El malagueño, estandarte del fútbol para ciegos en España, cumple 25 años perforando redes al ritmo del cascabel de la pelota. Su próximo desafío: ayudar a la selección a lograr una medalla en Tokio 2021.
Jesús Ortiz / dxtadaptado.com
Hace unos días Antonio Martín ‘Niño’ sopló 38 velas con la única compañía de ‘Pini’, su perra labradora. Echa de menos abrazar a sus seres queridos y sentir la brisa marina en las playas de su barrio, El Palo. Con el confinamiento trata de no perder la forma entrenando en casa mientras cuenta los días para volver a acariciar el balón, aunque se muestra prudente y responsable ante la pandemia de coronavirus que asola al mundo. La vida ya le puso a prueba cuando apenas tenía cuatro años, la luz de sus ojos se apagó por una negligencia médica. Supo convertir el gol en su manera de vivir y ya lleva 25 años siendo una referencia del fútbol para ciegos en España. Lo ha ganado casi todo y el siguiente reto es añadir una nueva medalla a sus vitrinas con los Juegos Paralímpicos de Tokio.
Pregunta.- ¿Cómo lleva el confinamiento?
Respuesta.- Soy una persona muy activa, siempre estoy con gente y de broma, así que cuando llevas más de 40 días sin contacto con nadie se hace muy largo. Y gracias que tengo a ‘Pini’, que me permite hacer más llevadera la situación, juego con ella a la pelota, la saco a pasear… Ya tengo ganas de abrazar a mis familiares y amigos, también correr con mi perra en un campo de fútbol e ir a la playa, que la tengo a pocos metros de casa, me encanta porque me relaja escuchar el sonido del mar. Ahora valoras más la libertad, las pequeñas cosas de la vida.
P.- ¿Cómo hace para mantenerse en forma entre cuatro paredes?
R.- Tengo una cinta de correr, varias mancuernas, gomas elásticas y el Comité Paralímpico nos cedió a los deportistas del Plan Adop una bicicleta estática. Todos los días el seleccionador español, Jesús Bargueiras y el preparador físico, Sergio Cano, nos envían rutinas de entrenamientos. Y cada jueves nos hacen un test físico para comprobar cómo estamos. Es lo único que podemos hacer, no sabemos si será una temporada en blanco o si volveremos a jugar, pero dada la emergencia sanitaria, el deporte es lo de menos, sería egoísta pensar en nosotros con la que está cayendo.
P.- Acaba de cumplir 38 años y el apodo de ‘Niño’ lo mantiene, ¿qué queda de aquel chaval que empezó a marcar sus primeros goles?
R.- Cuando me llaman por mi nombre me resulta raro, lo de ‘Niño’ es una marca registrada, voy a tener que añadirlo en el DNI (risas). Queda la ilusión de cuando comencé, incluso diría que ahora tengo mucha más. No tengo decidido el día que dejaré el fútbol, pero cada vez que juego un partido intento disfrutarlo al máximo como si fuese el último, no me queda tanto tiempo en este deporte. Pese a todo lo que hemos conseguido, no he disfrutado tanto como debería. Ahora saboreo más cada título o medalla, le doy más importancia.
P.- La ceguera le acompaña desde los cuatro años, ¿qué le ocurrió?
R.- Tenía sinusitis y me dieron un medicamento inadecuado, me dañó el nervio óptico y poco después ya no veía nada. No le guardo rencor a aquel doctor, los médicos son humanos y pueden cometer errores, nos pidió perdón. Mi madre no quiso denunciar, en ese momento no pensaba en una indemnización económica, su único sufrimiento era que su hijo se había quedado ciego. Analizándolo fríamente ahora, tendría que haberlo hecho, está claro que el dinero no iba a devolverme la vista, pero sí habría sufragado los gastos de viajes y visitas a médicos. Recorrimos toda España e incluso fuimos a una clínica en Moscú. Mis padres lo intentaron todo.
P.- ¿Alguna vez se preguntó por qué le había tocado a usted?
R.- No, nunca, me adapté y ya está. Mentiría si dijese que no me gustaría volver a ver, pero tampoco habría vivido todo esto ni sería la misma persona si viese. Para mí no supuso un cambio grande porque no era consciente. En cambio, para mi madre sí fue traumático, en los primeros meses no me dejaba bajar a la calle solo y me perseguía. Un día me choqué de forma intencionada y le dije que no siempre estaría a mi lado, que tenía que ingeniármelas solo. Se resignó, lo comprendió y aunque me espiaba desde la ventana, me dejó crecer con libertad. Al principio me pasaba cada tarde golpeando el balón y ella hacía de portera. Me integré rápido, mis amigos me trataban igual, si tenía que saltar un muro ahí estaba intentándolo, nunca me sentí diferente y jugaba al fútbol con el resto de niños. Eso sí, empecé agarrado a una barandilla con la que me guiaba.
P.- Con 12 años llegó al fútbol para ciegos de la mano del ONCE Málaga, ¿cómo recuerda sus inicios?
R.- En la ONCE no se esperaban que un niño tan pequeño fuese a jugar, la edad mínima permitida era de 15 años, pero con 12 ya jugué unos minutos en Liga y en el campeonato de España. He sido el más joven en debutar. Los organizadores se dieron cuenta y estuve casi tres años sin disputar un partido oficial. En esa época no jugaba mucho, tenía por delante a Ramón Medina, que era un jugadorazo, y a Marcelo Rosado, que era atleta y tenía un gran físico. A excepción de un año en Tarragona, toda mi carrera la he desarrollado en el equipo de Málaga, con el que logrado 11 ligas y 10 campeonatos de España.
P.- Lleva 20 años en la selección española, 67 goles oficiales y numerosas medallas adornan su museo. Refréscanos su palmarés con ‘La Roja’.
R.- Mi primer título fue un oro en el Europeo de Oporto en 1999, debuté con 16 años e hice un hattrick ante Francia. Desde entonces he ganado seis europeos, el último en Roma el año pasado siendo máximo goleador. También cuento con dos platas y un bronce continental. En mundiales tengo dos platas y dos bronces. Y he participado en tres Juegos Paralímpicos, logrando el bronce en Atenas 2004 y en Londres 2012, siendo esta última la medalla más valiosa para mí por la espectacularidad de esos Juegos y por el rival al que ganamos, Argentina, que en Pekín 2008 nos privó del podio en los penaltis.
P.- Entre botas de ‘pichichi’ luce el premio a mejor jugador por la UEFA en 2005, ¿qué supuso ese galardón?
R.- Al principio, cuando me enviaron la carta pensé que era una broma de mis amigos. Fue muy bonito, me lo entregaron a pie de campo en el estadio Luis II de Mónaco en la previa de la Supercopa entre Liverpool y CSKA de Moscú. Puede hablar con Michel Platini y conocí a míticos como el francés Raymond Kopa y el portugués Eusebio. Más que un premio individual, fue un reconocimiento al fútbol para ciegos, a raíz de ahí en España se le dio difusión a nuestro deporte.
P.- Su fútbol ha traspasado fronteras y también ha dejado su huella en ligas extranjeras, ¿qué tal la experiencia?
R.- Jugar fuera de España me ha hecho crecer como futbolista y como persona. Disputé durante dos años con el Apace el Brasileirao, la mejor Liga del mundo. Una muestra de su dificultad e igualdad es que el primer año quedamos terceros y al año siguiente luchamos por no descender. En 2013 gané la Copa de Italia con la Roma y allí también jugué con el AC Crema 1908 y el Liguria Calcio. Desde hace dos años juego torneos internacionales con el Charleroi de Bélgica.
P.- No necesita ver la portería para que la pelota vuele de sus pies a la red, ¿qué siente en una cancha?
R.- Es uno de los lugares donde más libre me siento. Tengo total independencia y me muevo libre como pez en el agua. Sobre un terreno de juego es donde mejor me manejo, son muchos años de entrenamientos y me conozco el campo como a la palma de mi mano. Hay pocas cosas en la vida que me haga más feliz que jugar al fútbol y marcar un gol, es una sensación única.
P.- ¿Qué entrenador y guía le han marcado más en su carrera?
R.- Todos los entrenadores que he tenido me han aportado algo, pero el mejor ha sido José Urbano. También he tenido feeling con varios guías, aunque con el que más confianza he tenido ha sido con el propio Urbano y con Izan Guerrero. Si ellos me decían que me tirase de cabeza a por un balón, lo hacía sin dudar. En este deporte es fundamental la complicidad con el guía, ellos son los que marcan tus pasos sobre el césped.
P.- ¿Y el futbolista con el que más le ha gustado jugar?
R.- He disfrutado mucho jugando con Marcelo Rosado, llevamos más de 20 años juntos, hemos sido la pareja perfecta. Él ahora entrena menos por su trabajo y hay cosas que hacíamos antes que ya no podemos realizar. Se juntaba su físico y velocidad con mi técnica y mentalidad ganadora, nos complementábamos muy bien. Incluso ahora no nos hace falta ni hablar en el campo para saber dónde está el otro y ponerle el balón. Y en la selección española he formado una buena pareja con Vicente Aguilar ‘Chapi’ y ahora con Youssef el Haddaoui.
P.- Pese a acumular varias heridas de ‘guerra’, se mantiene firme sobre el verde, ¿cuáles han sido los momentos más duros de su carrera?
R.- He tenido cuatro lesiones graves en mi carrera, pero nada me ha frenado. A los Juegos de Atenas 2004 acudí con el cruzado anterior roto, no quería perderme el debut del fútbol para ciegos en los Juegos Paralímpicos. Metí goles, rendí bien y ganamos un bronce. En 2005 me operaron y pese a perderme toda la temporada, en noviembre jugué el Europeo y marqué el gol de la final que nos dio el oro. Lo más duro no han sido las lesiones, lo peor fue el quedarme fuera de la selección durante casi tres años. Me afectó deportiva y personalmente, me hundí, lo pasé muy mal, era como si me arrancasen un trozo de mí. Por suerte volví a subirme al tren en 2017 y espero no bajarme más hasta el día que me retire.
P.- Hace casi dos veranos le tocó vivir otro episodio complicado, la muerte de Waldo, su fiel perro guía, durante el Mundial en Madrid.
R.- Perdí a un gran amigo, a alguien de mi familia. Recuerdo que, en los días previos al Mundial, Waldo no paraba de corretear con los niños del Colegio Sagrado Corazón de Chamartín, donde se disputó el evento, no se le había manifestado la enfermedad que tenía en el hígado hasta el día de su fallecimiento. Mis compañeros de la selección se portaron de diez, me arroparon. Nuestro portero, Pedro Gutiérrez, me acompañó en todo momento cuando tuve que despedirme de él. Antes de la charla del partido por el quinto puesto ante Colombia, los técnicos me dijeron que iba a salir de titular, pero que lo entendían si no estaba preparado. Les dije que sí, tenía que estar al pie del cañón por el equipo, hice de tripas corazón, no sé cómo resistí, pero jugué. No me derrumbé por poco cuando la grada se puso a corear el nombre de Waldo. Pude despedirlo de la mejor forma, marcando un gol y dedicándoselo, es de los goles que más he deseado meter.
P.- ¿Qué le falta por conseguir en este deporte?
R.- Un oro mundial y jugar una final paralímpica, lo vamos a intentar en Tokio 2021. Por su historia, España tiene la obligación de pelear por las medallas, es donde casi siempre ha estado y debe de estar. Con los jugadores que tenemos y el nivel de la selección podemos estar luchando con los mejores. Primero tendremos que prepararnos bien físicamente, algo que está en el aire con la situación que estamos viviendo. Y una vez en Japón, hay que hacer una buena fase de grupos y en semifinales salir a jugar a cara de perro, a darlo todo. Si se pierde hay que levantarse porque al día siguiente hay otro partido donde te juegas las medallas. España está capacitada para subir al podio, es el objetivo.