Por Ana Mengíbar
¿Cuándo vamos a Las Teresitas?
Vamos a ver…
¿Todavía no ha empezado la ayuda al baño?
No, aún no
¡Qué pena!…, ya hace buen tiempo y me gustaría ir. ¿Te acuerdas cuando era pequeña y me bañabas tu sola?
Sí…, claro que lo recuerdo
Ahora no puedes conmigo…, ja ja ja… Me da risa porque te oí decir el otro día que ya no puedes conmigo, que te parece que peso mil kilos…
Pues sí…, cada vez me cuesta más… Me hago mayor.
Yo también…, acuérdate que ya cumplí cuarenta y dos…
Sí…
¿Crees que tardarán en ponernos la ayuda?¿empezará pronto?
No sé…, cuando quieran en el Ayuntamiento…
Cada vez tengo más claro que no es la discapacidad lo que les hace difícil la vida a las personas. Lo que realmente les hace difícil la vida, son las acciones de los demás…
Yo fui testigo de la conversación que he reproducido. María no mostró ningún interés por seguir con este diálogo, probablemente por que ya, con cuarenta y dos años, está acostumbrada a no encontrar respuestas a sus nececesidades… Sus ojos miraron al cielo mientras, ladeando la cabeza y subiendo los hombros, le dijo a su madre:
¡Qué calor!… Vamos a tomar un helado.
No es la discapacidad lo que les hace la vida difícil… Son las acciones de los demás. Es el maltrato.
Digo bien, cuando digo maltrato, porque el maltrato no solo se realiza por acción, sino también por omisión. La indiferencia hacia las personas con discapacidad es una forma de maltrato. Ignorar y desatender las necesidades de las personas con discapacidad es una forma de maltrato.
Maltrato… ¡qué mal suena!… Maltrato por omisión…
¡¡Pues eso es lo que tenemos: maltrato!!