Cuando Marta Arce consiguió su primera medalla paralímpica en Atenas 2004, María Manzanero apenas tenía tres meses. La vallisoletana, última de una estirpe de judocas ciegas que reportaron grandes éxitos a España, aún sigue firme sobre el tatami a sus 47 años. Uno de los motivos por los que decidió alargar su carrera era por no dejar huérfana la categoría femenina. Y en este ciclo irrumpió María, su debilidad, a la que mima, protege y le traslada sus conocimientos. La joven madrileña tiene la llave del relevo generacional. Ya ha empezado a construir su propia historia y su ídolo está siendo un pilar. Ambas han compartido un duro camino hacia París 2024. Una debutará en unos Juegos Paralímpicos y la otra disputará sus quintos.
Su timidez se transforma en intrepidez y en determinación cuando está en el tapiz acolchado. “Ahí es el único sitio en el que me siento libre, desaparecen todas las barreras”, asegura. Nació con amaurosis congénita de Leber, una enfermedad en el que las células que recolectan luz en la retina, conocidas como bastoncillos y conos, no funcionan correctamente. “Soy ciega total, pero eso no me impide hacer todo lo que me propongo. De pequeña era muy cafre, me olvidaba de que no veía y como salía siempre corriendo, me golpeaba con cualquier cosa -ríe-. Me encantaba ir con una bici con ruedines por mi pueblo, Miedes de Atienza (Guadalajara). El deporte ha sido fundamental en mi vida”, cuenta.
La primera vez que se vistió con un judogi fue con seis años en el Colegio Regimiento Inmemorial del Rey, en Moratalaz. Durante un tiempo lo compaginó con el goalball y el atletismo, disciplina en la que estuvo hasta los 16 años. Llegó incluso a participar en el Mundial junior de Nottwil (Suiza) en 2019. “Era velocista, me gustaban los 100 metros, y también hacía lanzamiento de peso”, comenta. En judo se estrenó internacionalmente ese mismo año con un oro en el Torneo de Heidelberg (Alemania) y con una plata en los Juegos Europeos de la Juventud en Pajulahti (Finlandia).
Tras la pandemia de la Covid-19 se decantó por el arte marcial. “Es un deporte muy inclusivo, no necesitamos adaptaciones, la única diferencia con la modalidad convencional es que empezamos los combates agarrados. Me aporta fuerza mental y física, constancia, valentía, ganas de superarme y una serie de valores que me permiten ser resolutiva ante los problemas que me plantea el día a día”, apunta. Desde hace cinco años es forjada en el Club Rivas por Paco Lorenzo y también en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid por Marina Fernández, cuya llegada a la selección española fue crucial en la decisión de María.
“A comienzos de 2022 me llamó, me comunicó que contaba conmigo, que quería apoyarme y me encantó su metodología de trabajo. Me ha enseñado mucho en tres años y gracias a ella he dado un salto de calidad que me ha permitido estar arriba en el ranking”, añade. Recién empieza a recoger los frutos de la profesionalización y de sus duras sesiones sobre el tatami y el gimnasio. “Es una judoca con mucha proyección, ha mejorado a un ritmo frenético. Inició el ciclo en 52 kilos y tuvo que subir a la categoría de -57 kilos para optar a los Juegos. A medida que fue cogiendo peso, se puso fuerte y aprendió la técnica, ha ido obteniendo resultados”, subraya la seleccionadora.
La madrileña, que desprende desparpajo, fortaleza y perseverancia, brilló en 2023 con un bronce en el Europeo de Rotterdam (Holanda) y en el Grand Prix de Tokio. “Cuando subí al podio continental comencé a creer en mí, en que podía hacer algo grande”, agrega. Este año repitió bronce en el Grand Prix de Antalya (Turquía) y se codeó con las mejores en otras pruebas para escalar hasta la séptima posición del ranking. “Puedo pelear de tú a tú con cualquiera. Las rivales me respetan más, soy pequeña, pero matona -ríe-. No me arrugo, soy muy guerrera y trato de atacar y de llevar el control en los combates”, sostiene.
“Hace el mejor ‘O uchi gari’ -una técnica de pierna- de su categoría”, tercia Marina. “Aprende rapidísimo, no tiene miedo a los golpes, es una tía dura que se lanza sin temor ante bestias más grandes. Me veo reflejada en ella por la ilusión, la motivación y las ganas de aprender, pero no por las aptitudes, ya que yo de joven era más torpe. Ahora todavía la tiro al suelo, pero en un año no creo que pueda con ella -ríe-. Tiene mucho futuro”, analiza Marta Arce. La vallisoletana ha sido su guía e inspiración, con ella ha vivido el proceso de clasificación para los Juegos Paralímpicos.
“Es un icono, una amiga, una segunda madre. Además de todo el aprendizaje que recibo de ella, me quedo con la alegría y la pasión que transmite, con cómo disfruta del judo. Lo vamos a pasar muy bien en París. Me siento orgullosa de que sea la abanderada del equipo en la ceremonia de inauguración”, recalca María. Hace dos años ni se planteaba estar en los Juegos, ahora gracias a su arrojo y talento se codeará con las más fuertes en el Grand Palais.
Desborda ilusión y no se pone límites. “Mi objetivo es coger experiencia y disfrutar sin renunciar a nada. No voy con la presión de las favoritas, pero sé que puedo ganarles, no es imposible, ya lo he hecho en otras ocasiones. No veo descabellado estar en el podio”, asevera. Su entrenadora deposita toda su confianza en ella, la ve entre las candidatas a los metales: “Tiene opciones de medalla, puede dar un susto a las primeras del ranking porque hace un muy buen judo. Y si no lo logra en estos Juegos, en Los Ángeles 2028 será campeona”.
MARÍA MANZANERO
María Manzanero Ruiz (Madrid, 2004). Judo. Bronce en el Europeo de Rotterdam 2023. Bronce en el Grand Prix de Tokio 2023 y de Antalya 2024 en categoría J1 -57 kilos.
1.- Defínase con tres adjetivos.
Calmada, guerrera y divertida.
2.- ¿Qué objeto no puede faltar en la maleta?
Comida -ríe-.
3.- ¿Tiene algún talento oculto?
Se me da bien escribir lo que se me pasa por la cabeza. Escribo relatos cortos.
4.- Si pudiese tener un súper poder, ¿cuál elegiría?
Volar.
5.- ¿A qué tiene miedo o fobia?
A las avispas.
6.- ¿Cuál es esa comida o alimento al que no puede renunciar?
Unos huevos rotos.
7.- ¿A qué lugar le gusta ir para perderse o desconectar?
No es que vaya allí expresamente para desconectar, pero me relaja cuando voy en el metro -ríe-.
8.- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?
A mis tres gatos -ríe-.
9.- ¿En qué animal se reencarnaría?
En un lince.
10.- Una canción y un libro o película.
‘La potra salvaje’, de Isabel Aaiún. Y libro, ‘Harry Potter y el prisionero de Azkaban’, de J.K. Rowling.