Su vida ha dado un vuelco en poco tiempo. De promesa a estrella. Va tan rápida como sus brazadas en el agua. Su cuerpo, aún por formarse, contiene un talento descomunal y su cara aniñada y redonda esconde a una nadadora insaciable. Pelo rizado castaño y sonrisa dorada, como sus triunfos, en la piscina brilla al igual que sus ojos azules. Anastasiya Dmytriv, conocida como Tasy, es una adolescente prodigio del cloro con una potencia extrema, una perla de la natación española. No tiene edad para conducir un coche ni para acceder a la universidad, pero ya domina a nivel mundial una especialidad, los 100 metros braza SB8, en la que amenaza con iniciar una tiranía. Es bicampeona del mundo y también reina europea. A sus 16 años recién cumplidos buscará completar la triple corona con un oro en los Juegos Paralímpicos de París.
Tiene la ambición de las grandes campeonas, la ilusión de una niña y la madurez de una veinteañera. Disciplinada y trabajadora, cuenta con mimbres, técnica y cualidades excepcionales para protagonizar exitosas páginas en el agua. Lo sabe Patricia Prieto, su entrenadora y descubridora junto a José Romacho, que durante un cursillo en Vícar (Almería) había visto algo especial en ella cuando tenía seis años. “Nos miramos incrédulos, se desenvolvía a la perfección, era la más rápida de todos con diferencia y no podíamos dejar de mirarla. Su monitor nos dijo que allí se aburría, iba muy por delante de sus compañeros y siempre le pedía hacer ejercicios más complejos. Nos dejó impresionados por cómo se manejaba y con una sola mano”, recuerda.
Tasy nació sin el antebrazo derecho, en la fría ciudad de Lviv (Leópolis), en Ucrania. Allí vivió solo año y medio, ya que en diciembre de 2009 llegó a España por reagrupación familiar. Su padre, cuando ella tenía apenas un mes, había conseguido un contrato laboral en un almacén agrícola en Aguadulce. Comenzó a nadar al mismo tiempo que se movía con flexibilidad entre mazas, aros, cintas y pelotas de la gimnasia rítmica. “Estuvo dos años entrenando cada tarde en ambos deportes, se estaba quedando muy delgada, hasta que le dijimos que eligiese uno. Se decantó por la piscina, y vaya acierto”, dice entre risas Natalia Dmytriv, su madre, a la que le sorprendió que un club de natación convencional (Mare Nostrum) mostrase tanto interés por su hija.
“Cuando me llamaron para decirme que querían apostar por Tasy, les pregunté si era por pena o porque nadaba bien. Me extrañó, veníamos de Ucrania, donde no se veía tanta inclusión como aquí. Jamás la sobreprotegimos, siempre le inculcamos la idea de que podía hacer lo mismo que el resto, aunque le costase más, y que nunca dijese no puedo. Desde pequeña ha sido muy inquieta, organizada y estricta consigo misma, no pide ayuda, se las ingenia y soluciona sus problemas ella sola”, asegura su progenitora.
Tasy también rompe barreras porque es habitual verla competir y coleccionar medallas en pruebas convencionales frente a chicas sin discapacidad. “Siempre me ha gustado, es una forma de superarme a mí misma. Alguna vez me han subestimado por la apariencia física, me miran como sintiendo lástima porque me falta parte del brazo, pero luego han tenido que callarse al verme nadar”, subraya con orgullo la almeriense, que este año ha completado los estudios de la ESO. Asimila sin más sus logros, solo quiere divertirse nadando: “Elegí la natación porque me aporta libertad y alegría, me siento cómoda y me permite desconectar de todo. No imaginé que llegaría tan lejos, ni siquiera pensaba en competir. Ahora que estoy entre las mejores, soy ambiciosa, voy a por todas”.
Su evolución año a año está siendo notable. Lo que más sorprende es su inteligencia y madurez deportiva, así como la capacidad que posee para interpretar un entrenamiento, algo complicado de conseguir en deportistas tan jóvenes. “Capta todo lo que se le pide, tiene buena coordinación y es polivalente, nada muy bien los cuatro estilos, aunque en la braza destaca más. Es muy constante y sabe sacrificarse, es meticulosa, le gusta tenerlo todo bajo control, no deja nada al azar. Y cada vez más le encanta competir. Tiene ese punto de dulzura y frescura juvenil, se tira al agua sin más pretensión que hacerlo lo mejor posible y disfrutar. Esa es la filosofía que seguimos, no podemos meterle presión, todavía es una niña, no queremos que se canse o pierda la ilusión por este deporte”, recalca su entrenadora.
En 2021, con 12 años, logró la mínima para ir a Tokio, pero no pudo acudir a los Juegos porque aún no disponía de la nacionalidad española. Ver su prueba por televisión le dolió y sintió rabia porque con su mejor marca ese curso (1:18.78) habría ganado el oro paralímpico en Japón. “Fue un bajón, me apetecía estar allí, pero no pudo ser, los documentos no llegaron a tiempo. También era muy pequeña y aún no había competido internacionalmente. Aquello me motivó para seguir nadando con más ganas y me dije que en París llegaría mi momento, que iba a luchar para estar en el podio de los Juegos”, asevera.
Al verano siguiente irrumpió en la élite con mucha luz, como un tornado, conquistando el oro en 100 braza en el Mundial de Madeira (Portugal) con solo 13 años, incrustándose de lleno en la galería de adolescentes que salpican la historia de la natación. También había conseguido un bronce en 200 estilos y una plata en relevos. En 2023 volvió a superar a la vigente campeona paralímpica, la irlandesa Ellen Keane, para colgarse otra presea dorada en el Mundial de Manchester y lanzar una pregunta: ¿Hasta dónde puede llegar? “Fueron días emocionantes que jamás olvidaré. El trabajo está saliendo y me doy cuenta de que el esfuerzo y esos altibajos merecen la pena. Aún me queda mucho por aprender”, afirma.
En su retina también tiene grabado el oro mundial con el relevo 4×100 estilos mixto 34 puntos junto a José Antonio Marí, Íñigo Llopis y Sarai Gascón, su referente desde niña. “La veía por vídeo y ahora la tengo a mi lado, es increíble. En París podemos hacer algo grande, formamos un buen equipo”, dice con determinación. La nadadora andaluza, que fichó hace unos meses por el CN Pozuelo, se ha preparado entre Adra (Almería), Madrid y el CAR de Sierra Nevada para llegar en las mejores condiciones a su bautismo en unos Juegos Paralímpicos. “Es un sueño cumplido, desde pequeña tenía claro que quería llegar lo más lejos posible y estar con las mejores. Lo afronto con mucha ilusión, con nervios y algo de presión, pero solo pienso en disfrutar”, añade.
En La Défense Arena de París estará arropada por sus padres y por su hermana Agatha. “Compramos las entradas el primer día que se pusieron a la venta”, asegura su madre. Desde la distancia también recibirá el calor de sus amigos y de su familia de Leópolis, uno de los bastiones de la resistencia ucraniana en la invasión rusa. “Sus dos tíos, primos y abuela materna viven allí y siempre están atentos a sus competiciones, les mandamos vídeos y se sienten orgullosos de ella. Lo hemos pasado muy mal por la situación que tienen, aunque estamos algo más tranquilos al comprobar hace poco en un viaje que realicé que, a pesar del acoso y de los bombardeos, no bajan los brazos y continúan con sus vidas. Ojalá Tasy pueda regalarles una alegría con una medalla”, expresa Natalia.
Tiene opciones en los 200 estilos SM9 y en el relevo, pero fija su apuesta en los 100 braza SB8. Tendrá a una rival muy dura, la británica Brock Whiston, a la que han bajado de categoría y se postula como favorita. “Va con hambre y a por todas. Ha sido dos veces campeona del mundo y quiere el oro. Sabemos que los Juegos son un escenario mayúsculo y hemos trabajado para que el shock no sea tan grande y reaccione bien en competición. Está fuerte, segura de sí misma y ha bajado sus tiempos, confiamos en que pueda hacer un gran papel”, subraya Patricia Prieto. “Me veo bien para pelear con las mejores, el oro es mi objetivo”, apostilla con osadía Tasy Dmytriv, la prodigiosa nadadora que vino del frío y que se ha fraguado bajo el cálido clima del Mediterráneo.
TASY DMYTRIV
Anastasiya Dmytriv ‘Tasy’ (Ucrania, 2008). Natación. Campeona del mundo en 100 braza SB8 en Madeira 2022 y en Manchester 2023. Oro europeo en Madeira 2024. En París debuta en unos Juegos Paralímpicos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Responsable, tímida e impaciente.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
El desodorante -ríe-.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
No tengo ninguno que yo sepa, soy tan joven que igual tarda en aparecer -ríe-.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Volar.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
A las arañas.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
La tortilla de patatas.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
A la piscina, es donde siempre desconecto.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
Comida y unas cartas para entretenerme.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un perro.
10.- Una canción y un libro o película.
‘Play Hard’, de David Guetta. Y una película, ‘Wonder’.