Jaume Marcé (Barcelona, 1972) es uno de los cerebros de la natación paralímpica española, lo avalan los resultados que sus pupilos han cosechado a lo largo de dos décadas bajo su método en la piscina. “Pasión, ilusión, talento y compromiso”, esas son las claves para que sus nadadores obtengan el mayor rendimiento en el agua. Su trabajo no ha pasado desapercibido para la Asociación de Técnicos de Natación (AETN), que le ha otorgado el premio a ‘Mejor entrenador’ de 2021. Esta temporada su grupo ha logrado siete medallas (cinco platas y dos bronces) en los Juegos Paralímpicos de Tokio y 27 metales en el Europeo de Madeira.
Pregunta.- Es la primera vez que un técnico de natación paralímpica recibe este premio. ¿Qué supone para usted?
Respuesta.- Es una gran noticia que tanto los deportistas paralímpicos como los profesionales que trabajamos con ellos tengamos un mayor reconocimiento. Es un orgullo recibir este galardón de una asociación que siempre ha premiado y ha luchado por los intereses de los entrenadores, que se otorgue por primera vez a un entrenador de natación adaptada tiene más valor. Ser elegido mejor entrenador de natación de España es un premio para todo el deporte y la estructura paralímpica, todo lo que nos reconozcan a nivel individual es positivo para el resto, eso nos hace más visible.
P.- ¿Desde cuándo tuvo claro que su sitio estaba en la piscina?
R.- Desde pequeño he estado en contacto con el agua, siempre me ha gustado nadar. Practicaba natación, competía en el CN L’Hospitalet, pero era un petardillo -ríe-, era un chico muy grande y no se me daba bien. Destaqué más en waterpolo, deporte en el que jugué hasta los 19 años. Con el equipo de L’Hospitalet fuimos subcampeones de España en categoría infantil y me dieron el trofeo al mejor portero del torneo. Dejé el waterpolo porque me resultaba muy difícil compaginarlo con los estudios y el trabajo, y al ser un deporte minoritario tuve que decidir.
P.- ¿Y cómo floreció esa vocación por ser entrenador de natación?
R.- Mira que el waterpolo me parecía más divertido y lúdico, pero la natación me enganchaba, era vocacional, esa lucha contra el crono era algo especial. De joven fui socorrista y monitor, y empecé como entrenador de alto rendimiento en 1998 en la Federación Española de Deportes para Ciegos preparando a un grupo de cara a los Juegos de Sídney 2000. En 1999 ya era director técnico de la federación catalana, al principio lo compaginaba con un trabajo en la ONCE, pero a partir de 2006, cuando entré en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat se fue profesionalizando. Son muchas horas las que le he dedicado, pero disfrutas más la vida cuando te apasiona el trabajo que haces. Tengo la suerte de haber encontrado mi sitio en la piscina.
P.- Acumula seis Juegos Paralímpicos, así como varios mundiales y europeos, ¿con qué se queda de toda esta experiencia?
R.- Con las personas que he ido conociendo, con ser parte de la formación y ver cómo evolucionan los nadadores desde que son niños hasta que se hacen adultos. Cuando puedes incidir en su educación creando hábitos saludables y deportivos eso te enriquece. Y si encima cuentas con nadadores portentosos, con talento y con un compromiso fuerte de trabajo para llegar a lo más alto, no se puede pedir más. Me siento un afortunado.
P.- ¿Cuántas medallas han logrado sus nadadores en los seis Juegos?
R.- Han sido 22 medallas, empecé en Sídney 2000 por la puerta grande, con dos oros de Anais García Balmaña y con dos bronces de Francisco Segarra. En esa edición la natación española quedó segunda en el medallero y solo nos ganó Canadá por muy poco. De pequeño siempre soñaba con ir a unos Juegos y, aunque es diferente a vivirlo como deportista, lo he conseguido siendo entrenador y en seis ocasiones. La de Tokio ha sido la edición en la que más medallas hemos sacado con siete: Sarai Gascón dos, Núria Marquès dos, Toni Ponce dos y Óscar Salguero una. También se lograron 11 diplomas individuales. Tengo una columna vertebral de nadadores muy potente, con mucho talento y compromiso y de ahí vienen los resultados.
P.- Además de los medallistas en Tokio, también cuenta con los jóvenes Jacobo Garrido y Marian Polo, y con los veteranos José Antonio Marí y David Levecq, ¿qué destaca de su equipo?
R.- La piña que formamos, la madurez deportiva, la ilusión, la pasión, el talento y el compromiso, teniendo esto pueden llegar a dónde quieran. Hemos conseguido un sello de calidad que nos permite luchar al más alto nivel. Hace apenas dos semanas que terminaron los Juegos y ya tienen ganas de París 2024. Les he dicho que son muy pesados, que ahora toca descansar -ríe-. Están de vacaciones y mantienen esa hambre porque se han visto al nivel de los mejores del mundo y quieren competir ya otra vez. Estamos enchufados, que haya buenos resultados permite que confíen más en ti, en el trabajo que hacemos.
P.- ¿Tiene las puertas abiertas a nuevas incorporaciones?
R.- Cada año recibo solicitudes de entrada al CAR de San Cugat, pero a veces tengo que decir que no y es doloroso. Me siento orgulloso de que quieran venir nadadores con nosotros. La próxima temporada seremos nueve porque han llegado Ariel Schrenck y Emma Feliu, dos nadadores con potencial, ahora hay que trabajar para que lleguen a su mejor versión.
P.- Para que un joven entre en su equipo, ¿qué es innegociable?
R.- Para mí es esencial el compromiso, en mi equipo no hay opción a no hacer las cosas bien, a entregarse cuando están en el agua. A veces han venido chavales talentosos y con proyección en España, pero a la hora de trabajar no lo dan todo, la natación no es una prioridad para ellos o tienen un umbral de sacrificio bajo, eso no les da para llegar a un nivel internacional alto y a su mejor versión. Se intenta cambiar e ilusionarlos para que tengan un compromiso mayor, pero si no quieren no hay nada que hacer.
P.- ¿Qué tipo de entrenador se considera?
R.- Soy muy flexible, un entrenador dialogante. La mayoría de mis nadadores estudian y cuando me dicen que tienen un examen o van muy justos de tiempo, no pasa nada, cambiamos la hora del entrenamiento, intento adaptarme a ellos. Eso sí, cuando aprieto tienen que tirar y darlo todo, sacando pecho, no me pueden venir con una actitud pesimista y mirando al suelo. En el momento que los tengo en la piscina es para currar y dar el máximo. En otras etapas no me ha temblado el pulso a la hora de mandar a su casa a un nadador, también me sale esa vena de enfado cuando me llevan al límite, intentan torearme o no respetan mi método. Eso no me pasa con el grupo actual, con el que tengo mucho ‘feeling’, me gusta que vengan de cara, hablar con ellos y buscar la mejor forma para sacarles el mayor rendimiento y que ellos estén bien. El éxito es una conjunción de factores y se llega más lejos con una buena cabeza y compromiso. Cada detalle cuenta, el descanso, la alimentación, llevar una vida saludable.
P.- La natación española sigue ofreciendo buenos resultados, aunque en los últimos Juegos ha caído el número de medallas, ¿a qué cree que se debe?
R.- En España contamos con buenas instalaciones, tenemos centros de alto rendimiento y de tecnificación deportiva, pero otros países han hecho una mayor apuesta económica y eso se nota en el medallero. En Barcelona’92 hubo un boom, se invirtió mucho dinero, la gente se animó a practicar deporte y eso arrastró un par de ciclos, pero luego a nivel estatal se dejó de invertir. En cambio, hay países que se han puesto las pilas realizando inversiones muy fuertes, sus nadadores y la estructura que los lleva hacia el éxito se han profesionalizado, viven del deporte y hay plena igualdad entre olímpicos y paralímpicos. Eso después se ve recompensado con resultados.
P.- ¿Qué haría falta?
R.- Aquí, pese a que el Comité Paralímpico Español y las federaciones se están volcando con nosotros, estamos aún lejos y uno de los motivos es que muchos profesionales, sean a nivel territorial o nacional no se pueden dedicar plenamente de forma profesional, o no tienen los recursos para iniciar y afianzar proyectos deportivos desde la base hasta el alto rendimiento. En Cataluña, que es lo que más conozco, cada vez se cobra peor y cuando por fin tienes a entrenadores maduros para dar su mejor versión, cambian de trabajo porque los sueldos no son muy justos para toda la dedicación que conlleva y deciden dedicarse a otra cosa. También hay autonomías en las que se necesitan más recursos para funcionar y se requiere una estructura sólida para que salga gente. Se necesitan más recursos para invertir en estructuras para captar y afianzar el trabajo con los jóvenes, ellos son el futuro de nuestro deporte. Hay que agradecer que cada vez tenemos más apoyo de las instituciones y, sobre todo, el esfuerzo a nivel federativo y del Comité Paralímpico Español para que tengamos más recursos. Yo cuando empecé se valoraba muchísimo menos y ahora cada vez vamos a mejor, aunque aún queda camino por recorrer.