La lucha de Fernando, enfermo de ELA, ha unido al judo español
- Se ha movilizado hasta crear un torneo en su honor
PACO ROCHE/marca.com. Dicen que el judo genera un vínculo especial entre quienes lo practican. Dicen que está en la naturaleza misma del deporte. En la exigencia de contar con un compañero al que derribar para seguir progresando. En la necesidad de ayudarle a ponerse de nuevo en pie para poder continuar.
Dicen que esa camaradería es lo primero que seduce al judoka. Que es el ambiente, el respeto al prójimo y el culto al maestro lo que engancha cuando uno se enfunda por primera vez el judogi. Dicen que el gimnasio se convierte en un hogar y los compañeros en una familia. Dicen esto y muchas cosas más del judo, y todas resultan creíbles a la luz de los ojos de Fernando Mogena.
Él tumbó a muchos compañeros durante su carrera. Es uno de los mejores judokas del gimnasio Ronin de Getafe. Fue campeón de España sub 19 y pudo haber llegado más lejos, pero entre el judogi y el tricornio optó por el uniforme que desde niño vio vestir a su padre.
MIRIAM SANTOS (MUJER DE FERNANDO MOGENA)
«El Desafío Mogena le ha ayudado a sentirse más útil»
Aparcó el judo durante los dos años que estuvo en la Academia, pero lo retomó nada más graduarse. Hoy es cinturón negro sexto dan e investigador de la Guardia Civil, pero la vida le ha hecho una llave traicionera ante la que, de momento, ni el judo ni la Ley ofrecen defensa posible.
Ocurrió hace cuatro años. Una extraña lesión de hombro. Un fisio que recomienda ir al neurólogo. Un diagnóstico ininteligible. Un año de médico en médico. Y de nuevo esas tres letras que destrozan todo a su paso: ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica). «Lo peor es la soledad. Esta enfermedad te aísla si no tienes apoyo» cuenta Fernando. Por suerte a él no le falta compañía. Su mujer no se separa de su lado. Y luego está ese ángel de la guarda que revolotea siempre a su alrededor. La concibieron para contrarrestar tanta oscuridad y eso ha hecho desde que vino al mundo hace dos años. Iluminar. Se llama Luna, cómo si no.
Fernando sostiene que padecer una enfermedad no significa estar enfermo: «Es la enfermedad la que está enferma. La persona sigue siendo igual de digna». Desde ese convencimiento lucha por seguir con su vida, aunque cada día sea un nuevo combate. «La guerra de la vida la damos por perdida, pero hay que intentar ganar todas las batallas diarias». La dolencia reduce paulatinamente la movilidad de Fernando. Camina con dificultad por su propio pie, pero necesita ayuda para tareas tan cotidianas como vestirse.
IGNACIO LLORENTE (JUDOKA)
«Este torneo es un homenaje a la amistad y al espíritu de lucha»
Pese a que no puede practicarlo, el judo desempeña un papel esencial en su pelea. Porque el deporte le enseñó que «no importa las veces que te tiran al suelo, sino las veces que eres capaz de levantarte». También porque esa otra familia, la del tatami, se ha conjurado para que Fernando no pelee solo.
Emocionado por la valentía de su compañero, David Zamora, tres veces campeón de España, se propuso organizar un torneo en su honor. Nunca había hecho nada parecido. No tenía ni medios ni experiencia, sólo la ilusión de rendir un homenaje a su amigo. Pero eso fue suficiente para obrar un pequeño milagro.
Porque sólo de milagro cabe definir el I Desafío Mogena. Empezó con la creación de un evento en Facebook. Muchos judokas no habían vuelto a saber de Mogena desde que dejó de competir, pero todos conservaban un recuerdo entrañable. La respuesta fue abrumadora. Desaparecieron las históricas rivalidades entre gimnasios. Cada uno puso su granito de arena. Unos diseñaron el logo, otros buscaron patrocinadores, otros se ocuparon de la intendencia… Al final, todo el judo español acabó unido alrededor de Mogena.
El resultado fue espectacular. Un pabellón a rebosar. Los mejores judokas de España, —ganó David Alarza, campeón de Europa—, premios para los ganadores, actividades para los más pequeños… Y hasta la presencia de Alberto Contador. Pero, sobre todo, una inyección de ánimo directa al corazón de Fernando.
Ayuda a otros enfermos
Mogena no supo del torneo hasta que el proyecto estuvo avanzado. En principio la idea le desconcertó. Nunca ha querido ser protagonista. Pero el aluvión de cariño acabó con sus reticencias. Incluso decidió aprovechar el evento para hablar de su enfermedad, algo a lo que hasta entonces se había resistido: «Quiero que si a alguien le diagnostican ELA no esté tan perdido como estuve yo hace cuatro años».
FERNANDO MOGENA (JUDOKA)
«La guerra de la vida la doy por perdida, pero hay que ganar las batallas diarias»
A raíz del torneo, Fernando empezó a recibir correos y llamadas de otros enfermos que buscaban contagiarse de su fuerza. «El judo era su vida y tener que dejarlo ha sido muy duro para él, pero poder ayudar a estas personas le ha servido para sentirse útil. Desde entonces mucha gente se pone en contacto con él», desvela Miriam, su esposa y compañera insperable.
«La competición le devolvió las ganar de vivir. Hasta entonces se había negado a venir a las cenas del gimnasio y esta Navidad por fin volvió», cuenta Francisco Pastor, al que Fernando considera su segundo padre. Ha sido maestro de Mogena desde los tres años, pero reconoce que ahora es él quien está aprendiendo una lección de su pupilo. Él y todos los que le rodean.
El judo mundial está con él
«Fernando está dando una extraordinaria lección de lucha», coincide Ignacio Llorente, judoka que trabaja en la Aspire Zone Foundation de Qatar como experto en patrocinio deportivo. Estos días aprovecha sus vacaciones en España para promocionar el Desafío Mogena 2013, que ya está oficialmente en marcha. Activaron la página de Facebook el pasado 9 de enero y ayer tenía 300 ‘me gusta’. Judokas de fama mundial, como el alemán Udo Quellmalz (oro en Atlanta 96), el ruso Alexander Mikhaylin (plata en Londres 2012), la holandesa Edith Bosch (plata en Atenas), o Ernesto Pérez, el único medallista olímpico masculino del judo español, han mandado fotos y mensajes de ánimo a Fernando. Los organizadores esperan que algunos de ellos puedan acudir este año al Desafío para otorgarle mayor prestigio si cabe.
«El Desafío Mogena es un homenaje a la amistad y al espíritu de lucha. Fernando y David son la demostración de que el deporte ayuda a construir una sociedad mejor, en torno a valores de esfuerzo, lucha y resistencia. En esta sociedad en ocasiones aplaudimos a los héroes equivocados. Fernando es uno de los buenos y seguramente nunca quiso verse en situación de tener que demostrarlo», asegura Llorente.
Efectivamente, Mogena no se siente cómodo en el papel de héroe: «No me considero un ejemplo de nada, sólo veo que hay gente que está luchando por mí y trato de corresponder. No soy nadie, sólo un mensajero de algo que está un poco oculto. No soy ni un héroe ni un ejemplo de nada».
Fernando admira a Irene Villa. Y al Dalai Lama. Del líder budista ha tomado una frase que ha convertido en su lema: «Sólo hay dos días en los que no se puede hacer nada: ayer y mañana».