Izaskun Osés, fuerza, garra y ardor guerrero sobre el tartán

La mediofondista navarra, subcampeona de Europa y bronce paralímpica en Río 2016 en 1.500 metros, acude a los Juegos de Tokio con la convicción de pelear por una medalla.

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La atleta navarra Izaskun Oses en el Europeo de Polonia de 2021, en el que ganó la plata en los 1.500 metros. Fuente: CPE

“No puedes cambiar la dirección del viento, pero siempre puedes ajustar las velas para alcanzar tu destino”. Esta cita del actor James Dean encaja con la forma en la que Izaskun Osés superó una circunstancia adversa para transformar un duro golpe en una oportunidad. Con 33 años dejó su puesto como enfermera cuando se agravó su patología visual. No perdió el tiempo en lamentos y con las zapatillas de correr alivió la oscuridad de sus ojos. Con fuerza, coraje, determinación y ardor guerrero en cada zancada capeó el temporal hasta alcanzar el éxito en el atletismo.

Subcampeona de Europa y bronce en 1.500 metros en Río de Janeiro 2016, la navarra aterriza en los Juegos de Tokio con la convicción de pelear por una nueva medalla. Ya subió al altar paralímpico hace cinco años en el estadio de Maracaná, cuando llevaba muy poco tiempo corriendo sobre el tartán. Sufría miopía magna y un glaucoma, cóctel explosivo que le hizo perder visión poco a poco. “Nunca había visto más del 50%”, confiesa. Eso no fue óbice para brillar en el tatami, siendo dos veces campeona de España en taekwondo en -55 kilos.

“También participé en pruebas internacionales con la selección, pero tuve que dejarlo porque me lesioné la muñeca y el tobillo y porque estaba estudiando en la universidad”, relata. A finales de 2015 se vio obligada a dejar su trabajo en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Navarra porque ya no veía las cosas con nitidez. “Llegó un día en el que me costaba ver los papeles para llamar a los pacientes o reconocer incluso a mis compañeros. No fue una sorpresa porque ya me lo olía, sabía que mi futuro como enfermera no llegaría muy lejos. Me quedó un 5% en el derecho y un 15% en el izquierdo, aunque va a peor”, dice.

Optimista por naturaleza, se agarró al atletismo, deporte que había empezado a practicar ocho años atrás en el club Hiru Herri con carreras populares y de cross. “Daniel Zudaire, mi marido ahora, era velocista y me animó a probar la pista y me encantó. Me arrepiento de no haberlo hecho antes”, asegura. Cuando se agravó su problema visual quedaban pocos meses para los Juegos de Río de Janeiro, que se convirtieron en la motivación necesaria para no pensar en lo que le había ocurrido.

“Estaba de bajón, tan joven y ya jubilada, pero no quería encerrarme en casa y supe reconducir mi vida a través del deporte. Río 2016 fue el motor que me hizo levantar el vuelo. Vi una noticia del atleta Gustavo Nieves que se había clasificado para ir a Brasil, contacté con él y llegué hasta Pedro Maroto, seleccionador nacional, que me dijo que me afiliara a la ONCE. Estaba muy ilusionada porque la mínima que pedían la veía muy fácil”, cuenta. De hecho, la hizo varias veces, aunque no se la dieron por válida hasta el Europeo de Grosseto (Italia), donde logró un doblete de plata en 800 y en 1.500 metros T13.

Bronce en Río de Janeiro con una lesión

De ahí puso rumbo a Río de Janeiro y en su debut en unos Juegos alcanzó el bronce en el ‘milqui’ pese a estar lesionada. “Tenía una fractura por estrés en el pie, me infiltraron y pude disfrutar de las dos carreras en un escenario emblemático y con tanto público. Fue mágico, se decidió en los últimos 100 metros. Me costó mucho esfuerzo, todo salió redondo, una experiencia única, lo mejor que te puede pasar como deportista”, explica la atleta del Grupompleo Pamplona Atlético.

A su regreso a casa continuó con su preparación, no le frenó ni la lesión ni su embarazo. Al mes de nacer su hijo Iker ya estaba de nuevo en la pista, aunque conciliar la maternidad con los entrenamientos no fue tarea sencilla. “Eso es una utopía, tras ser madre a las deportistas nos exigen volver a rendir pronto y a sacar resultados si quieres mantener la beca económica. Fue difícil organizarnos porque el pequeño estuvo 20 meses con lactancia materna, así que me lo llevaba a los entrenos y a las competiciones, y con mi marido pidiendo vacaciones o reducción de jornada laboral para acompañarme, si no habría sido imposible”, lamenta.

Pese a los obstáculos, la navarra regresó a las pistas con una plata en el Europeo de Berlín en 2018. Y al año siguiente, otra espina en el camino, una mononucleosis le impidió rendir al máximo nivel en su primer Mundial y acabó octava en Dubai. “Y cuando me estoy recuperando llega el confinamiento por la pandemia de la Covid-19. Aunque se aplazaron los Juegos, me agobié mucho porque tenía que hacer la mínima. A nivel psicológico me costó, llegué a cogerle miedo al 1.500, salía a competir y me paraba por la presión y exigencia. A base de superar disgustos y de seguir insistiendo rompí esa barrera”, subraya.

La recompensa a su resiliencia le llegó en junio en Bydgoszcz (Polonia) con una plata europea y la mínima B para los Juegos Paralímpicos con 4:40.49. “Sabía que podía conseguirlo, pero necesitaba desbloquearme y una vez lo hice disfruté corriendo. Me quitaba un gran peso de encima y lograba otro podio continental”, añade. Una presea que colgó sobre el cuello de su hijo Iker nada más llegar a casa: “Ya es consciente de que mamá corre y se lo cuenta a sus amigos en el colegio. Para Tokio tendrá que verme por televisión, es lo más duro para mí, separarme de él un mes. Espero poder llevarle una medalla paralímpica”.

En Tokio afronta un reto mayúsculo porque en las casi cuatro vueltas al óvalo del estadio nipón tendrá que lidiar con rivales como la irlandesa Greta Streimikyte, la tunecina Somaya Bousaid, la etíope Tigist Menigstu o la marroquí Fatima El Indrissi. “Después de todo lo que me ha pasado durante este ciclo, ya es un premio estar con las mejores. Llego súper bien físicamente, tengo 37 años y no sé si podré repetir en unos Juegos, así que voy con muchas ganas y a darlo todo hasta que mi cuerpo no pueda más. Estará caro pasar a la final, dependerá del sorteo de semifinales que me toque, pero sueño con la medalla, habrá que tirar de estrategia y cabeza fría para dar la sorpresa”, sentencia.

TEST TOKIO 2020. Conociendo a Izaskun Osés

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