La vida de Luis Miguel García-Marquina ha ido a todo gas desde que era un crío, siempre le gustó sentir la velocidad y la adrenalina. Fue varias veces campeón de Castilla-La Mancha en motocross y era una promesa a nivel nacional hasta que un accidente compitiendo truncó su futuro. Una década después volvió a calarse un casco, esta vez de ciclismo, deporte en el que ha alcanzado el Olimpo. El español, un currante de la handbike, ha conquistado el bronce en la contrarreloj H3 en los Juegos Paralímpicos.
Ya venía avisando de su espectacular estado de forma, este curso ha sido el de su consagración en la élite tras ganar tres medallas en el Mundial de Cascais (Portugal) que le otorgaban licencia para soñar en grande en Tokio. Y en el Circuito Internacional de Fuji ha vuelto a sacar músculo para lograr un podio de fe que acabó en lágrimas de felicidad.
El taranconero firmó una crono brillante de 24 kilómetros con un tiempo 43:48.68, solo superado por el austriaco Walter Ablinger (43:49.17) y por el alemán Vico Merklein (43:41.06). Por su parte, el catalán Israel Rider fue 14º con 47:52.51. En el intermedio de la prueba García-Marquina voló hasta el tercer puesto y exprimió cada pedalada para mantenerse en posiciones de medalla hasta cruzar la línea de meta.
“Las primeras palabras van encaminadas a mi mujer, a mis hijos, a mis padres, a mi familia, estoy aquí por ellos. Conocí a un amigo en el Hospital de Toledo que me enseñó a valorar el esfuerzo, allí se forjó lo que soy hoy, dar siempre el 100%. Estoy exhausto tras un recorrido que no me favorece en nada y hay que intentar recuperar y disfrutar esto al máximo porque hay muchísimo trabajo detrás”, ha expresado embriagado por la emoción.
El suyo es un triunfo forjado a base de constancia, trabajo, disciplina y sacrificio. En tres años ha pasado de pelear por estar en la cabeza del pelotón a ser número dos del ranking mundial y medallista de bronce en unos Juegos. El ciclista de Tarancón (Cuenca) sufrió una lesión medular tras una caída con la moto en una competición en 2002. En el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo descubrió el baloncesto en silla de ruedas, modalidad a la que estuvo ligado durante una década con el Peraleda, siendo subcampeón de la Copa del Rey y de Europa.
Pero no le terminaba de gustar y en 2014 el ciclismo tomó atractivo para García-Marquina a raíz de una media maratón que corrió en Madrid animado por un amigo de la infancia. “Casi me muero ese día, llegué a la meta molido -ríe-. Pero enseguida noté ese flechazo, sabía que se me podía dar bien, era lo más parecido a lo que hacía antes del accidente, lo mío eran las curvas y la velocidad”, comentó en una entrevista con este medio.
Apenas unos meses después quedó penúltimo en el Campeonato de España, al año siguiente fue tercero y ya lleva nueve títulos consecutivos en categoría H3. Con una evolución constante ha conseguido colarse entre los mejores en el panorama internacional. Debutó en 2018 en una Copa del Mundo en Emmen (Holanda) y a partir de ahí todo fue rodado para él. En el Mundial de 2019 ganó un bronce en ruta y este año en Portugal se llevó un bronce en la prueba en línea y platas en la contrarreloj y en el Team Relay junto a Sergio Garrote e Israel Rider. En Tokio ha sumado su primer metal, pero aun aspira a dos más.