Es un deporte adaptado a personas tetrapléjicas, de hecho es el único de equipo adaptado a sus condiciones físicas · «Es una mezcla entre baloncesto, rugby y los coches de choque», afirma con gracia un jugador
marca.com – El balón oval, el que tiene forma de melón, es una de las características principales de ese ‘deporte de villanos jugado por caballeros’ que es el rugby. Sin embargo, en Madrid hay un equipo que juega a este deporte con un… ¡balón redondo! ¿Cómo? ¿Redondo? Sí, sí… un balón de voleibol en concreto. Y es que estamos hablando del Toros SAD-FLM, el primer equipo de rugby en silla de ruedas que se ha creado en nuestro país por la Fundación del Lesionado Medular.
Esta modalidad de rugby que surgió en Canadá en los años 70, que es paralímpica desde los Juegos de Sidney’2000, aunque ya fue deporte de demostración en Atlanta cuatro años antes, y que cuenta con equipos en la mayoría de los países tantos europeos como americanos y del Hemisferio Sur es un deporte adaptado abierto a personas tetrapléjicas ya que permite más posibilidades de movimiento a los lesionados de médula. De hecho es el único de equipo que se adapta a sus condiciones físicas. «Es un deporte que ha tenido mucho éxito en otros países porque es una actividad en equipo para personas con una importante afectación por la enfermedad que no pueden jugar a baloncesto, por ejemplo, al faltarles la fuerza suficiente en los brazos. Si sigues el reglamento al pie de la letra no es rugby, pero es el rugby que ellos pueden hacer», nos cuenta Javi Pinilla, uno de los ‘padres’ de la idea en nuestro país, en el Polideportivo Municipal de Valdebernardo, donde cada martes y cada jueves entrenan los Toros.
Esta disciplina combina elementos del rugby con otros de baloncesto o el propio hockey -alguno de sus protagonistas lo ha definido con gracia como «una mezcla entre baloncesto, rugby y los coches de choque»- y sus diferencias con el rugby tradicional son claras, empezando por el escenario, ya que este rugby en silla de ruedas se juega en una cancha de baloncesto, sólo juegan cuatro jugadores por equipos, aunque puede haber otros cuatro reservas, y el balón oval, como ya hemos dicho, se sustituye por uno de voleibol para que su manejo sea más sencillo -hay jugadores con dificultades serias para pasarse el esférico-.
Los contactos y los bloqueos con las sillas de ruedas están permitidos, hasta un cierto límite, e incluso se puede tirar al suelo al rival, con lo que se recupera la posesión del balón, siempre que no haya contacto físico entre los jugadores de ambos equipos. En este sentido, los jugadores están clasificados por categorías en base a una puntuación médica, que va de 0’5 a 3’5 en función de su grado de discapacidad, siendo la puntuación menor la correspondiente a la minusvalía más severa; es decir, el máximo grado lo tienen los jugadores con capacidad para correr y cintar con la silla, mientras quien tiene el mínimo sólo puede bloquear y ayudar al resto del equipo. Vamos, como en el rugby tradicional, donde el papel de cada uno es fundamental para la labor de equipo.
Esta clasificación por grados evita discriminaciones entre ellos, porque además los cuatro jugadores que están en el campo nunca pueden sumar más de 8’5 puntos. Los partidos constan de cuatro tiempos de 8 minutos, los jugadores pueden llevar el en las manos o en el cuerpo y no es necesario pasarlo hacia atrás, aunque no se puede golpear con los pies. Además, deben botar o pasar el balón cada 10 segundos como mínimo y la puntuación también es distinta, pues se premia con un punto cada vez que los jugadores cruzan la línea de marca rival señalizada con unos conos con el balón en su poder.
Yago Barquero y Javi Pinilla, de la Fundación del Lesionado Medular, gestaron la idea de crear en España un equipo de esta modalidad y casi dos años después, en concreto el pasado mes de septiembre, consiguieron ponerla en práctica. El propio Javi nos reconoce que no fue fácil. «Al ser los pioneros en este país, las dificultades a la hora de encontrar recursos para montar toda la logística -desplazamientos a diario en furgonetas, sillas adaptadas, polideportivo para entrenar, etc.- han sido importantes. De hecho, apenas tenemos un par de sillas adaptadas a las características de este deporte y alguna de segunda mano ‘rescatadas’ del baloncesto». Pero desde un principio tuvieron muy claro que el objetivo merecía muy mucho la pena: «que gente con esta discapacidad tenga un acceso a la actividad físico-deportiva con normalidad». En este aspecto, «sin la ayuda de la Federación Profesional del Taxi, el CEDI (Centro de Estudios del Deporte Inclusivo) y Talleres Cielo hubiese sido imposible».
Ahora y después de que los doce jugadores que conforman la plantilla de los Toros le hayan cogido ya el ‘truco’ al manejo de las sillas adaptadas, los chicos y chicas entrenados por Abraham Carrión suelen hacer exhibiciones a la espera de que surjan más equipos en España y puedan disputarse partidos entre ellos. Sevilla será, muy posiblemente, la próxima ciudad española que tenga equipo de rugby en silla de ruedas.
Lo más importante para este equipo, como afirma su entusiasta técnico, «es que, al margen de la mejora personal, cada jugador sume sus capacidades y sea consciente de sus limitaciones dentro del campo». Y es que, a medio/largo plazo, ninguno oculta que su sueño sería «jugar alguna clasificación de tipo preolímpico. Competir primero en España y luego en unos Juegos Paralímpicos sería el ‘gran sueño'». Que lo puedan cumplir más pronto, que tarde.