curso -actualmente son unas 30 las que compiten en alguna de las tres categorías que hay en España-, todavía no es suficiente para crear una Liga femenina, un anhelo de la murciana. “Es mi próxima pelea, quizás después de los Juegos sea el momento de ponernos a trabajar en ello. Siempre he defendido que es magnífico competir con chicos, pero si queremos mejorar y ser una potencia mundial, necesitamos un campeonato propio. El 70% de las chicas no jugamos en nuestra posición real con los clubes y luego cuando vamos con la selección tenemos que hacer una readaptación y eso cuesta. Me encantaría, ojalá consigamos al menos tener un torneo con varios equipos”, sostiene.

A Sonia le ha tocado vivir las dos caras de este deporte. Para llegar al reconocimiento de hoy día han tenido que picar mucha piedra. “La selección española volvió tras años en el olvido. En esos comienzos no teníamos recursos y teníamos que poner dinero de nuestros bolsillos para concentrarnos en la casa de alguna jugadora, dormíamos en sofás, en colchonetas en el suelo o en furgonetas camperizadas. Comprábamos los balones de la talla 6 porque en la Federación solo tenían de la 7, con la que juegan los chicos. Tuvimos que remar a contracorriente para que nos diesen una oportunidad. Al final, cuando persistes en tu trabajo, se alcanzan las metas”, recalca.

Sonia Ruiz vivirá en París con la selección sus segundos Juegos Paralímpicos. Foto: IWBF

En todo ese azaroso trayecto ha sido clave la aportación de cuatro entrenadores: José Miguel López ‘Cole’, “el primero que creyó en el proyecto”; Abraham Carrión, “nos transmitió su energía y ganas, hizo que nos sintiéramos como unas profesionales”; Adrián Yáñez, “el técnico que nos dio cariño tras quedarnos huérfanas por la salida de Abraham, supo cumplir a la perfección con esa transición y lo hizo muy bien en una etapa breve”; y Franck Belén, actual seleccionador, “ha creado una identidad en el equipo, nos ha aportado un juego colectivo que nos une más en la pista, todas sumamos en cualquier parcela, nos cuidamos y nos esforzamos por las demás”.

Después de tantos años viendo por televisión los Juegos Paralímpicos con “impotencia y envidia incontrolable”, Sonia pudo cumplir su sueño en Tokio 2020, donde España se llevó un diploma. “El sabor fue dulce porque vivimos la cita por la que tanto habíamos luchado, pero también agrio porque no lo disfrutamos debido a la pandemia, no veías a nadie en las gradas y siempre con miedo a dar positivo por la covid. No supimos gestionar los nervios y nos pasó factura en la pista”, comenta. Tras ello llegaron los dos episodios más brillantes de la selección, los bronces en los europeos de Madrid 2021 y Rotterdam 2023. El billete a París 2024 lo sacaron en el Preparalímpico de Osaka (Japón).

En la capital francesa se medirán a China, Canadá y Gran Bretaña en el grupo A. “Estamos las ocho mejores selecciones, no hay rival débil, será un torneo duro. Holanda es la reina perfecta, la que lo gana todo, pero al resto le podemos competir de tú a tú. Ya no se nos considera ‘La Cenicienta’, ahora somos la madrastra o la bruja del cuento con la manzana envenenada -ríe-, nadie se fía de España. Somos competitivas, tenemos una plantilla versátil, con talento, con jugadoras altas, con buen juego interior y una defensa sólida. Hemos incidido en el trabajo psicológico para que cuando los nervios vengan a por nosotras, sepamos cómo solventar la presión y las expectativas. Somos ambiciosas y podemos pelear por el bronce o, al menos, rozarlo”, asegura.

Cada año renueva la ilusión y todavía aguarda combustible y calidad para rendir al máximo nivel. “Pese a la edad, tengo un físico bueno, sigo siendo ágil, rápida, intensa y con esa mentalidad guerrera que trato de contagiar a mis compañeras. Mantengo un espíritu joven, solo me siento más mayor al mirarme al espejo y ver que me han salido más arrugas”, dice riendo. Sabe que está en el crepúsculo de su carrera, pero no cierra la puerta del todo. En su lista todavía hay sueños por satisfacer. “Me ilusiona también mi faceta de seleccionadora de la sub-25, con la que fuimos cuartas del mundo. Me apasiona trabajar para captar a jóvenes promesas y para que el futuro de nuestro deporte esté garantizado”, apostilla la comandante del baloncesto femenino español.

 

SONIA RUIZ

Sonia Ruiz Escribano (Murcia, 1981). Baloncesto. Bronce en los europeos de 2021 y 2023. Diploma paralímpico en Tokio 2020. En París disputa sus segundos Juegos Paralímpicos.

1.- Defínase con tres adjetivos.

Tenaz, emotiva y afable.

2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?

Un top morado y unas bragas feísimas, me dan suerte -ríe-.

3.- ¿Tiene algún talento oculto?

Se me da genial conectar a la gente, poner en común a personas que tienen ideas distintas. Y me gustaría tener talento para la farándula, bailo, canto o interpreto, pero se me da fatal -ríe-.

4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?

Teletransportarme.

5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?

A las cucarachas.

6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?

La pasta a la carbonara.

7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?

A la playa de Mar de Cristal, en Cartagena. Cuando estoy muy estresada voy a pasear con mi perra, allí desconecto y consigo desbloquear mi mente y volver a ser creativa.

8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?

A mi perra.

9.- ¿En qué animal se reencarnaría?

En perezoso.

10.- Una canción y un libro o película.

‘Stand by me’, de Ben E. King. Y un libro, ‘El Monje que vendió su Ferrari’, de Robin Sharma.

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