Begoña Garrido, el brote verde de la esgrima en silla

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La bilbaína es la única ‘mosquetera’ española con opciones de clasificarse para los Juegos Paralímpicos de Tokio.

Jesús Ortiz / dxtadaptado.com

En los últimos años, la esgrima en silla de ruedas en España parecía abocada al ostracismo, no solo por la falta de resultados, también por los pocos adeptos que la practican. Carlos Soler fue el último en disputar unos Juegos Paralímpicos, los de Londres 2012. Ahora, el malagueño está cada vez más cerca de cumplir la misión que se le encomendó cuando se hizo cargo de la selección española: llevar a un deportista a unos Juegos. Begoña Garrido, el brote verde de esta modalidad, lo tiene a su alcance. A falta de cuatro pruebas puntuables, la bilbaína está entre las 18 clasificadas para Tokio 2021.

Desde que se enfundó en 2015 el indumento caballeresco, su progresión ha sido rápida, la espada ya forma parte de su brazo. En la pasada temporada fue capaz de plantar batalla a algunas de las mejores del mundo y se encontraba en un gran estado de forma antes de que estallase la pandemia del coronavirus. Pasó el confinamiento en un piso de 38 metros cuadrados en Villanubla (Valladolid) con la compañía de su perrita ‘Lastana’: “Ha sido horroroso, aquí ha habido muchos casos y mis amigos sanitarios me decían que no saliera de casa. Hablaba con mucha gente por teléfono, pero echaba en falta un abrazo”.


“Al principio fue muy duro, tuve muchos dolores y estuve 20 días casi sin poder moverme. Cuando mejoré me puse las pilas y hacía tres horas diarias de trabajo físico con ejercicios de fondos y 500 abdominales. He echado unos brazos de ‘Popeye’”, bromea. Para mejorar su técnica y seguir practicando las estocadas tiró de ingenio y elaboró un muñeco con la saca de la esgrima. “Lo rellené de cojines y ropa, lo amarré a las patas del sofá y le puse la chaqueta, la careta y una espada. Le puse el nombre de una de las contrincantes que siempre me vence por pocos puntos y a la que debo ganar en las próximas competiciones. Ha sido mi compañera dos meses y medio, hasta hablaba con ella”, dice riendo.

Pudo llevar mejor el encierro gracias al contacto virtual con su entrenador Xosé Piñeiro y con el seleccionador, Carlos Soler. “Me enviaban ejercicios para hacer, como el de meter la espada por el agujero de un rollo de papel para afinar la puntería. Me grababa diariamente y recibía de ellos el ‘feedback’ corrigiendo mis movimientos. Al hacerlo sin oposición y sin tener la silla anclada era más difícil, más de una vez he volcado”, confiesa. Hace un mes regresó a la sala de armas del Centro de Alto Rendimiento Río Esgueva (Valladolid), aunque sigue entrenando en solitario.

La tiradora del Valladolid Club de Esgrima, Begoña Garrido.

“Las sensaciones son muy buenas pese a que solo puedo prepararme frente a un brazo que está sujeto a la pared. Ahora entiendo mucho mejor la esgrima, he aprendido a parar las estocadas, tengo más empuje, sé sacar el brazo antes que el cuerpo para llegar más rápido a mi rival y he corregido mi impaciencia, ya no muevo tanto la espada como si fuese una pandereta”, asegura la bilbaína, que llegó a la esgrima hace cinco años animada por una compañera. El atletismo era su pasión, ha sido campeona de España de veteranos en 100, 200 y 400 metros lisos, así como en lanzamientos de jabalina, peso, disco y martillo.

Tuvo que parar de correr porque le salieron varios tumores en el útero, en la mama y en la columna, que fue el peor de todos. “Tenía un quiste del tamaño de una pelota de golf. Me quitaron una vértebra y media y bastantes nervios de la cola de caballo, la pierna no me funciona y no tengo tanto equilibrio”, explica. Con la esgrima recuperó la ilusión y volvió a sentirse una deportista de élite. Su talento, porfía y tozudez están dando sus frutos y la recompensa de ir a los Juegos están más cerca. “De pequeña siempre he tenido que espabilar por mis propios medios, si me propongo algo voy a por ello, aunque me caiga 100 veces, me levanto y continúo, nunca me rindo, soy incansable”, sostiene.

“Si hoy se cerrase el ranking, Begoña estaría clasificada, pero quedan cuatro pruebas importantes y la pueden adelantar. Aunque espero que pueda asegurarse una plaza. Nos queda un trabajo duro para llegar a ganar más asaltos y tener más victorias en Copa del Mundo. Tenemos la visión de que podemos conseguir esa ansiada plaza”, comenta Soler. Este año, si la evolución de la crisis sanitaria lo permite, se disputarán dos pruebas de Copa del Mundo en Pisa (Italia) y en Tailandia. Y el próximo curso habrá otra en Brasil y un Mundial o un Europeo.

De sellar su pasaporte para Tokio, la tiradora del Valladolid Club de Esgrima sería la quinta española en participar en unos Juegos tras Mariona Hellín y las medallistas en Barcelona’92 y Atlanta’96, Paqui Bazalo, Gema Hassen-Bey y Cristina Pérez. “Desde Pekín 2008 no va ninguna mujer y ya es hora de romper esa racha. Sería lo máximo que me puede pasar, me merezco estar en Japón representando a España, sería un éxito y una recompensa a todo lo que he trabajado en estos años. Eso sí, a Tokio no iré de vacaciones, quiero dar guerra y alguna sorpresa”, finaliza la ‘mosquetera’ vasca.

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