Con disparos a ciegas y apuntando de oídas con mucha precisión, Ager Solabarrieta se ha proclamado bicampeón del mundo en Lima (Perú). Con la carabina de aire comprimido de cinco kilos apoyada sobre su mentón, una gran capacidad de concentración y un pulso de acero, el tirador español ha hecho historia tras conquistar un doblete dorado en la modalidad para personas con discapacidad visual.
La pasada semana se impuso en la prueba de tendido diez metros tras firmar una remontada, ya que empezó algo dubitativo, pero poco a poco se fue creciendo y escalando posiciones hasta situarse cuarto tras 14 disparos. En los seis tiros finales, que superaron los diez puntos cada uno, cazó al croata Fran Skracic para llevarse el oro con una puntuación de 243,1 y revalidar así el título de campeón que ya logró el pasado año en Emiratos Árabes. En la misma categoría, la malagueña Sonia Rivero consiguió una meritoria quinta plaza.
Insaciable, el deportista de Ondarroa (Vizcaya) tenía más hambre de medallas y cargado de optimismo y motivación salió a por todas en la modalidad de pie diez metros. Ya en la ronda de clasificación desplegó su enorme potencial al batir el récord del mundo con 579,6 puntos. En la final, acompañado de Maite Badiola, su mujer, su guía, sus ojos, la encargada de situarlo enfrente del blanco, ayudarle con el material y marcarle con toques en el brazo derecho la puntuación y en la espalda la posición del tiro, demostró regularidad y precisión para sumar otro oro.
Venció a la polaca Barbara Moskal por apenas tres puntos de diferencia (214,1). Por su parte, Sonia Rivero se quedó a las puertas del podio con un cuarto puesto. “Venía de un verano estresante, primero con la Copa del Mundo de Croacia (oro y plata), luego fuimos al Europeo de Rotterdam y conseguí dos récords del mundo, con una plata y un bronce. Veía que estábamos en un buen nivel para hacer algo grande en el Mundial. Cuando en tendido gané y revalidé el título no entraba en mí, estaba alucinando. A pie he vuelto a romper el récord mundial y he quedado campeón otra vez, así que me voy con la maleta llena, muy contento. El trabajo duro da sus frutos. Se lo dedico a Maite, sin ella no habría sido posible todo esto”, ha comentado Ager.
Conoció este deporte por casualidad cuando en 2004 acudió a la sede de la ONCE en Bilbao para aprender a manejarse con el ordenador y un amigo le dijo que iba a pegar unos tiros. En ese momento pensó que estaba bromeando, pero su curiosidad le empujó a acompañarle al sótano del edificio y quedó cautivado cuando lo probó. De niño le gustaba jugar al fútbol y practicó rugby hasta que se lesionó la rodilla derecha. A partir de los 16 años la luz de sus ojos se fue apagando progresivamente debido a la enfermedad degenerativa que padece, retinosis pigmentaria, además de tener distrofia macular, fotofobia y cataratas. Sus avatares genéticos no le han frenado y con perseverancia, trabajo y talento se ha convertido en campeón del mundo.