Desde Gójar al mundo, con una raqueta en la mano y sueños por cumplir. Iván Segura, uno de los nombres más prometedores del bádminton paralímpico español, se consagra entre los mejores del volante. En el reciente Europeo disputado en Estambul, el joven andaluz colgó de su cuello tres medallas de bronce, los primeros metales continentales de su carrera, una cosecha que confirma que su ascenso es imparable.
A sus 20 años, Iván es ya el noveno mejor jugador del mundo en la categoría SH6 -reservada para deportistas de baja estatura-, y no se detiene. “Fue un campeonato muy bueno, me quedé con ganas de más en dobles mixto, que estuvimos cerca de pasar a la final con mi compañera, la polaca Oliwia Szmigiel. Era el gran objetivo del año y cumplí con las expectativas”, relata con esa mezcla de ambición y madurez que lo define.
Nació en Gójar, un pequeño pueblo de la Vega de Granada. Creció como muchos niños, entre libros y deportes, pero lo suyo iba más allá del juego: era pura pasión por el movimiento, por el desafío. Probó natación, fútbol sala, baloncesto, voleibol, pádel… hasta que, en 2017, durante un campeonato de España sub-13 celebrado en Ogíjares, el bádminton le atrapó para siempre.
“He tenido mucha suerte. Mi familia y mis amigos siempre me pusieron facilidades y me protegieron ante situaciones difíciles. Pero mis padres también me dieron libertad para explorar el mundo, algo que agradezco mucho. Nunca he tenido complicaciones”, dice Iván, quien nació con acondroplasia, una condición que jamás ha permitido que defina sus límites.
Empezó a jugar con su padre y sus hermanos, y pronto quedó claro que había algo especial en su manera de golpear el volante. Debutó en competición internacional en Irlanda, en 2019, y desde entonces su progresión ha sido meteórica.

El salto competitivo
El gran punto de inflexión llegó en 2022, en Cartagena, donde se quedó a las puertas del podio en un torneo internacional. Pero lejos de desanimarse, usó la experiencia como combustible. Desde entonces, ha ido coleccionado medallas: campeón en el Internacional de Uganda (2022 y 2023), plata y bronce en el Open de Perú, oro en dobles y bronce individual en Indonesia, bronce en Bahréin en 2024 y, ahora, triple bronce europeo.
Desde hace tres años, el granadino reside en Huelva, donde entrena bajo la tutela de Carlos Longo en el Centro de Tecnificación Autonómico de Andalucía, en el pabellón Carolina Marín. Allí afina su juego, pule detalles y trabaja su regularidad: “Me falta ser más consistente y en eso estoy centrado. No soy ni muy atacante ni muy defensivo, creo que estoy en un punto medio. Pero me considero un luchador, le pongo mucha intensidad a cada partido”, explica.
Gira asiática por Indonesia y Japón
Ahora mismo, Iván se encuentra en Asia, inmerso en una exigente gira por Indonesia y Japón, buscando cerrar el año con fuerza y puntos valiosos en el ranking mundial. Su objetivo inmediato: escalar del puesto nueve al ocho, lo que le permitiría ser cabeza de serie en el Mundial de 2026, para el que ya está clasificado.
“Estoy con muchas ganas, confiado en los entrenamientos, en el buen nivel que estoy mostrando. Quiero hacerlo lo mejor posible en ambos torneos. Una medalla en individual siempre estaría bien, pero pasar de grupo ya sería un buen logro”, afirma con los pies en la tierra pero la mirada puesta en lo alto.
Los rivales asiáticos son los más duros del circuito, pero Iván ya comienza a plantarles cara. “Estoy bastante bien posicionado. Hay mucho nivel, seguir subiendo cuesta, pero estoy empezando a hacerle frente a algunos asiáticos. Hay que trabajar más”, reconoce con humildad.
Un horizonte llamado Los Ángeles 2028
El sueño del andaluz tiene nombre y fecha: Los Ángeles 2028. El gran objetivo, los Juegos Paralímpicos. No lo oculta, ni lo teme. Lo visualiza como parte de su camino. “Lo veo real. Con mucho trabajo y esfuerzo, espero lograr acercarme a los puestos privilegiados y conseguir la clasificación”, dice, convencido de que ese billete, que aún parece lejano, puede estar a su alcance.
Está escribiendo su historia golpe a golpe, torneo a torneo. A su talento natural se suma una mentalidad férrea y una ética de trabajo inquebrantable. Con solo unos años en la élite, ya ha dejado claro que lo suyo no es un espejismo. Su vuelo, como el del volante que tanto domina, va directo hacia lo más alto.




