El bilbaíno, uno de los mejores del mundo en kayak KL2, cuenta las horas para volver a la ría de Plentzia y continuar con la preparación de cara a los Juegos de Tokio, su gran reto.
Jesús Ortiz / dxtadaptado.com
Cuando se decretó el estado de alarma por la pandemia del coronavirus, a Higinio Rivero le pilló concentrado en el Centro de Alto Rendimiento de La Cartuja (Sevilla). Al día siguiente cambió las paladas en las aguas mansas del río Guadalquivir por el paisaje verde que rodea al caserío de su madre en Munguía (Vizcaya). Cuenta los días para volver a deslizarse sobre el agua y recuperar sensaciones con el kayak, la embarcación con la que logró el billete para los Juegos Paralímpicos de Tokio, su gran desafío. El bilbaíno nunca pierde la sonrisa ni el optimismo.
“Son casi dos meses confinado y lo llevo bastante bien, me siento con libertad absoluta, me lo tomo como unas vacaciones. Es cierto que en casa tengo una zona ajardinada y puedo sentir el viento en la cara. Estar en esta situación de aislamiento es un lujo para mí si lo comparo con hace unos años cuando tuve el accidente”, asevera. Ya sabe lo que es ir contracorriente, la vida le dio un revés en 2013 tras sufrir una lesión medular después de caer desde 15 metros de altura mientras escalaba en la Cordillera Cantábrica.
“Estuve tres meses hospitalizado y postrado en la cama en posición horizontal, sin moverme, ni siquiera podía subir el respaldo para ver la televisión ya que los huesos de la cadera tenían que soldarse. Además, después pasé un año en el que no duraba más de 20 minutos sentado en la silla, tenía que estar tumbado y solo salía para ir a rehabilitación al hospital. Ya soy un experto en confinamiento”, cuenta entre risas el palista español, situado entre los mejores del mundo en KL2 200 metros.
Entre el garaje y el jardín de casa cincela sus músculos con ejercicios de gimnasio y simulando las paladas en el remo ergómetro cedido por el Comité Paralímpico Español y en el kayak ergómetro que le envió la Federación Española de Piragüismo. “Me sirven para tener una buena preparación física, aunque son bastante lesivos. La forma la mantengo bien, pero en mi deporte la técnica es muy importante y por más fuerte que estés, si no puedes entrenarla no sirve de nada. Tengo muchas ganas de recuperar el tacto con el agua y las sensaciones con el kayak”, recalca.
De momento no ha pisado la calle, pero espera regresar en las próximas horas a la ría de Plentzia, en Barrika, su lugar de entrenamientos cuando no está de concentración por Sevilla, Galicia o Asturias. Rivero está a expensas de que le llegue un documento que le certifica como deportista de interés nacional para entrenar a cualquier hora del día, sin límite de tiempo y sin restricciones de movimientos en su provincia. “La lámina de agua la tengo en otro municipio, está a 15 minutos, pero todavía no puedo ir. Me lo tomo con calma, no me pongo plazos para que no me cree ansiedad o frustración”, añade el bilbaíno.
Lo que sí le preocupa es la incertidumbre de si habrá o no competiciones este curso: “Me encanta entrenar, pero cuando buscas un alto rendimiento lo que quieres es competir. Estoy llevando mi cuerpo a un límite sin tener objetivos cercanos, no hay nada previsto. Hay rumores de que en septiembre u octubre pueda celebrarse una Copa del Mundo, pero de un día para otro varían las informaciones. Sigo entrenando como si la temporada continuase, voy con esa mentalidad. De hecho, del 21 al 25 de mayo estaba previsto el Mundial y con el ergómetro haré como si estuviese disputándolo”.
Con el pasaporte para Tokio 2021 en el bolsillo, el deportista vasco confiesa estar “en una situación privilegiada, no muchos tienen la plaza asegurada. El que hayan pospuesto los Juegos me viene bien, me da más tiempo para adaptarme, prepararme mejor y llegar con más experiencia. La ilusión por disputar mis primeros Juegos sigue intacta, cumplí el objetivo de clasificarme y el siguiente reto es conseguir una medalla”, apostilla.