Bajo el paraguas de José Luis Guadalupe, las tinerfeñas llevan entrenando juntas casi una década. Con capacidades diferentes, pero con una misma pasión, la natación.
Jesús Ortiz / dxtadaptado.com
En casi una década, nunca habían estado 80 días sin verse o abrazarse y menos aún, sin nadar. Después de más de dos meses en el dique seco, Michelle Alonso y Judit Rolo ya aletean libres en la pileta, el lugar donde se fraguó su inquebrantable amistad. Una cuenta con una técnica depurada y es una de las mejores bracistas del mundo y la otra con una gran explosividad y mucho tesón. Son el ‘Yin’ y el ‘Yang’ de la piscina, dos deportistas con capacidades diferentes, pero unidas por la misma pasión: la natación.
“La había echado mucho de menos, aunque al menos podía hablar con ella por videoconferencia. Soy muy cariñosa y ahora, con la nueva normalidad, me cuesta no poder darle un achuchón. Se me hace raro saludarla con un choque de pies”, dice riendo Michelle. “Pasábamos muchas horas juntas, después de los entrenos solíamos ir a comer a un restaurante japonés, íbamos de compra, a tiendas de anime que nos encanta, somos muy risueñas y con esta pandemia del coronavirus parecemos muy formales, pero lo importante es que nos tenemos cerca otra vez”, añade Judit.
Han sido dos de las grandes afectadas por las restricciones en la desescalada ante la crisis sanitaria y de las últimas deportistas de alto nivel en retomar los entrenamientos en su hábitat natural, el agua. Bajo el paraguas de José Luis Guadalupe, técnico del Club Midayu Tenerife, la ‘Sirenita’ y la ‘Mariposa’ vuelven a dar brazadas en la piscina. “Estar tantos días sin agua ha sido muy difícil, tuve momentos de bajón, aunque siempre trataba de sacar mi sonrisa. Los primeros días tras el regreso costaron bastante, he perdido fuerza y sé que tardaré un tiempo en recuperar el nivel que tenía antes, pero no me preocupa porque no hay competiciones a la vista y tampoco todas mis rivales están entrenando”, explica Michelle.
Para Judit, colocarse de nuevo sobre el poyete, hendir el agua, sentir el cloro en el cuerpo o realizar virajes es una “sensación única, aunque al principio me noté muy rígida. Tenía unas ganas tremendas de volver a ‘mariposear’, de estar en el sitio donde mejor me desenvuelvo y el que me da libertad”. Y lo han hecho gracias a que el Real Club Náutico les ha cedido dos calles durante una hora, de lunes a viernes. Al despuntar el alba, ambas llegan enfundadas en sus bañadores para disfrutar de lo que más les apasiona. “Hemos pasado casi tres meses encerradas y con lo justo para mantener la forma física, que nos den una hora para entrenar es un lujo y un gran detalle. A veces voy con los ojos pegados, pero dispuesta a darlo todo y a aprovechar la oportunidad”, cuenta Judit.
“Lo que más me está costando es levantarme (ríe), me encanta dormir y durante la cuarentena dormía a cualquier hora. A las 5.00 ya estoy en pie, tengo que desayunar antes porque si no, no rindo. Tras pasar el control de temperatura vamos al agua. Es una pasada nadar mientras amanece”, añade la medallista de oro en 100 braza SB14 en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. “Es como empezar una temporada nueva y desde cero, llegar a la forma en la que estaban antes del parón no será posible hasta marzo”, aclara el entrenador de las tinerfeñas.
‘Guada’ sabe que tiene por delante un camino largo para recuperar la mejor versión de sus alumnas: “Michelle no perdió tanto las sensaciones, sí que le cuesta más el trabajo aeróbico, pero lo va recuperando poco a poco. Judit ha llegado muy bien físicamente porque en casa durante el confinamiento se ha preparado en dobles sesiones, pero ha perdido la sensación de arrastrar o deslizar el agua, hay que incidir en la técnica con ella. Hay que tomárselo con calma para que no sufran lesiones. El problema es que tenemos un horario restringido, pero lo bueno es que ambas son velocistas y no necesitan tanto volumen”.
Pese a que se congratula por ver de nuevo nadar a sus pupilas, lamenta que al menos hasta septiembre no podrán regresar a su lugar habitual de entrenamientos, la Piscina Municipal Acidalio Lorenzo. “La empresa concesionaria se ha declarado en quiebra y tendrá que salir otra para gestionarla. Y tampoco tendremos acceso al gimnasio, por tanto, tendrán que seguir preparándose la parte física en casa con vídeos o tutoriales que les enviamos. También Michelle cuenta con un ergómetro VASA y Judit con una elíptica para trabajar el cardio”, recalca ‘Guada’.
Sin competiciones en el calendario más próximo y teniendo en cuenta que para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2021 faltan 15 meses, la principal dificultad de los deportistas es encontrar la motivación. “A Michelle, por su discapacidad intelectual, le cuesta mantenerla. Le influyen los estados de ánimos y debe tener unos patrones fijos, si se les cambia la rutina puede bloquearse y frustrarse”, comenta el técnico canario.
La ‘Sirenita’ ya tiene asegurado el billete para sus terceros Juegos, mientras que Judit aún tendrá que pelear por una plaza. “Han cambiado las fechas, pero no mi objetivo, que es disfrutar e intentar subir al podio, me da igual el color de la medalla. Sería muy especial ir con Judit, es mi mejor amiga, la que me anima en momentos malos. Está trabajando cada día para lograr la mínima y si no, la llevo en mi maleta si hace falta”, bromea.
“Hasta el próximo año no me van a preocupar las marcas, estoy segura de que alcanzaré mi mejor forma, tengo tiempo por delante. Si en la primera competición no logro la mínima, no voy a quedarme estancada ahí, iré a por la siguiente hasta lograrla. Quiero ir a mis segundos Juegos y compartirlos con el resto del equipo y con Michelle, mi gran complemento en la natación, la que me aporta energía y alegría. Somos muy frikis de la cultura japonesa y vivir unos Juegos en Tokio sería un sueño”, apostilla Judit.